"Pausa", Mario Benedetti


 "De vez en cuando

hay que hacer una pausa

contemplarse a sí mismo

sin la fruición cotidiana

examinar el pasado

rubro por rubro

etapa por etapa

baldosa por baldosa

y no llorarse las mentiras

sino cantarse las verdades".



















SIRENO

 

El día transcurre
simplemente transcurre
es que no todos los días pueden ser de colores
y habrá días, como el de hoy,
en donde el tiempo va por delante del segundero.
En realidad,
hay muchos días en que pasa eso,
en que tú vas por detrás de las agujas del reloj
y a lo tonto a lo tonto ya son las 12,30 de la mañana.
media hora pasada del ángelus,
empiezo a sentir el hambre,
el hambre voraz que me entra en las guardias
y además,
debo poseer el record mundial de comer más deprisa,
porque aquí (en las guardias) no como y ni siquiera respiro,
aquí lo trago todo y de coger aire nada de nada
o quizá lo haga por las agallas y a lo mejor no me entero.
Agallas o branquias de sireno,
como aquella estatua de mi Vigo natal (en la foto),
que representa un sireno y no una sirena,
la estatua en sí
es una mierda pinchada en un palo,
es un adefesio mal hecho que no sabían que nombre ponerle
y hasta que a una mente privilegiada y desiquilibrada
se le ocurrió ese nombre de película de risa
y así le pusieron...SIRENO.
Todas las reaccione



















ISLAS


Debería tomarme las cosas
de otra manera,
con menos pasión, con menos ira,
con menos dolor de muelas
y con más sabor a dopamina...,
Debería hacer todo con más sosiego,
con menos dolor de vísceras huecas,
con más calma aburrida y sosegada,
ampliando plazos y concediendo créditos,
alargando coitos sin interrupciones,
sin prisas, sin atropellarme a mí mismo,
todo con más tiento, siempre pensando,
siempre masticando objetos, cosas e ideas,
engullendo muy despacio,
siempre saboreando espacios y tiempos,
y estirando letras y prolongando frases y verbos.
No sé....hacer de un día una semana,
convertir una hora en 24 horas,
hacer de cada historia una historia interminable,
y que en cada minuto creciera un sueño,
y en que mi velocidad vital ideal sería...
60 sueños/por hora.
No sé,
tengo necesidad de producir palabras,
de escribir sobre tesoros escondidos jamás encontrados
y en Islas como en la que vivo,
bonitas, hermosas,
pequeñas, diminutas, insignificantes,
perdidas en medio de un mar que nadie sabe como fue creado,
risueñas, un poco enloquecidas,
despeinadas por los agitados vientos,
melosas, cariñosas,
húmedas, tristes y orgullosas,
contentas, lluviosas,
de despertares espléndidos,
de anocheceres bellos y entusiastas,
de ritmos sosegados y donde no importa el tiempo
ni casi nada,
de calma, de mar en calma
y de vez en cuando,
de mar cabreada, desatada y muy descontrolada...
























EL CUENTO DE CAPERUCITA

 Como el resto de los humanos, no me gusta recordar los malos y peores tiempos y lo digo, porque hemos pasado por una pandemia muy bestia y ahora, que poco se habla de ella. Se sabe que hemos pasado por ella, pero como si fuera en otra vida o en otra dimensión. Algo sabemos del tema y porque allí estuvimos, pero no nos gusta recordar el sabor del miedo colectivo. Y digo colectivo, porque el individual no produce tantos estragos sociales y porque antes de que se extienda al colectivo social, atiborran a pastillas al sujeto y no solucionan el miedo individual de cada uno, pero lo aislan en plan preventivo. Pero que pasa cuando ese mismo miedo se convierte y por diversas circunstancias (en este caso por la covid), en un miedo social y hasta el gobierno se caga patas abajo y su ejército tan valeroso en lo demás (eso dicen ellos), se convierte en un flan. Pues eso, que todo dios se caga y cada uno busca y si puede, sus artimañas y para salvarse de la quema. Hemos visto altos cargos políticos, policiales, empresariales, vacunándose antes que nadie y saltándose la lista de espera para vacunarse.

El miedo colectivo hace temblar toda la estructura que tienes bajo tus pies y toda esa sociedad y en apariencia tan bien apuntalada, como es la nuestra, se desmorona en dos segundos. Y la frase de "cobarde el último" es la que nos guía en esos días de miseria colectiva. Lo peor de todo, es que yo lo sabía y sabía que esta sociedad es un pegote y que en apariencia es solidaria y humanitaria y que en la realidad, es un montaje de papel cartón. Pero claro, quién, como es este caso, quiere volver a ese pasado tan deporable. Quién quiere volver a ver lo que es gran ejemplo de la miseria humana. Pues nadie. Pero ahora, ya sabemos dos cosas, el ser humano se hace cobarde y débil, con las guerras pero ahora le tenemos que añadir, que también con las pandemias. Ese nivel de cobardía no se la mostraremos a nuestros hijos y porque contar que hemos sido unos cobardes de mierda no es algo de lo que uno se tiene que sentir orgulloso (eso dice la gran mayoría).

