YO TE CUIDARÉ (Poema)

Yo te cuidaré,
y te pondré unas sábanas limpias,
y te doblaré la almohada debajo  de la nuca,
y te inundaré con mis caricias,
y haremos el amor a la luz de una vela.

No te olvides de lo que te digo,
yo te cuidaré todos los días,
haré desayunos de zumos exóticos,
pondré la estrellas sobre la colcha,
y dormiré abrazado a tú esqueleto,
y en las noches frías y gélidas,
encenderé la estufa dentro de tú cuerpo.

Por favor no te duermas,
no te duermas todavía,
saquemos el jugo a nuestros cuerpos,
 exprimiéndolos como dulces mandarinas,
y dejemos que el viento se lleve su olor,
ese olor que sólo dan,
 dos cuerpos entrelazados,
y dejemos que el ambiente se vicie,
y se enturbie y se espese, 
como se espesa la niebla marina,
y volvamos a hacer el amor sobre la alfombra,
así y hasta fundirnos  en un sólo ser,
o simplemente, 
en dos seres que se quieren.

SANTIAGO - Parte V

 En Santiago, igual que se hace la ruta de los vinos, también se pueden  hacer la ruta de las Plazas o de las Iglesias. Pues tanto unas como otras abundan en ésta ciudad. La Iglesia de Santa María a Real do Sar, con sus columnas interiores inclinadas, es visita obligada (la foto de la izquierda) y de paso se conoce su barrio de alrededor y si es por la mañana mejor. Pues queda de paso, la plaza de Abastos, toda ella tallada en piedra, con su bullicio, sus quesos de tetilla expuestos sobre hojas de verdura,  sus carnes de cerdo o de ternera, sus lacones o chorizos y  todo tipo de empanadas. Uno no tiene ojos para todo, sus olores, su karma, su alegoría al buen gusto del paladar. No puedes con todo, son muchas cosas a la vez y optas por quererlo todo. Pero el sentido común, el más común de todos los sentidos, te frena en seco y recapacitas. Esto va a dar un tufo insoportable en el avión, esto se espachurra..., y al final, de atolondrado que te quedas, sólo ves lo que tienes delante y a un palmo, no más. Y eso es lo que al final te vas a llevar. Al final, son siempre tres cosas: el queso, el lacón y los grelos.
     
        A la izquierda del mercado, a unos trescientos metros, hay una plaza, en que su único encanto, es que desde ella se acede al Museo do Pobo Galego, que yo no conozco personalmente, pero dado el nombre, debe ser interesante. A su lado queda un gran edificio, que es un seminario con cuatro gatos que quedan como seminaristas.

        Subiendo la cuesta que hay en ésta plaza, llegamos a otra placita muy mona. Lo sé porqué viví cerca de ella. Y ésta plaza, era mi fuente de pensamientos y el porqué de mi existencia, sobre todo cuando me encontraba con varios suspensos en mi presencia. De aquí, parten tres calles, dos estrechas y alargadas, que albergan algún pub y poco más. Estas dos calles dan a una plaza, la Plaza de Cervantes ( en la foto de la izquierda), flanqueada por casas y por una iglesia, faltaría más. Esta plaza,  tenía diversas esquinas. En una de ellas estaba el ciego con sus cupones. En otra los estudiantes sentados. En la tercera, estaban las amas de casa de palique y de paso obligado hacia el mercado. Y en la esquina más remota, se agazapaban los yonquis esperando a su camello. Siempre nerviosos e impacientes, hablando de su monotema, de su última dosis. Si el caballo de hoy es mejor que el de ayer, si me prestas una cucharilla, si tienes limón, que si me faltan cien pesetas para comprar una papela y al final, todo acababa en gritos y peleas y sólo se tranquilizaban, al ver llegar al camello. Entonces ya todo eran prisas, pisotones y mentiras. Que si llevo dos horas esperando, que no me he puesto nada desde hace dos días, que yo estoy de mono. etc...y entonces voy yo primero....Una vez servidos, se evaporaban como se evapora el agua y ya sólo necesitaban dar alimento a la vena. Y para ello buscaban el rincón más escondido, otro rincón ya lejano de la Plaza de Cervantes....

UN DÍA GRIS (Poema)

Hoy es un día gris,
 y grises son mis pensamientos, 
y de gris se tiñen mis recuerdos,
y todos se han puesto de acuerdo,
para vestirse de gris. 

A lo mejor sale el sol,
 a lo mejor sale, 
y a lo mejor rasga la cremallera del cielo,
y me envía un mensaje de consuelo,
a través de un rayo de sol.

