LA CODICIA (Relato)

  La codicia, la codicia me suena a codos o a vicio de tocarse los codos o de follar con ellos, en resumen codos y vicio. Eso en principio, así a primera vista, después ya me suena a otra cosa, pero siempre muy relacionada con la avaricia y con la envidia. De hecho no sé discernir muy bien los límites de cada una y por eso voy a recurrir a la Real Academia Española, para que me resuelva el entuerto. Ahora vuelvo.

              Ya estoy aquí, según la R.A.E. la codicia es el afán excesivo de riqueza. Y aquí entiendo que radica la diferencia con la avaricia y como decía anteriormente la avaricia  no engloba necesariamente el deseo de riqueza, en cambio la codicia sí. Aunque que también viene como significado de codicia, el apetito sexual. Y esto me deja fuera de juego, que tiene que ver el apetito sexual con la codicia. Pues apetito sexual lo tenemos muchos y la codicia sexual pues no sé que decir, yo no de momento no la tengo, pues no me gusta follar con los codos. Me gusta más la definición de Codiciar que da la R.A.E.: desear con ansia las riquezas u otras cosas. Aunque lo de otras cosas da para mucho más que mucho.

            Poner un ejemplo ya me resulta como más difícil. Ser codicioso es tener ansia de poder y el poder lo da el dinero, por lo menos en ésta sociedad que vivimos y por desgracia no conozco otra. A mi me recuerda al Pato Donalds y su ansia de tener pelas y riqueza. Claro que podía decirse que es codicioso o avaricioso y por tanto aún no sé discernir entre los dos términos. mejor me voy a ir a la cama que tengo codicia de sueño y además ya tengo una nube gris en mi cerebro. Abur.

           Aunque codicia también me suena a Código, a código da Vinci (perdón, esto fué una pausa publicitaria). Me suena a Código y a Códice, que tampoco sé en que se diferencian. Ahora vuelvo. Pues no son lo mismo, ni parecido. El código, es una recopilación sistemática de leyes y una cifra que sirve para descifrar mensajes secretos. Y el Códice, es un libro manuscrito antiguo, antes de que existiera la imprenta. Pues algo he aprendido hoy, sólo por eso ya mereció la pena.
Por último, pienso que la palabra codicia tiene rima y por tanto es fácil de rimar. La codicia de la princesa Leticia, la codicia de la avaricia y que delicia de codicia...

LA GULA (Relato)

La gula, buuff!! la gula, que pereza (otro pecado capital, la pereza). La gula, en principio me dá bastante asco, me suena todo a comida y a comida pantagruélica y por eso me rebosa y me produce asco. Visualmente yo la relaciono con una película que ví hace muchos años, creo que era una película de cine club o a mi me lo pareció. Su director creo que era Fellini y si no lo era no importa, pues era de su misma pandilla, igual de sádico y asqueroso La película era infumable, pero de aquellas ni se te ocurriera decirlo, bueno decirlo podías, pero corrías el riesgo de quedarte hasta sin amigos. Eran tiempos de vacas sagradas y por tanto quien llegaba al pedestal era intocable. Cuando alguien dejaba escapar un comentario crítico, las miradas se clavaban en él y era inmediatamente fulminado y yo, como no era tonto y por eso ya de aquellas compraba en Mediomark, pues aprendí rápido de que iba el asunto y prefería callar, antes de quedarme sólo.

La película versaba sobre la comida, en concreto quedaban unos amigotes a comer en una casa, pero con la mala intención de comer hasta reventar, ¡e aquí un gran argumento!, quedar para morir comiendo, que original. A mi entraron ganas de aplicarla a mi propio estilo y quedar con unos amigos para morir cagando, a mi gusta más y concuerda más con mi propio estilo.

Bueno los tíos empiezan a comer como verdaderos cerdos, eso sí con una preparación y presentación de los platos que ya quisiera yo, aunque sólo fuera para hacerlo un día. Bueno pues van comiendo y comiendo y van cayendo poquito a poco como asquerosas moscas. El tío, el director, se recreaba en las escenas más desagradables  y le gustaba pararse en como morían reventados por dentro. ¡Que bonito!, verdad, ¡Que preciosidad de película!.

Pues ya sabeis en que película represento a la Gula y creo que la explicación sintetiza perfectamente lo que en realidad, es la gula. Pues es eso es una guarrada, una asquerosidad sin más y tampoco admite tintes a medias, no hay un poco o un mucho de gula, o la hay o no la hay y punto. Me entran arcadas de sólo pensarlo.