Ante este tipo de marrones colectivos, preferimos ponernos de perfil y obviar lo más cruento del tema y repartir cuatro medallitas al valor a cuatro desgraciados que no se habían enterado ni de la mitad. Ponemos un valiente por delante de un millón de cobardes y así lavamos colectivamente nuestras penosas conciencias. Reconocer nuestra cobardía colectiva en esos momentos, es algo que se hará siglos después y mientras nos seguiremos quedando con el cuento de caperucita.

















NO ME GUSTA ESTAR EN PRIMERA FILA (En tiempos de pandemia)

 No me gusta estar en primera fila,
(me refiero a la lucha contra el coronavirus)
porque sé y esto lo tengo más que aprendido,
que seremos los primeros en caer en la batalla
y en fin, seremos conejillos de laboratorio
y ésta medicina funciona y ésta no,
y probemos con ésta otra,
y mientras uno estás inmerso en ese proceso de prueba,
la vida te abandona...,
No me gusta estar de primero
y tener que partirme el pecho y la vida por ello,
prefiero ser un segundón medio cobarde,
que un héroe de pacotilla al que le queda un día de vida,
pero claro, en mi caso y como médico
esto no es una opción...
y en primera línea pasaré el resto de esta guerra.























No me gusta estar en primera fila,
(Me refiero a la lucha contra el coronavirus)
porque sé y esto lo tengo más que aprendido,
que seremos los primeros en caer en la batalla
y en fin, seremos conejillos de laboratorio
y ésta medicina funciona y ésta no,
y probemos con ésta otra,
y mientras uno estás inmerso en ese proceso de prueba,
la vida te abandona...,
No me gusta estar de primero
y tener que partirme el pecho y la vida por ello,
prefiero ser un segundón medio cobarde,
que un héroe de pacotilla al que le queda un día de vida,
pero claro, en mi caso y como médico
esto no es opcional...
y en primera línea pasaré el resto de esta guerra.

TENGO RECUERDOS CLAVADOS COMO ESTACAS


Tengo recuerdos clavados como estacas,
tengo momentos que me envilecen como ser humano
y me hacen ser más cobarde.
Tengo otros que me hacen ser gigante
y me cargan las pilas para otros combates,
....pero todo a su debido tiempo...
Ahora estoy dentro de una burbuja de aire,
y disfrutando de sus vistas estelares
y del flotar dentro de su atmósfera cero.
Ahora estoy en época neutra,
no lucho porque me siento demasiado cansado,
no descanso porque quiero seguir luchando,
estoy en un sí me gusta luchar pero tampoco lo contrario,
estoy en ese tiempo muerto que solo se concede a los muertos,
estoy entre dos aguas desbordadas por tantas lágrimas derramadas,
en fin, estoy entre el dolor afligido y el dolor superado.
Ahora navego por mares quietos y sosegados,
Ahora el viento se hizo brisa marina,
Ahora mi vida tiene sabor a mandarina,
mi vida, mis cuentos, mis dudas,
mis aciertos y mis desconciertos,
todos flotan con la suave mano del mar en calma.
























¿qué más da?



 No me queda nada

o me queda menos

para llegar a lo no existencia.

Borrado del mapa

fulminado por un rayo,

desaparecido en combate...

serán algunas expresiones

que vosotros tendréis que soportar,

yo no y porque ya estaré muerto

pero las oiré en apagados ecos

amortiguados por un metro de tierra que tendré sobre mí

antes escucharé como un viejo topo escarba tierra

y como alguna gaviota caga sobre mi tumba.

La realidad es tan pragmática

que se carga cualquier tipo de romanticismo.

Uno muere

y lo que después, digan de él

¿qué más da?


















LA GESTIÓN DE LAS EMOCIONES

 Acabo de leer en el periódico local una entrevista a un psicólogo-filósofo con aire postmodernista tirando a listillo, que habla de eso, de la gestión de las emociones. Lo cual me parece muy bien, pero la cosa tiene su punto. Porque el tío más adelante se lanzaba sin paracaídas y decía que "tenemos que gestionar nuestras emociones y se trata de dotarnos con las herramientas necesarias para llegar a un consenso". Sí he dicho, consenso o mejor dicho es lo que dijo el tío listillo. Después adornaba su objetivo, de que hay que saber escuchar y para... y para insistir de nuevo, en llegar al famoso consenso.