Mis ideas se tiñen de color plata,
y mi corazón se llena de plomo,
y espero como agua de mayo,
el poder omnipresente, 
de mi deseado señor, 
y  rey de reyes, el rey Sol.

Es una idea vaga,
una idea abstrata,
una más de mis ideas,
una idea que se  atraganta,
y que no puedo esculpir.

Según yo, 
yo soy el que me parezco a tí,
según tú,
 tú te pareces a mí,
no sé, hoy es un día gris,
y es muy difícil decidir.

Es un día del mes de Abril,
un día más de duda y confusión,
un día escogido al azar,
y el azar me ha escogido a mí,
y aún no sé la razón,
y menos sé el porqué,
Pero que le voy hacer,
¡si hoy es un día gris!.

FIN DE SEMANA

           

       Hoy es viernes de nuevo, cuántas veces habré dicho esto a lo largo de éste año, pues bastantes. Los viernes me gustan, mejor dicho me gustaban más antes, cuando curraba de normal o sea curraba por la semana y descansaba el fin de semana. Entonces el viernes era viernes y era el preludio del fin de semana, los planes bullían dentro de la cabeza y hoy haré esto y mañana lo otro y descansaré bien y pensaré un mogollón de cosas. Después cumplías bien el plan del viernes, pero el sábado, ya no tanto y el domingo, menos. Lógicamente los planes se hacen, pero también se van cambiando, pues surgen cosas nuevas por el camino.

                             Yo tuve épocas hace muchos años, en que quemaba todas las naves el viernes por la noche, salía con tales ganas que prolongaba la jornada hasta el sábado bien avanzada la mañana. Mala política esa, porque una vez que asomaba la luz del día del sábado, yo ya no sé que pintaba con ese pedazo de colocón que llevaba, bueno sí, colocarme aún más. Después venía el sobar como un cerdo el sábado y te levantabas por la tarde, con el cuerpo echo una mierda y el cerebro echo papilla. Con lo cual el sábado no tenías cuerpo de jarana y te quedabas en casa, pero te dabas hasta las tantas de la mañana sin poder dormir y venga a ver pelis malas y horribles en la puta tele.

                               Al final el domingo, también te levantabas tarde  y los domingos por la tarde, no eran para echar cohetes, los domingos por la tarde eran para darse una vuelta e ir pensando que al día siguiente era lunes, lunero o lunes puñetero. Cada vez que lo pienso, saco la misma conclusión: que manera de joderse el fin de semana, pero no podía contenerme  y llegado de nuevo otro viernes, de las ganas acumuladas ese día explotaba y seguía la rueda, la rueda de joderme los fines de semana. Ahora ya ni salgo y por muchas razones, entre ellas y sobre todo, porque ya no me divierte, aparte que sopeso entre la noche y el día, y yo me quedo con el día y así el fin de semana si que me sale rentable, me como los minutos y segundos de cada día.

MENORCA - Parte III

                    Yo desde luego me quedo con sus calas, sus playas están bien, pero yo vengo de sitios donde las playas son kilométricas, tanto en Cádiz, como el Galicia y con lenguas de arenas inmensas y blancas como la cal, por tanto no me llama tanto. Pero las calas me entusiasman y las hay
emblemáticas por su belleza: pinos a pie de arena, arena blanca y fina, y aguas cristalinas hasta la médula. Ahora en verano es mejor verlas por las postales, están llenas hasta la bandera.

                Las estaciones se suceden suavemente, como todo en ésta Isla. El verano es caluroso y pegajoso, calor húmedo, pero se sobrevive. El otoño es corto y no es lo que toca, le faltan tonalidades otoñales. El invierno en cambio es muy largo y frío, pero sobre todo húmedo y eso aumenta la sensación de frialdad. La primavera es preciosa y más o menos como en todos los sitios, brotan flores y vuelan mariposas en esa fiesta de los colores.

                          Y como todo sitio que se precie, hay que guerras entre dos bandos, el bando de Mahón o Levante de la Isla y el de Ciutadella o Poniente. Y aquí si que no entro, y más me vale no entrar, pues yo al ser foráneo o forastero, si me meto en el brete y me pronuncio por uno de los bandos, los otros dos que discuten, se cierran en banda y ante mí presencia, dicen que ellos son menorquines. Después cuando yo no esté delante, seguirán con su discusión absurda que si Mahón o Ciutadella. Pero bueno más o menos como en todos lados, como Vigo y la Coruña o como Cádiz o Sevilla, nada que ya no nos suene. O sea que mezquinos hay en todos los lados. pero hay que entender que si no se discute de éstas tonterías y del fútbol, pues entonces ¿de qué se discute?. Bueno yo y con perdón, discutiría de un millón de cosas, pero yo no soy los demás, ni los demás son yo o sea que cada unos aguante su vela.