LA AVARICIA (Relato)

La avaricia, la avaricia rompe el saco, no sé que saco, pero el caso es que lo rompe. Con la avaricia aún lo tengo más claro y es que no puedo con ella. A un aváro, lo relaciono con un judío, con un judío de los de película. Lo veo sentado en una tienda cutre y pequeña, con poca luz, supongo que para ahorrar en la factura, y contando monedas, una tras otra y así todo el día. Lo veo con unas pequeñas lentes que porta en la punta de su nariz aguileña y bien pronunciada, la cara delgada y con el pelo sucio. El hombre tiene sus manos largas, idóneas para contar billetes y es entrado en años, más bien tirando a viejo y con una chepa respetable y al final de su cabeza y tapando su coronilla un pequeño gorro, de esos gorros judíos, que parecen que se lo regalaron cuando tenía 1 año de eded y como ya era judío, pues para eso nació judío, de aquellas no fué capaz de tirarlo y por eso ahora le queda pequeñito.

                Así es mi visión del aváro, mi visión de película, pues en realidad nunca estuve en un cuchitril judío, en un barrio sí, pero el cuchitril me lo figuro. De aváros también tengo muchos ejemplos, pero como hice antes cogeré uno. No sé porque a los aváros se les ve como personas montadas en el dólar y no es verdad esto, se es aváro con pelas y sin pelas, puedes dedicarte a contar billetes o a contar los piojos que uno tiene. Me acuerdo de un elemento que vivió conmigo y con algunos más impresentables, en un piso de estudiantes y el tío era mísero hasta la médula. Hacíamos un fondo común de pelas y de alimentos con lo que cada uno traía buenamente de su santa casa y repartíamos asi lo poco que había, más bien lo poco que quedaba, pues traer traíamos, otra cosa es que éramos limas sordas y aquél fondo común de alimentos duraba menos que un helado al sol.

               Nos llamaba la atención que todos aportábamos lo que podíamos, menos el tío que someto a estudio, el cual no aportaba nada, nada de nada. Y es que el tío ponía cara de pena y pretendía contarnos que eran pobres, cosa que ni él se creía. Además el bicho a estudio, siempre cerraba su habitación bajo llave y esto nos mosqueaba aún más. Y llegó el día, llegó el día en que el tio se olvidó de cerrar su habitación y todos acudimos como locos a ver si escondía algo y saber resolver el misterio. Y el misterio mostró su cara, su cara amarga, pues tenía un gran armario, pero no lleno de ropa, lo tenía lleno hasta las trancas de comida y no de comida de pobre pues había buenas viandas. Aquel armario parecía un banco de alimentos y que olor a chorizo y a leche agria, y a quesos medio negros de pasados y ¿su ropa?, pues su ropa la tenía guardada debajo de la cama, vamos guardada es un decir, más bien apelotonada. En éste caso que os cuento la avaricia no rompe el saco, rompe el armario.

LA ENVIDIA Relato)

  Otro pecado capital que me interesa y mucho, es la envidia, la puta envidia. Y no es que me atraiga precisamente por sus cualidades, más bien lo contrario, es una atracción fatal y en definitiva, me atrae porque la odio. La envidia, la puta envidia y cada vez que la oigo y veo, me repaso mentalmente, buscando en mis profundidas y allí la pillo, en el fondo más oscuro de mi alma inmunda. Y es que yo soy un envidioso, como todos los seres vivos y lo soy y lo reconozco, sin más. La envidia se tiene o no se tiene y no vale decir que yo sólo tengo un poco, un poco de envidia y como se mide eso. Un poco dirás tú, pero si eres el ser más envidioso que he conocido, esto cuantas veces lo habremos oído o dicho.

              Es una manía muy humana, primero etiquetar y despues dejar la etiqueta medio borrosa o lo que es lo mismo yo voy a cerrar la puerta y cuando la voy a cerrar la dejo un poco entreabierta y sólo por si acaso. O sea tú eres un gilipollas pero no lo eres tanto o se es o no se es y en éste caso no valen los refranes: "un poco de envidia también es buena", ni un poco ni hostias benditas, la envidia se tiene o no se tiene.

