Al descender por las orillas del miedo,
a veces veo cosas extrañas,
veo formas humanas decapitadas,
y veo a personas que andan con el cuello por debajo del agua.
Desde la otra orilla, quizá no vea tantas cosas,
a veces veo como un pez se come una araña,
y en otras veo como nada un pez espada.
y os juro, que yo no alucino,
aunque ya me gustaría, ya me gustaría, ya,
yo sólo describo lo que yo veo,
y ahora veo que el rio hace remolinos,
y que la lluvia cae sobre su agua,
ah! y que los peces se devoran los contornos de mi sombra.
Veo todo esto,
y si veo todo esto, pues me río del miedo,
y ya no tengo respecto a sus orillas,
ni a sus fantasmas siniestros,
ni tampoco a sus remolinos de vértigo,
la verdad, es que me siento valiente,
me inyecto valor cien por cien puro,
y recorro ambas orillas disfrutando de la estampa,
veo de nuevo al agua y veo su espejo,
y con mis dedos cojo una rama del cielo,
y me dejo escurrir por las laderas de lodo.
Ahora no busco la gloria,
ni mofarme de los cobardes,
y menos burlarme de los dubitativos,
yo sólo busco el reconocimiento,
y lo busco en las miradas y no en las medallas,
busco que busquen mis ojos verdes,
busco que su mirada me la mantengan,
y que le echen valor al sentir el desafío.
Yo ante esto, sólo puedo hacer la señal del reconocimiento,
e inclinar mi cabeza todo lo que puedo,
y espero que éste sea un saludo mutuo,
un saludo solidario, un saludo de hermano.
Yo espero verte entre los maizales,
y que tú cara irradie purpurina,
a la vez, que tús senos sean dos manantiales,
y tú pubis un colchón relleno de plumas.
Yo espero eso,
y espero que hagamos el amor al pie de una presa,
y que nos fumemos un cigarrillo mirando las nubes.
Yo te espero aquí,
te espero al borde de un acantilado,
y te espero contando las olas que lavan mis pies,
y mirando al frente por si aparece el rayo verde,
y cantando el aleluya por si vienes a verme.
Yo te espero,
te espero aquí sentado,
sentado sobre ésta piedra tallada por el viento,
y rodeado de deseos y sentimientos.
Yo te espero, te juro que te espero.
MI AMIGO JUANCA - Parte II
Parece que voy tomando un tinte melodrámatico y ultimamente se me da
por ponrerme transcendente, esto es producto de haber visto mucha
serial de novela rosa, me encanta la exageración de las pasiones: los
hipercelos, el amor ciego, los cuernos de las fotonovelas y sobre todo,
me gustan las tías protagonistas. Ahora en serio, la última novela rosa,
es la muerte del Chavez, bueno más bien su vida pero su muerte va a ser
una epopeya bolivariana. Menudo dramón que nos espera, aunque por estos
lares como el Chavez no cae muy bien, nos libraremos en parte. Os
acordais del "que se calle coño" o algo así, o esto fué lo que dijo
Tejero, menudo lío, pero el caso es que mandó callar su majestad el rey
Juan Carlos a Huguito, a Huguito el "bocazas", pues os voy a contar un
secreto del porqué de ese exabrupto. No penseis que es un exabrupto
porque sí, porque le dió la gana al Juanca, hay unas razones de fondo
muy poderosas y una lucha de poderes ocultos y todas esas razones de
Estados se enredan e imbrican de tal manera, que dan para escribir un
libro o varios libros de espías, de suspense, de amores ocultos y de
intrigas palaciegas. En éste cuento histórico entran muchos personajes
muy dispares: está el Huguito Chaves, el Juanca, éstos son los dos
principales protagonistas. Aunque el Rey va siempre por delante, como
debe ser. El duque Empalmado, el CNI (el KGB español), el Clinton, el
Evito Perales, la Cristina Fernández y otros personajes internacionales y
nacionales, que irán saliendo a la palestra, ah!!, se me olvidaba y
éste personaje es importante, ya explicaré el porqué, la princesa
Corinna, la espía de las espías, la superespía a las órdenes del
Gobierno Español y amiga íntima del Rey.