                                Y no podía faltar, el caballo menorquín y su estilizado cuerpo, el verdadero protagonista de las fiestas de ésta Isla. El y sus brincos o levantadas de sus patas delanteras y con el jinete a sus lomos. Aunque la fiesta reina, es la de Ciutadella, las fiestas de Sant Joan, donde el fervor festero se lleva en la sangre, o eres Joanés o no lo eres, o estás conmigo o estás contra mí, así se plantean las cosas en éste fiesta. El resto de las fiestas de la Isla son fotocopias malas de ésta, pero para mi tienen su encanto, pues hay sitios pequeños, donde puedes saborearlas mejor que en el mogollón que se monta en las fiestas de Sant Joan.

                              Y el Gin, el inefable gin, el que trajeron o mejor dicho trajeron su receta, los ingleses cuando éste Isla era una de sus colonias y aquí quedó el gin, el color de las casas (el rojo inglés) y parte de la infraestructura de ésta Isla, que aún hoy perdura. La pomada o gin con limonada, diversas denominaciones para el mismo producto: gin con limonada y abundante hielo y eso es lo que se priva en todas las fiestas. Pomada se llama en Mahón y Gin con limonada en Ciutadella, para que quede claro, que cada uno tiene su película. Los guiris en su mayoría proceden de las Islas Británicas y algunos asentaron su blanco culo en la Isla, su piel blanca como la leche, los delata y bueno y también, como le dan al trinki, son los putos amos de la botella.

MENORCA - Parte II

                     Lo que es prohibitivo, es el pescado y ya no digamos el marisco y eso que vivimos rodeados de mar. Yo creo que pasa, como todo en la economía de ésta Isla, que subieron tanto los precios para sablear a los guiris, que al final, el precio no se bajó y en consecuencia ahora nadie prueba el pescado. Pero eso pasa con casi todo, con las piezas y sus recambios, con la ropa y los zapatos, con la compra del supermercado y todo se encarece porque viene de fuera. Como si traer en barco los productos resultara tan caro, pero bueno hasta a eso te acostumbras y te vas defendiendo como puedes y al final vas comprando por internet o simplemente no compras y esperas a viajar al a Península (como se dice aquí). Es una economía del absurdo, pero aquí nadie se plantea bajar de precios y menos me lo voy a plantear yo, que no vendo nada. Porque claro, una cosa lleva a otra y se encarece todo, los hoteles, las pensiones, el alquiler de los coches, los autobuses y los taxis, mis amigos los taxistas, que cariño les profeso.

                         La Isla es el mar, la Isla es preciosa y se adorna de vegetación mediterránea, lentiscos, pinos, encinas y acebuches y prados verdes y extensos. Es lisa, muy lisa, el pico más alto anda sobre los 300 metros, si llega, por tanto es barrida por los vientos y el más frecuente es el viento del Norte o Tramontana. Viento que inclina arbustos y árboles y alivia de tanta humedad reinante. La humedad es bestial, es tipo tropical, se suda hasta por el bigote y ya no digamos por otras partes. Tiene muchas cosas curiosas esta Isla en donde vivo, y una de ellas es las dos caras que tiene, tiene la cara Norte, que es agreste y de arena color tierra, es la que azota en primicia la Tramontana y la cara sur, más dulce y de arenas blancas. Así que en 15 km.
puede escoger la cara que quieres, y si hace Norte pues te vas al Sur y al revés, igual. El agua del mar, es cristalina que hace daño y ahí quizá esté su punto mas fuerte, su mar de aguas transparentes y cálidas. Claro que para mí sólo tiene un defectillo y es que casi no hay mareas, vamos de 20 cm. y yo que vengo del Atlántico y casi lo que más admiro de él, son sus mareas vivas y espléndidas, pues aquí hay que conformarse, que esto es el Mediterráneo.

