EN EL FONDO...
En el fondo me declaro hastiado y cansado
y busco y rebusco en mis partes más nobles
y observo que me falta ternura,
que ya no crujo ni me regenero como antes,
que se me cae un brazo
y ya no me crece,
que un ojo me sale como un disparo,
y la cuenca vacía se hace nido de cuervo negro
y que los dientes se caen por la carcoma y la polilla
y que la vida en general
se va arrugando
y tanto se arruga
que al final
cabes dentro de una caja de zapatos.
y poco más...
ATARDECER
A veces y dependiendo de la hora en que te llamen y para realizar un transporte aéreo médico urgente y vital, el andar como un pato mareado de aquí para allá y de una isla a la otra y porque además, volar cansa y cansa mucho...pues eso, que de vez en cuando, se te regala un hermoso atardecer como éste. Y con ello, se queda todo compensado y si no, igualmente te tendrás que joder.
IRA BYOCK
Hace años, un estudiante le preguntó a la antropóloga Margaret Mead cuál consideraba ella que era el primer signo de civilización en una cultura. El estudiante esperaba que Mead hablara de anzuelos, ollas de barro o piedras de moler.
Pero no. Mead dijo que el primer signo de civilización en una cultura antigua era un fémur que se había roto y luego sanado. Mead explicó que en el reino animal, si te rompes una pierna, mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a tomar algo o buscar comida. Eres carne de bestias que merodean. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane.
Un fémur roto que se ha curado es evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con el que se cayó, ha vendado la herida, le ha llevado a un lugar seguro y le ha ayudado a recuperarse. Mead dijo que ayudar a alguien más en las dificultades es el punto donde comienza la civilización.
DESNUDO Y FRÁGIL (Chantal Maillard)
Te supe frágil y desnudo,
tan frágil eras, tan desnudo
que se quebró tu sombra al respirar.
Abrí la puerta y las voces del agua
adoptaron la forma de tu cuerpo.
Tan leve parecías, tan al borde
de ti
que la noche aprendió
el modo de dormirse sobre el rio.
tan frágil eras, tan desnudo
que se quebró tu sombra al respirar.
Abrí la puerta y las voces del agua
adoptaron la forma de tu cuerpo.
Tan leve parecías, tan al borde
de ti
que la noche aprendió
el modo de dormirse sobre el rio.
"TE VEÍA LLEGAR" DE KARMELO IRIBARREN
Te veía
llegar,
cruzar la puerta,
darme un besazo en el morro,
mirarme a los ojos
de esa manera única,
como solo tú miras
a los ojos: rompiendo el calendario.
Te veía
hacer esas cosas sencillas
que tú haces
para que el mundo
entre en razón;
y no sabía
a quién
darle las gracias.
llegar,
cruzar la puerta,
darme un besazo en el morro,
mirarme a los ojos
de esa manera única,
como solo tú miras
a los ojos: rompiendo el calendario.
Te veía
hacer esas cosas sencillas
que tú haces
para que el mundo
entre en razón;
y no sabía
a quién
darle las gracias.
De la novela QUE NADIE DUERMA (Juan José Millás) Capítulo 10
... Como el niño iba muy silencioso en los brazos de su madre, que se había colocado el cinturón de seguridad de manera que abarcara el cuerpo de ambos, Lucía le preguntó, en el tono idiota con el que los adultos hablan a los niños, que dónde había dejado a su hermanito.
El pequeño bajó la mirada en silencio al tiempo que la madre, dirigiéndose al espejo retrovisor, dibujaba con los labios, aunque sin emitir sonido alguno, un "ha muerto".
- Perdón - respondió Lucía del mismo modo, con las cejas alzadas por la sorpresa.
Su euforia, sin desaparecer del todo, se aminoró, dejándola exhausta, como cuando se retira la fiebre por los efectos del antipirético. Pero notó que se trataba de un desfallecimiento creativo, semejante al que sucede a un orgasmo intenso, una depresión momentánea desde la que el mundo se dejaba pensar mejor que desde la exaltación anterior. Cuando ya estaban llegando al destino, el niño abrió la boca. Dijo:
- Mamá, ¿hoy se ha muerto alguien?
- Claro, hijo, todos los días se muere alguien - respondió la mujer tras consultar el reloj, como si la muerte tuviera horario de apertura y cierre.
Eran ya las once menos diez. El siguiente boletín informativo sería a las once en punto. Por suerte, a las menos cinco dejó a la madre y al gemelo viudo en su destino y pudo escucharlo ella sola, con el corazón, como suele decirse, en la garganta.