Resulta que el día anterior a la cumbre de las Américas, se juntaron por la tarde a hacer un ligero picni, los jefes de estado que llegaron a tiempo y lo hicieron en los jardines presidenciales. Llevaron sus merendillas y una buena cantidad de bebidas alcohólicas, de todo tipo, pero sobre todo llevaron ron, fundamentalmente ron cubano y venezolano. Mi amigo Juanca, para éste evento y debido a su importancia estratégica, consintió hacerse de nuevo, una cura de desintoxicación y para ello estuvo un mes en la clínica de desintoxicación de Massachussets y ésta cura tiene fama entre los famosos y poderosos del mundo entero, por ser una desintoxicación de última generación. Aqui a Masachussets llegan los fracasados de otras clínicas, los resistentes a todo tipo de terapias o sea los casos incoercibles y crónicos. Asi, que mi amigo Juanca fué a dar con sus huesos a ésta clínica y aquí, aparte de que cuesta una buena pasta, son serios y rígidos, no pasan ni una. El primer problema que tuvo mi amigo Juanca fué al llegar, pues te revisan hasta el carnet de identidad. Te hacen poner en pelota picada, te palpan de cuerpo entero y se entretienen especialmente en la inspección y palpación de los agujeros corporales. En esos agujeros que sirven de escondite para pasar droga o simplemente una botella. Juanca se puso de los nervios, lo sobaron todo el cuerpo, le metieron el dedo en la boca, despues en ambos orificios nasales y por último le metieron el dedo por el culo. Y aquí, si se vió el carácter del monarca, pues empezó a maldecir y a cagarse en todos los santos y hasta mencionó a dios padre, en cuanto notó deslizarse el dedo por su culo. Del cabreo que cogió tuvieron que sujetarlo entre varios y amenazó que dejaba la clínica, pero éste asunto el del cacheo, estaba firmado en el contrato y él había firmado que el cacheo no era causa para abandono del tratamiento, pues decía la letra pequeña, que la palpación de los orificios naturales, formaba parte imprescindible de la terapia. Así, que se tuvo que joder Juanca, pero digamos que ya entró con mal pie o entró con el pie izquierdo. Después lo trasladaron a una habitación insonorizada, por previsión de los alaridos que acompañan al mono y allí le hicieron un chequeo aún más somero. Empezaron por la cabeza, siguieron hacia abajo, tuvieron que saltarse el culo debido al cabreo del Juanca y por fin acabaron por los pies. Se entretuvieron en demasía,con el espléndido hígado del Rey e hicieron cálculos del crecimiento de la criatura. Vieron que el rey tenía un hígado con vida propia, que era grande, mejor dicho inmenso y que sólo le hacía falta tener dos patas para tener su propia autonomía, por tanto, concluía el informe clínico, era un hígado autónomo e independiente. Despues revisaron la zona lumbosacro, que como sabemos zona muy desgastada en su Majestad, por estar tan cerca de la diana y poco más: revisaron su cadera, la que sufrió la fractura producto del accidente que tuvo, cuando se fué a cazar elefantitos y se acabó la revisión, como dice él tan simpaticamente, la revisión del taller.
Más tarde, lo dejaron a sólas con sus cavilaciones. Él observó todo lo de su alrededor y vió que tenía una televisión de plasma de las más modernas y que la habitación estaba limpia de objetos: no había cuadros, no había floreros, en fin no había ningún objeto metálico ni de plástico, con el que se pudiera hacer daño. El cuarto de baño, no tenía cadena del water y la ducha no tenía manguera, y el chorro del agua salía directamente del techo. Por supuesto le fueron sustraídos sus productos de baño, para afeitarse tenía que estar presente un cuidador o la enfermera o los dos. Así que cerró los ojos y se dejó llevar, lo primero que pensó es que tenía terror, ya no miedo ni pánico si no terror. Estaba aterrado esperando que empezara a dar la cara su mono, el delirium tremens y quiso recordar su último mono y al recordarlo se opuso a temblar. No rercordaba mucho de su último mono, pero si se acordaba del malestar que le produjo, bueno de algo sí, de unas hormigas que salían de su ombligo, de unos cuervos negros que le picoteaban la pilila, de una cabra que se la tiraba y tantos animalitos vió, que esa vez se quiso tirar por la ventana, cosa que no pudo hacer, debido a los barrotes puestos con esa intención, la de evitar que alguien se tirara por la ventana.
