"Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan".
Friedrich Nietzsche.
Quizás la noche que con todo su anhelo espera su turno,
y para cambiar las bombillas del día por luz oscura,
oscura pero no tenebrosa
oscura pero maravillosamente oscura y resplandeciente,
sólo necesita la luna para arder como una antorcha oscura
además de las ganas que uno tiene,
de que todo arda y explote.
Y una vez en el ecuador de la noche
darte un beso de buenas noches
y pasar mi brazo por tu cintura
y achucharte como el que abraza la luna.
YO ANTES (HACE 15 DÍAS)
"Soy lo que quiero ser, porque tengo apenas una vida y en ella solo tengo una oportunidad de hacer lo que quiero .
Tengo suficiente felicidad para hacerla dulce, dificultades para hacerla fuerte, tristeza para hacerla humana y suficiente esperanza para ser feliz.
La poeta norteamericana Nikki Giovanni ha sido una de las principales representantes, a lo largo del último medio siglo, de lo que podríamos denominar una suerte de poesía vinculada con el activismo racial y feminista.
He matado a una araña
no a una asesina araña violinista
ni siquiera a una viuda negra
si la verdad tuviese que ser dicha
no se trataba más que de una pequeña
araña, con textura de papel,
que debería haber corrido
cuando agarré el libro
pero no lo hizo
y me asustó
y la aplasté
No creo
tener permiso
para matar algo
bajo el único pretexto de estar
asustada
Gota de lluvia
Mi alma
es un barco a la deriva.
Hay días que se escora hacia un lado
y entonces, ahí se queda.
Hay otros en que se hunde sin remisión
y la única alternativa
es esperar que la marea baje.
Menos mal que hay algunos días
en que mi alma se levanta lozana y madrugadora,
llena de hermosas historias,
contándome bellos cuentos
y regalándome palabras y versos.
En estos contados días
mi deber
es escribir poemas
y hablar de mis sentimientos.
Siento la mirada de unos ojos
que con el paso del tiempo
se han muerto y no han revivido.
Me acuerdo de tu mirar
de su alegría y suavidad,
de esa entrañable forma de mirar,
de tu ligero parpadeo a la luz solar,
del guiño de tu ojo al reírte de todo,
de ese iris color melaza,
y de esa chispa que relucía como un diamante en bruto.
Dicen que la memoria con el tiempo,
se va haciendo más selectiva.
Por tanto,
va borrando datos y historias
y rasgos y gestos y palabras
y hace un resumen muy escueto de aquella historia.
Y el mío (mi resumen)
es el recuerdo de tu mirar.
Pero una dedicatoria es apropiada sólo cuando se hace ante testigos: es una rendición hecha necesariamente en público, como la entrega de estandartes en las batallas.
Sabes que hace años estuve casada y cuando mi marido se fue se llevó mis cuadernos.
Cuadernos con espiral de alambre.
Conoces ese verbo frío furtivo: escribir. Le gustaba escribir, le disgustaba tener que empezar solo con una idea. Usaba mis comienzos con propósitos diversos.
Por ejemplo, en un bolsillo encontré una carta (para su amante de entonces) empezada con una frase que yo había copiado de Homero: [εντροπαλιζομένη, como dice Homero que se alejó Andrómaca cuando se separó de Héctor: «volviéndose a cada paso» bajó de la torre de Troya y se fue por calles de piedra hasta la casa de su leal esposo y allí con las mujeres entonó un lamento por el hombre vivo en su [mansión.
Leal a nada mi marido. Entonces, ¿por qué lo amé desde mi juventud hasta [la madurez y la sentencia de divorcio llegó por correo?
La belleza. No es ningún secreto. No me avergüenza decir que lo amé por su belleza.
Como volvería a amarlo si lo tuviera cerca. La belleza convence. Sabes que la belleza hace posible el sexo.
La belleza hace el sexo sexo.
Tú mejor que nadie entiendes esto… calla, pasemos al orden natural.
Otras especies, que no son venenosas, suelen tener coloraciones y dibujos similares a los de las especies venenosas.
La imitación que una especie venenosa hace de otra no venenosa se llama mimetismo.
Mi marido no era mimético.
Mencionarás, claro, los juegos de guerra.
Te lo conté muchas veces protestando porque se quedaban aquí toda la noche con los tableros abiertos y alfombras y lamparitas y cigarrillos como la carpa de Napoleón, supongo, ¿quién podía dormir?
Mirándolo bien mi marido era un hombre que sabía más de la batalla de Borodino que del cuerpo de su mujer, ¡mucho más! Las tensiones trepaban por las paredes y se vertían en el cielorraso, a veces jugaban del viernes por la noche sin parar hasta el lunes por la mañana. él Y sus pálidos amigos iracundos Sudaban muchísimo. Comían carne de los países del juego.
Los celos fueron una parte nada desdeñable de mi relación con la batalla de Borodino.
Lo detesto.
¿De veras?
Por qué pasar la noche jugando.
El tiempo es real.
Es un juego.
Es un juego real.
¿Es una cita?
Ven aquí.
No.
Necesito tocarte.
No.
Sí.
Aquella noche hicimos el amor «de verdad», algo que aún no habíamos hecho pese a que llevábamos seis meses casados.
Gran misterio. Ninguno sabía dónde colocar su pierna y todavía hoy no estoy segura de que lo hiciéramos bien.
Parecía contento. Eres como Venecia, me dijo sublime.
Temprano al día siguiente redacté una conferencia («Sobre la defloración») que luego me robó y publicó en una revistita bimestral.
Esto era, por encima de todo, una interacción típica entre [nosotros.
O debería decir ideal.
Ninguno de los dos había visto nunca Venecia.
Anne Carson
Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...