                          Y éste mar tan calmo, a veces se cabrea y te sorprenden los temporales que se montan. Yo estoy convencido que el mar moldea a las personas y a los espíritus y eso les va imprimiendo un carácter determinado. Porque aquí y como dije el mar oscila muy poco y a los menorquines les pasa lo mismo, que varían poco en su carácter y te haces una idea engañosa, porque crees que no se cabrean y como le pasa al mar Mediterráneo cuando se pone de temporal, pues ellos de repente, saltan como panteras y les gira la cabeza, igual que a la niña del exorcista. Nosotros los Atlánticos, somos mucho más variables y nuestro
carácter sube y baja a ritmo que marcan las mareas, por tanto somos más explosivos y espontáneos, aunque cuando la marea está muy baja, andamos a ras del suelo.

SANTIAGO - Parte IV

              Bajando de la plaza de la Quintana, por unos escalones de piedra, llegamos a la plaza de las Platerías. Una plaza pequeña, pero muy bella y con duende ( en la foto de la izquierda). Que se rodea casas con blasón y a su vera, está la omnipresente Catedral de Santiago de Compostela. En el medio tiene una fuente, de la que emergen cuatro o seis cabezas de caballo y de su boca sale un chorro de agua. Aquí recuerdo sentarme en sus escaleras y también a oír algunas actuaciones musicales. Con esa sonoridad más recogida, más íntima, más envolvente, en la que se mezclan las notas musicales, con el sonido de los chorros del agua.

                                   Al lado de ésta placita de plata, está la calle de los vinos, la calle de "El franco". En la que cada portal es un bar o es al revés, en que cada bar es un portal, da igual. En ésta misma calle, no recuerdo la fecha, se hacía el "Paris - Dakar". La diferencia era que no se hacía con coches, sino que se hacía andando y dando tumbos y la gasofa era vino. Daba la casualidad, que al principio de ésta calle, había un bar que se llamaba París y al final de la misma, había otro que se llamaba Dakar. Esta era una carrera de vinos y había que entrar en todos los bares, e ir tomando un vino tras otro y uno en cada bar. Participaban bastantes, pero llegaban muy pocos.

                                   En ésta calle llena de bares, había uno que me encantaba, "El Gato Negro". Era una tasca auténtica, con una barra pequeña y al fondo unas cuantas mesas. Me acuerdo, que el día que iba a por el giro postal, el que me traía la pasta gansa, lo primero que hacía era acudir a éste bar a pedirme una nécora, sólo una, pues la pasta no daba para más. La saboreaba, la olía y por supuesto me la comía. Las manos no me las lavaba durante tres días, así me llevaba su perfume a mar.

                                   Alberga además en sus fauces otra placita muy coqueta, no me acuerdo de su nombre, pero si tengo su fotografía en mi memoria. Me acuerdo de cada rincón, de su fuente, de su luz, de su vida. Enfrente de ella está un edificio precioso, "El Palacio de Fonseca", que en su día fue un palacio y en aquel momento era una Facultad, la Facultad de Económicas. Un edificio digo de ser visitado. Seguimos la calle y ésta, nos vomita al final a una Alameda. Que es como todas las Alamedas, llena de árboles y plantas, sólo que ésta tiene un encanto especial, como se ve en la fotografía. Para llegar a su punto más álgido, aún hay que andar un buen tramo, pero merece la pena, pues allí se encuentra su punto mágico, desde él, se ve la ciudad con su catedral y con sus iglesias de postal y el granito que brota como lava de un volcán.

                                 Después de esto, es mejor dejarlo todo e irse a comer, para así digerir tanta belleza. Al final de la comida, recomiendo una copa fría de un buen orujo casero. Será una explosión por dentro, un calor, un sudor y una bomba nuclear. A continuación, es aconsejable un buen paseo, para hacer la digestión, y es buen momento para volver sobre nuestros pasos y recorrer las calles que rodean a la Catedral, ya que dada la hora, las calles están semivacías y se puede observar en todo su esplendor, cada rincón que nos enseñan las piedras.

                                    Los días de lluvia, es precioso recorrer las rúas por sus soportales y al abrigo de la lluvia y ver como ésta cae en finas cortinas y como el pavimento del suelo se llena de reflejos. Si a uno le empieza a entrar el frío, hay una solución, en la "Rúa Nova", hay un bar pequeño, más bien diminuto, donde sólo caben dos o tres personas y por tanto se llenaba fácilmente. Y en el que sirven un mejunje, que se llama "tumbadios". Ya os figuráis el brebaje, aguardiente mezclado con licor café, ¡¡que mejor combinación!!. Lo tomas y ya entras en calor, es como el Nescafé, instantáneo y por la boca te salen llamas como las del dragón. Ahora  sí, ¡que importa el frío, la lluvia, el hielo o la nieve!, después de semejante subidón...

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...