Pasaron como unas dos horas y Juanca cada vez estaba más acojonado, pues sabía que estaba cercana la llegada del mono. Él como hacen todos y en todas las clínicas del mundo, él lo sabía por propia experiencia, él se había cogido previamente, una buena cogorza mañanera, se había bebido dos botellas de whisky en el avión. Esto que hacía el juancas, lo hacían todos y todos llegaban colocados cada uno con su película: unos ciegos de caballo, otros con la nariz roja y los más dando tumbos y hablando gangoso.
Ahora era casi la hora de tener que ir a comer y a él lo último que le apetecía era ver otras caras y menos tener que comer, él sólo necesitaba beber. Pronto llamaron a la puerta y como él no contestaba, la abrieron y pudo ver a través de ella, a una enfermera con un par de buenas tetas, que de inmediato le dijo, que tenía que levantarse para ir a comer. Él le contestó que no quería comer y que prefería quedarse tumbado y ella muy amablemente le contestó, que él tenía que ir, pues estaba dentro de la terapia.
Así que Juanca fué obediente y sacó fuerzas para levantarse de la cama y se dirigió al comedor de la clínica. Como Juanca se había hecho el remolón para levantarse de la cama, a su llegada al comedor ya estaban ocupadas todas las sillas menos una, la que le correspondía a él. No saludó pues en ese momento sintió los colores de la verguenza, se puso colorado como un tomate y como pudo, se sentó a comer. Aún no era capaz de levantar la vista y ver al personal que tenía a su alrededor, así que se concentró en ver su primer plato y éste era nada menos, que una asquerosa sopa. Los primeros síntomas del mono empezaron a aparecer, los sudores y los temblores, así que cuando intentaba llevarse a la boca una cuchara de sopa, se le desparramaba el contenido por la mesa, no conseguió probar ni una sóla gota. Se hartó rapidamente de derrochar la sopa y poco a poco y de soslayo empezó a mirar a su alrededor. Le llamó la atención una tía rubia que estaba en la mesa de la lado, y se fijó un poquito más y al final ya cayó de la burra: era la Melanie Grifitt ( no sé como se escribe), a partir de ahora, la Melany. Y ella estaba rodeada de una piara de tres machos, que continuamente intentaban llamar la atención de ella. La Melaný estaba despeinada, con unas ojeras que no veas y pintada a ritmo de los temblores. Juanca se fijó un poco más y vió que en su misma mesa, estaba el Clinton, pero éste estaba sano como un roble, ni tembleques ni hostias, él sólo miraba a una jovencita que tenía enfrente. Pensó Juanca, éste punto no está por el alcohol, ni por caballo, ni por farlopa, en tal caso estará por un poco de todo y seguro que sería por adicción al sexo, pues sabía por terceros, que él ya había pasado por varias clínicas, para tratar su adicción y en todas había fracasado y por esa razón estaba en la clínica de Masachussets. La jovencita que tenía enfrente el expresidente Clinton era muy mona y de rasgos angelicales, era más bien tímida, pues estaba muy calladita y de mirada dulce y huidiza. Era morena , y se parecía a alguien que le sonaba, era,...era... era, ahora no le salía el nombre al Juanca, ya le saldría más adelante.