              Aclarado esto yo tengo un ejemplo de que soy un envidioso de mierda y los ejemplos cuando están bien puestos valen más que mil palabras, y éste ejemplo es, que yo envidio al Antonio Banderas. Lo envidio porque se ha forjado a si mismo y saliendo de la nada o eso es lo que él dice. Lo envidio por su guapura mediterránea, aunque ahora está más estirado que la Preisler y hasta da un poco o mucha grima. Lo envidio porque de niño tuvo un sueño, que fué que se enamoró de su Melanie y mas´adelante cuando ya era famosillo, pudo cumplir ese sueño de niño y ¡¡zas!!  se casó con la Melanie, que es bastante mayor que él, pero que se conservó bastante bien conservada en alcohol de 40 º. Lo envidio por sus papeles estelares, que ahora mismo no me acuerdo de ninguno y no pienso acordarme nunca, pero deben ser estelares porque eso dice la gente.

              Lo envidio pos su fervor patrio, pues ultimamente le da por la sacrosanta legión, por los toros y caballos y por la Semana Santa. Ahí, en la Semana Santa es cuando el disfruta y forma pandi con el resto de los capiruchos portando con sus poderosos brazos a la Virgen Santa y es que se le ve en la cara, que lo siente y que lo vive, es fé, es pasión, es sangre española. Después se quita el capirucho y a tomar el sol en las Marbellas y siempre acompañado de su mujer fatal, la Melanie, que le sigue como un perro a su dueño. Lo que nadie sabe y yo os lo anticipo, es que el Antony lleva una petaca en su bolsillo y por eso la Melanie le sigue como un perro. No sé si le dais la importancia que tiene, es como enamorarte de pequeñito de Sara Montiel y después casarte con ella y eso sólo lo puede hacer mi Antonio Banderas. Es para morirse en el acto y si resucitas volver a morirte.

            Esto es un ejemplo de lo que es la envidia y podía explicar muchos más, pero creo que mi ejemplo ha sido suficientemente claro. La verdad que ahora en éste preciso momento, veo a un vecino que sale de su coche y menudo carro tiene el capullo y pienso que ese tío no se merece ese carro y que yo tengo más méritos par que sea mío. Y esto que es si no, pues que la envidia me corroe, ni más ni menos.

MOSCAS COJONERAS (Pensamiento)

Cuando disparo a veces no cuento con el retroceso inmediato, aunque lo intento, pues lo inmediato me gusta y por tanto suelo estar atento. Lo que me cuesta más, es el efecto boomerang, el que disparas y no pasa nada de inmediato y al cabo de cierto tiempo te viene una respuesta que suele ser desproporcionada atú disparo inicial. Y suele serlo porque ha pasado el tiempo y lo que fué ya no es o sea en la cabeza del contrario le queda un resquemor y ese resquemor aumenta con el tiempo y lo que era una simple bala de pistola se convierte en una bala de cañón. Y claro, esto lo sé, porque también me pasa a mi, como a todos los humanos.

           A mi me gusta que me disparen al corazón o a la cabeza o a cualquier órgano vital y ya sé que tengo el riesgo de quedarme tieso, pero si sobrevivo y repito, si sobrevivo al ataque contrario, mi respuesta va a ser lanzarme a su yugular sin paracaídas y eso me gusta y me encanta el que me hayan tendido una alfombra roja, roja porque es como va a quedar la alfombra después de mi contraataque.

          No me gustan las apariencias, las buenas o falsas apariencias, si son apariencia son apariencias y aquí no hay término medio. Tampoco me gustan las moscas muertas, esas personas que parecen que no han roto un plato en su vida y digo parece, pues claro que los han roto y te miran con esos ojos amorfos y con cara de pena, como si en cualquier momento se van a poner a llorar, pero que después nunca lloran, es sólo una pose. Y posteriormente, como todas las personas, hablan y como hablan, hablan por lo bajines pero con una mala hostia que te cagas.

         Y estos señores son los principales artífices del efecto boomerang, pues nunca darán la cara y cuando llegan a tí sus opiniones nunca llegan por ellos, llega siempre por terceras personas o bichos trasmisores de malas noticias, que no son mosquiles como las primeras, pero que les encanta el olor a putrefacto. Entonces a éstas terceras personas, se les podría llamar buitres o hienas o cualquier nombre de carroñero y a los primeros, moscas cojoneras. Pues parecen pequeñas e inofensivas, pero su zumbido de mala baba a veces te desquicia y simplemente porque te tocan los cojones.

ME CONCEDO (Poema)

Yo me concedo la venia,
y me perdono por mis pecados,
por los que hice y por los que hago,
y por los que tengo pendientes,
y así me libero de otra confesión futura.

Yo me concedo el perdón,
pues ya me he juzgado,
y he puesto sobre la mesa,
 los pros y contras,
y los pesé en mi balanza de precisión,
de las que permite la ley,
y que están homologadas,
y el resultado fué sumamente igualado.

