EL REGALO (Juan José Millás)

 


El taxista y yo íbamos callados, cada uno dentro de su cabeza. Dos cabezas, pensé, tan semejantes, y en las que sin embargo podrían anidar ansiedades dispares, lo mismo que en el interior de dos ataúdes idénticos podría haber difuntos diferentes. En esto iba pensando yo, en la cabeza como una despensa inagotable de inquietudes, cuando el taxista me miró a través del espejo retrovisor para decirme.
-Perdone que le haga esta pregunta: ¿Usted ha pensado alguna vez si es bueno?
- ¿Si soy bueno?
-Sí, si tiene o no tiene bondad.
Callé unos instantes. Jamás me había hecho esa pregunta, pues daba por supuesto que sí, que era bueno, que tenía bondad.
-No sé -dije al fin-. Así, de forma consciente, no me lo he preguntado nunca.
-Yo tampoco -replicó él-, hasta esta mañana. Me he acordado, no sé por qué, de mi padre, que era un hombre muy bondadoso, y me he preguntado si me parezco un poco a él en eso.
- ¿Y se parece?
-No, no me parezco. Vamos a ver, no es que sea malo de remate, pero tengo ese tipo de maldad que consiste en no haberme preguntado nunca si soy suficientemente bueno.
-Ese tipo de maldad nos afecta a todos, creo yo.
En esto, llegamos a destino y hubimos de suspender aquella rarísima conversación. Abandoné el taxi confundido por algo, no sabía por qué, hasta que me vino a la memoria un recuerdo muy antiguo: mi padre me había prometido un regalo si me portaba bien con mi madre mientras él emprendía un viaje de trabajo de varios días. A su vuelta, cuando le reclamé el regalo, me preguntó si había sido bueno y me exigió que le respondiera con sinceridad. Yo hice un breve examen de conciencia y deduje que había sido malo, pero decidí mentir.
-He sido bueno -dije.
Mi padre me dio el regalo y yo me retiré a mi habitación con grandes remordimientos de conciencia. El regalo, cuando abrí el paquete, resultó ser un diccionario. El diccionario que quizá me hizo escritor a partir de aquella mentira fundacional.

NO ERA FECHA RELIGIOSA de Silvina Giaganti (blog "Los Papeles de Pablo Müller")

 

NO ERA FECHA RELIGIOSA UN POEMA DE SILVINA GIAGANTI

 

 

 

 

NO ERA FECHA RELIGIOSA

 

 

 

Me daba mucha vergüenza que mi papá se dejara puesta

la ropa de trabajo fuera de horario y anduviera

por ahí así vestido, la camisa, el pantalón azul de grafa,

yendo y viniendo por el barrio, tomándose colectivos

como si no supiera, o no se mereciera, usar otra cosa.

Una vez abrí la puerta de su pieza y lo encontré hablándole

de cerca

a un cuadro con la imagen de Jesús, colgada

sobre el respaldo de la cama.

Le hablaba en susurros, la cara

pegada al marco, le había puesto unas ramas de laurel.

No era fecha religiosa.

Me pregunto qué le decía, porque conmigo no hablaba.

No se dio cuenta de que yo estaba ahí.

Hasta jubilarse se levantó a las 4.30 de la mañana,

se calentaba leche

en una taza de loza mientras le pagaba una barrida

a la cocina.

A veces el ruido de las fibras de la escoba me despertaba

y lo miraba por la ventana esperando el colectivo para

irse a trabajar.

Recuerdo que hacia fuerza para que llegara rápido, así

no pasaba frío

o algo raro en la calle.

Se colgaba de torres para soldar, y los fines de semana

hacía changas:

revoques, pintura de interiores y frentes, arreglos

de cortinas.

En la cancha, en una final, le grité un gol en la cara

porque somos de equipos diferentes.

Alguna vez me dijo que yo le gustaba como era porque

me defendía

de lo que él no pudo.

Ahora gano más que su jubilación y me da una vergüenza

enorme.

Siempre me compró las mejores zapatillas, las mejores

ropas, la mejor gaseosa.

Hace poco fui a su casa y me llevé la camisa Ombú

que ya no usa,

me empezó a gustar la tela y el color.

 

 

 

Silvina Giaganti

Tarda en apagarse

LA FIESTA DE Riego Roel (blog "autorretrato en espejo convexo")

 

POEMA DE DIEGO ROEL

 

LA FIESTA

(Primavera de 1408)

 

QUE seas siempre para mí como el rocío,

como los lirios del campo, como los árboles silvestres.

Que en mi boca seas siempre

más dulce que el fruto de la higuera.

 

Porque antes de verte

yo era una voz que clamaba en el desierto:

¿de dónde vendrá mi auxilio?

Mis días eran como los del caracol que se desliza y pasa.

Mis días eran esfuerzo y tristeza.

 

Antes de verte

yo alzaba los ojos a las montañas y gritaba:

¿dónde estoy?

 

Entonces llegaste como llega puntualmente

la lluvia que riega el suelo,

la nieve que cubre los campos de Rusia.

 

Que en mi vida seas siempre

vapor que sube de la tierra,

mano que esparce la semilla,

aguacero.


"UN DÍA FRECUENTARÁS..." de Fernando d´Almeida (blog "asamblea de palabras")

 

"Un día frecuentarás...", de Fernando d'Almeida (Camerún, 1955-2015)


Un día frecuentarás
las avenidas sombrías del exilio
en busca de las sombras de la noche
caminarás con las manos crispadas
caminarás con los ojos en blanco
caminarás curvado por los años

un día te irás
por las borrascas
por los fuegos del sol
por los grandes vientos
como yo me fui

caminarás lunas y lunas
caminarás estaciones y estaciones
caminarás con el corazón roído y roto

un día te irás
por las sórdidas pendientes
por las sendas pedregosas
por las callejas asfaltadas
como yo me fui

un día frecuentarás
las avenidas sombrías del exilio
en busca de las sombras de la noche

dirás a los ríos tu Angustia
dirás a los poetas tu mórbida tristeza
dirás a los animales tus jaquecas

caminarás el corazón al viento
caminarás marchito por el harmatán
caminarás el corazón por delante

el río de la esperanza
albergará al duende mítico
y la risa visceral del hechicero
seguirá tus pasos desenfrenados

allí
en lo hondo de los vértigos nocturnos
allí
en la paz estacionada de los setos
y de los tallos soñolientos
te irás
perdido como un cachorro sin collar
sin mujer sin hijo sin hermano
como yo me fui

un día sí un día
frecuentarás los santuarios de los vudús
frecuentarás las grutas de los conventos
un día sí un día
hasta
las entrañas de las selvas vírgenes
te irás
desterrado de la humanidad.

Fernando d'Almeida, incluido en Poesía negra. 

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...