De repente le sonó una voz que hablaba a su espalda y ésta sí que le sonaba, se giró con disimulo y vío a un tío de complexión alta, con amplias entradas en su cabeza y resulta que era el Bertin Osborne, Bertito, para los amigos íntimos. Que alegría pensó el Juanca, éste con lo de las bodegas supongo que tendrá contactos en el exterior de la clínica y siempre podrá pasar de extranjis una botella de Soberano, la bebida preferida de su graciosa Majestad. Con su vista siguió el repaso de los comensales, pero en ese momento llegó el segundo plato y era un filete de merluza con ensalada. Que asco le daba ver la comida, pues las náuseas iban in ascenso y los sudores ya corrían a chorros.
Al fondo del comedor, en una esquina y sentado él sólo en una mesa, había un hombre con aspècto de anciano venerable y también le sonó su cara, le pareció recordasr que su cara había salido en la prensa recientemente. pero ahora no caía, se esforzó Juanca por recordar. Al cabo de un rato y cuano el anciano se giró un poco, pudo ver en su cabeza la marca, la tonsura. Entonces tenía que ser un cura o un obispo o el Papa y fué descartando: el Papa no, pues lo reconocía perfectamente. un cura pues tampoco, pues la terapia era demasiado cara, entonces quedaba un obispo o arzobispo y de repente la luz le vino. Era el arzobispo Kent O´Brian, arzobispo de Escocia y nacido en Irlanda, que hace poco había llenado las portadas de los periódicos. Y ¿éste porqué estaría en la clínica?, pronto cayó en la respuesta, éste arzobispo fué acusado de proteger a curas pederastas y él seguro que también estaba en el tinglado. Estaría allí por adicto a los niños y por eso le hacían el vacio los demás residentes, pues ocurría como en las cárceles, se marginaba a los culpables de violaciones y de abusar de los niños.
Resulta que el día anterior a la cumbre de las Américas, se juntaron por la tarde a hacer un ligero picni, los jefes de estado que llegaron a tiempo y lo hicieron en los jardines presidenciales. Llevaron sus merendillas y una buena cantidad de bebidas alcohólicas, de todo tipo, pero sobre todo llevaron ron, fundamentalmente ron cubano y venezolano. Mi amigo Juanca, para éste evento y debido a su importancia estratégica, consintió hacerse de nuevo, una cura de desintoxicación y para ello estuvo un mes en la clínica de desintoxicación de Massachussets y ésta cura tiene fama entre los famosos y poderosos del mundo entero, por ser una desintoxicación de última generación. Aqui a Masachussets llegan los fracasados de otras clínicas, los resistentes a todo tipo de terapias o sea los casos incoercibles y crónicos. Asi, que mi amigo Juanca fué a dar con sus huesos a ésta clínica y aquí, aparte de que cuesta una buena pasta, son serios y rígidos, no pasan ni una. El primer problema que tuvo mi amigo Juanca fué al llegar, pues te revisan hasta el carnet de identidad. Te hacen poner en pelota picada, te palpan de cuerpo entero y se entretienen especialmente en la inspección y palpación de los agujeros corporales. En esos agujeros que sirven de escondite para pasar droga o simplemente una botella. Juanca se puso de los nervios, lo sobaron todo el cuerpo, le metieron el dedo en la boca, despues en ambos orificios nasales y por último le metieron el dedo por el culo. Y aquí, si se vió el carácter del monarca, pues empezó a maldecir y a cagarse en todos los santos y hasta mencionó a dios padre, en cuanto notó deslizarse el dedo por su culo. Del cabreo que cogió tuvieron que sujetarlo entre varios y amenazó que dejaba la clínica, pero éste asunto el del cacheo, estaba firmado en el contrato y él había firmado que el cacheo no era causa para abandono del tratamiento, pues decía la letra pequeña, que la palpación de los orificios naturales, formaba parte imprescindible de la terapia. Así, que se tuvo que joder Juanca, pero digamos que ya entró con mal pie o entró con el pie izquierdo. Después lo trasladaron a una habitación insonorizada, por previsión de los alaridos que acompañan al mono y allí le hicieron un chequeo aún más somero. Empezaron por la cabeza, siguieron hacia abajo, tuvieron que saltarse el culo debido al cabreo del Juanca y por fin acabaron por los pies. Se entretuvieron en demasía,con el espléndido hígado del Rey e hicieron cálculos del crecimiento de la criatura. Vieron que el rey tenía un hígado con vida propia, que era grande, mejor dicho inmenso y que sólo le hacía falta tener dos patas para tener su propia autonomía, por tanto, concluía el informe clínico, era un hígado autónomo e independiente. Despues revisaron la zona lumbosacro, que como sabemos zona muy desgastada en su Majestad, por estar tan cerca de la diana y poco más: revisaron su cadera, la que sufrió la fractura producto del accidente que tuvo, cuando se fué a cazar elefantitos y se acabó la revisión, como dice él tan simpaticamente, la revisión del taller.