Pero mi voto es parcial,
parcial como la vida misma,
y siempre pesa más que el resto,
y es que en el fondo me da igual,
el como y el porqué fuí juzgado,
si yo soy mi propio juez,
y juro que no me condenaré,
aunque tenga que hacer,
 un pacto con el diablo.

Me he concedido la libertad,
la libertad sin condiciones,
y ahora soy libre,
y libre hasta la médula,
y por eso no volveré a hablar,
de condenas ni de juzgados.

LA LUJURIA (Relato)

  Los 7 pecados capitales o los 7 vicios, me gustan todos ellos, salvo alguno. La lujuria, me entusiasma la lujuria, me gusta la palabra y me encanta su significado. Que lujo de lujuria, que despilfarro, que despipote. Desde siempre cuando oigo lujuria, me acuerdo de los Romanos, bueno de las películas que versaban sobre ellos. Romanos rodeados de bailarinas un poco, sólo un poco, desnudas y contorneándose como culebras y al compás de una música horrible y  en esto, en lo de la música, nunca entendí mucho a los romanos, pues tenían gusto para muchas cosas, pero para la música el gusto lo tenían en el culo.

             Después varios tíos tirados sobre una especie de tumbonas y todos colocados y de su boca le caían chorros de grasa, debido a esos muslos que se zampaban, muslos grandes como elefantes. Encima de sus mesas siempre había más fuentes de comida, nunca pescado, que eso debía ser para la plebe, eran platos siempre rebosantes de carne y más carne y la única fruta que aparecía eran cantidades industriales de uvas. Que por cierto, no sé como lo harían pues la fruta es de temporada y yo no ví una sóla película en que no aparecieran uvas. Eso me hacía pensar en tres posibilidades: o los romanos vivían en un verano prepétuo o todas las películas se rodaban en esa temporada, o la tercera, es que ya tenían cámaras frigoríficas, pero preferían tenerlas escondidas.

             Los romanos se acicalaban muy poco, más bien el look era tirando a descuidado, muchos iban despeinados y con la grasa que le colgaba de su boca, no daban un aspecto de ser muy limpios. La ropa, eras la túnica de siempre y a poder ser blanca y con ese cruzado mágico a un lado de su barriga o tórax, difícil ditinguir las partes anatómicas, pues en ellos todo era barriga. Y aquí cabe la misma o parecida reflexión de antes: los romanos de las películas siempre y durante todo el año, estaban vestidos con túnicas y entonces me vuelvo a preguntar: en sus épocas románicas siempre era verano, para usar esas livianas túnicas. Pues si que eran ideales para el verano húmedo del Mediterráneo, pero para el invierno era morirse de humedad y frío. Después esa corona de laurel que llevaban como una diadema, que tampoco era un lujo de diadema, pero ellos la llevaban y se les veía muy contentos. Por último de lo que yo recuerdo, eran sus tazas de plata o de alpaca siempre llenas de vino y que en sus bocas, junto con las grasas hacían un lindo pastizal. por cierto era vino tinto, el blanco o aún no lo habían descubierto o a lo mejor no les gustaba.

Ésta es mi visión de la lujuria, por tanto me vuelvo a confirmar en que la lujuria es el mejor pecado, es el más capital de ellos, es el vicio más consagrado y lo envidio, pero la envidia ya es otro pecado capital, que ya tocaré en otro momento. Pero me confirmo, envidio a la lujuria. ¡¡Quién pudiera ser romano!!. Que lujuria me produce el sólo hecho de pensarlo.

EL AVERNO (Poema)

Principe de las tinieblas,
porque no me llamas y me llevas,
y ¿que necesito hacer?
para llamar tú atención,
pues si tengo que matar, mato,
y si tengo que pecar más,
lo haré sin dudarlo.

Principe de lo tenebroso,
acógeme en tú seno,
hazme un hueco en el infierno,
y por favor dime algo,
con una sóla palabra me llega,
un deseo, una orden, una idea,
pero por favor dímela.

Como ves Principe de lo infinito,
lo mío es un estado obsesivo,
y mi espiritu ya está endemoniado,
por tanto,
sólo necesito el traslado de mi cuerpo,
hacia el Averno de mis sueños.

Principe demoníco,
principe sin escudo de armas,
principe de todos los reinos,
enséñame el camino para llegar a ti,
dime que pasos tengo que dar,
si necesito hacer el mal en cada momento,
o simplemente dejar de hacer el bien,
pero por favor Principe, dime algo.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...