El cadáver había sido identificado y correspondía, en efecto, al cabrón de su ex jefe , de quien dijeron que se hallaba incurso en varios procesos judiciales por quiebra fraudulenta y alzamiento de bienes, entre otros delitos. El cuerpo, además de haber sido desposeído de sus ropas, de su billetera, del teléfono móvil y de la documentación, mostraba señales de violencia. La última persona que lo había visto con vida era su secretaria, según la cual salió de la oficina desde la que llevaba sus negocios sobre las siete de la tarde, sin indicar a dónde se dirigía, dejando el coche en el garaje. A partir de esa hora se le perdía el rastro (...) Se especulaba, dada la trayectoria del sujeto, con la posibilidad de un ajuste de cuentas, también con la idea de que hubiera sido asesinado en un lugar distinto a aquel donde se halló el cadáver.. En todo caso, la autopsia reveló la existencia de alcohol y estupefacientes en el cuerpo del fallecido.
(...) Lucía supuso que había renunciado a coger su coche porque pensaba darse una juerga antes de volver a casa... En tal caso, lo más probable era que hubiera tomado un taxi desde la oficina hasta el lugar donde, casi inconsciente ya, lo recogió Lucía. El único eslabón era ese taxista y quizá el club o el prostíbulo en el que se había drogado. Pero nadie en su sano juicio, aunque lo reconociera por las imágenes de la televisión, acudiría a la comisaría a decir que lo había visto esa noche. (...)
La ausencia de rastros sobre el sujeto, durante todas aquellas horas, favorecía claramente a Lucía. Se sintió bien. (...) Al poco, empezaron a entrar en su móvil mensajes del grupo de wasap de sus compañeros. Se limitó a darse por enterada, aunque le habría gustado ver la cara que pondrían de conocer su participación en el suceso.
... La detuvo a la altura de Cuzco un matrimonio de unos cincuenta años que entró en el coche discutiendo acerca de la longitud de las mangas de las chaquetas, y que continuó haciéndolo después de indicar la dirección a la que iban.
- Si todas las mangas de todas las chaquetas te están largas - dijo al fin el marido dando por zanjada la discusión -, lo más probable es que tengas los brazos cortos. Las mangas se pueden arreglar, los brazos, no.
La mujer le dio las gracias irónicamente por la cortesía y se hundió en un silencio más triste que rencoroso, mientras que el hombre, complacido por la mirada de ella, se acomodó en el asiento con expresión de triunfo. A Lucía también, por lo general, las mangas de la ropa de confección le quedaban un poco largas, por lo que sintió aquella ofensa como propia.
- Peor es una lengua larga que un brazo corto - dijo mirando al pasajero a los ojos por el retrovisor.
- ¿Cómo dice? - preguntó sorprendido.
El tipo no sabía que estaba hablando con la misma mujer que apenas unas horas antes había contribuído a la eliminación de un hijo de perra. Lucía sintió que era capaz de todo. Dijo:
- Digo que si yo fuera su mujer, le habría dado un par de hostias con esas manos que tiene al final de sus cortos brazos. (...)
AL PRINCIPIO DE TODO
Al principio de todo
éramos tierra de nadie en medio de un páramo.
siempre latiendo
siempre queriendo
siempre abriéndonos paso entre el gentío.
Y así hasta que de repente
se nos arrugó el cuerpo
y se nos expandió el alma
y entonces nos dimos cuenta
de que estamos y somos viejos.
LA PEQUEÑA HISTORIA DE MI VIDA
La pequeña historia de mi vida, ha sido muy corta. Demasiado corta... pero también ha sido demasiado intensa. Y que me quiten lo bailado, pero eso sí, que no me quiten lo vivido de lo que conservo en mi mala y pobre memoria. Sin memoria sería una zanahoria. Digamos que ahora y más nunca necesito tener la memoria fresca y porque cuanto mayor te haces se te empieza a doblegar el esqueleto y para compensarte, tienes que tirar mucho más de la memoria y así vas uniendo historias de antes con las de ahora y porque siempre hay un hilo invisible que lo conecta todo dentro de tí.
Uno aprende y aprende mucho y aunque muchas veces se diga lo contrario, que se desaprende (cosa, que también tiene su parte de verdad). Con el paso del tiempo se aprende y se quiere mejor. Y sobre todo, uno aprende a quererse a él mismo. Esa es mi experiencia. Me castigo menos que antes, no vivo tan dentro de la penumbra de la depresión y si no fuera porque al cuerpo lo noto más viejo y más desgastado, creo que ahora no sería el tío más feliz de la tierra, pero le andaría cerca. Ahora me quiero como soy, me gusto y me perdono y si tropiezo dos veces en la misma piedra, quitaré esa piedra de mi camino. Y lo haré con calma y con la tranquilidad y paciencia que ahora me invade. Mi única prisa, es que no se acabe el día y que mis ganas de seguir escribiendo nunca se pierdan.
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