Como se ve la gestión de las emociones da para mucho. Y porque el tío no va de legal y no va directamente al grano...de "como llegar al consenso a través de la gestión de las emociones" y así todos nos entenderíamos mejor y hasta yo no perdería mi sagrado tiempo en leer su entrevista. Al menda lo que lo que realmente le importa, es llegar al puto consenso. Porque a mi si me interesa la gestión de las emociones, pero me interesan para mejorar el bienestar de cada uno y no para ir consensuando todo el día y a todas horas. Aparte que no entiendo esa idea de que todo funcionaría mejor si se consensuaran todas las posturas o los pensamientos.

Es como decir que los políticos no saben hacer política porque no saben consensuar (aunque a veces, es verdad) y por  tanto no saben gestionar sus emociones y las de los demás. Bueno pues yo y como es evidente, el consenso me lo paso por el culo....Porque por mucho que yo gestione mis emociones, primero hago ejercicio con ellas cuando escribo todos los días y sobre todo, que me siento obligado a pensar sobre ellas, pero eso, no me lleva a tener que consensuar con el vecino que solo come bocatas grasientos y como mucho y ya veríamos, llegaría a establecer acuerdos puntuales "Tú no mees en mi puerta y yo no te cagaré en la tuya" y esto no es consenso, es simplemente un acuerdo o de intercambio de favores mutuos.

Pero lo que yo me pregunto, es que necesidad tengo yo de hacer consenso con mi vecino, si cada uno es cada uno y cada uno vive en su santa casa y de puertas adentro se puede hacer lo que nos salga de nuestros santos  cojones, eso sí, sin molestarnos mutuamente. En el fondo del asunto viene la idea de que la gestión política es tan mala, porque no sabemos sabemos gestionar nuestras emociones. Y claro, eso borra las ideologías y las borra de un solo plumazo y como yo voy a consensuar con un individuo en que su única meta, es vivir de explotar a los demás. Pues ya digo, éste señor vende su producto y lo vende como la solución total o como la solución universal a nuestros problemas sociales. A mi me recuerda a aquellos individuos que en las películas del Oeste, vendían remedios para todo, sólo que ahora a aquellos potingues, se les llama, "la gestión de nuestras emociones consensuadas".




Juan José Millás (Solo)


Solo
Detestaba mucho a un amigo en cuya muerte imaginaria me recreaba con frecuencia. Cuando me descubría en tal actitud, sentía vergüenza de mí y procuraba cambiar de fantasía. Pero con cuanta más fuerza la rechazaba, con más fuerza volvía. Mírenme en el tanatorio, observando su cadáver para asegurarme de que ese viejo camarada está muerto y bien muerto. Finjo ante sus familiares una pena que no me posee, pues me llena de felicidad haber ganado esta batalla. Ese individuo y yo simulábamos desde hace años una devoción mutua inexistente, pues por debajo de las apariencias circulaba un odio feroz. Si no lo hubiera matado yo a él (imaginariamente, insisto), habría acabado él conmigo. Aquí paz y después gloria.
Lo curioso es que después de sus sucesivos entierros (pues lo asesinaba cada tarde) sentía un vacío enorme. Por un lado, estaba el sentimiento de culpa, claro, no soy ningún monstruo, pero, por otro, la impresión de que me faltaba algo. Por fortuna, resucitaba a diario en la realidad con la misma facilidad con la que yo lo enterraba en mi mente, y de este modo el ciclo del odio se renovaba. A veces me preguntaba si él me ejecutaba con la asiduidad con la que yo lo ejecutaba a él y si había jornadas en las que yo asistía a su funeral a la misma hora a la que él asistía al mío.
El caso es que el viernes pasado estaba estrangulándolo una vez más, y mientras escuchaba su respiración agónica por la falta de aire sonó el teléfono y resultó que era él.
- ¿Qué hacías? -me preguntó.
-Te estaba estrangulando imaginariamente -dije.
El hombre se rio como si se tratase de una broma y yo reí con él para evitar sospechas. Me llamaba para hacerme un favor de carácter personal que no viene al caso referir. Pero se trataba de uno de esos favores que uno no olvida nunca porque llegan en el momento justo. Uno de esos favores que te salvan la vida. Le di las gracias, charlamos unos minutos y quedamos en vernos pronto. ¿Me hacía ese favor para que lo odiara más o para firmar una paz secreta?, me pregunté esa noche en la cama, incapaz de conciliar el sueño. Nunca lo sabré porque al día siguiente falleció de un infarto, como para fastidiarme, dejándome más solo que la una.


























Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...