Más tarde, lo dejaron a sólas con sus cavilaciones. Él observó todo lo de su alrededor y vió que tenía una televisión de plasma de las más modernas y que la habitación estaba limpia de objetos: no había cuadros, no había floreros, en fin no había ningún objeto metálico ni de plástico, con el que se pudiera hacer daño. El cuarto de baño, no tenía cadena del water y la ducha no tenía manguera, y el chorro del agua salía directamente del techo. Por supuesto le fueron sustraídos sus productos de baño, para afeitarse tenía que estar presente un cuidador o la enfermera o los dos. Así que cerró los ojos y se dejó llevar, lo primero que pensó es que tenía terror, ya no miedo ni pánico si no terror. Estaba aterrado esperando que empezara a dar la cara su mono, el delirium tremens y quiso recordar su último mono y al recordarlo se opuso a temblar. No rercordaba mucho de su último mono, pero si se acordaba del malestar que le produjo, bueno de algo sí, de unas hormigas que salían de su ombligo, de unos cuervos negros que le picoteaban la pilila, de una cabra que se la tiraba y tantos animalitos vió, que esa vez se quiso tirar por la ventana, cosa que no pudo hacer, debido a los barrotes puestos con esa intención, la de evitar que alguien se tirara por la ventana.
Pasaron como unas dos horas y Juanca cada vez estaba más acojonado, pues sabía que estaba cercana la llegada del mono. Él como hacen todos y en todas las clínicas del mundo, él lo sabía por propia experiencia, él se había cogido previamente, una buena cogorza mañanera, se había bebido dos botellas de whisky en el avión. Esto que hacía el juancas, lo hacían todos y todos llegaban colocados cada uno con su película: unos ciegos de caballo, otros con la nariz roja y los más dando tumbos y hablando gangoso.
Ahora era casi la hora de tener que ir a comer y a él lo último que le apetecía era ver otras caras y menos tener que comer, él sólo necesitaba beber. Pronto llamaron a la puerta y como él no contestaba, la abrieron y pudo ver a través de ella, a una enfermera con un par de buenas tetas, que de inmediato le dijo, que tenía que levantarse para ir a comer. Él le contestó que no quería comer y que prefería quedarse tumbado y ella muy amablemente le contestó, que él tenía que ir, pues estaba dentro de la terapia.
Así que Juanca fué obediente y sacó fuerzas para levantarse de la cama y se dirigió al comedor de la clínica. Como Juanca se había hecho el remolón para levantarse de la cama, a su llegada al comedor ya estaban ocupadas todas las sillas menos una, la que le correspondía a él. No saludó pues en ese momento sintió los colores de la verguenza, se puso colorado como un tomate y como pudo, se sentó a comer. Aún no era capaz de levantar la vista y ver al personal que tenía a su alrededor, así que se concentró en ver su primer plato y éste era nada menos, que una asquerosa sopa. Los primeros síntomas del mono empezaron a aparecer, los sudores y los temblores, así que cuando intentaba llevarse a la boca una cuchara de sopa, se le desparramaba el contenido por la mesa, no conseguió probar ni una sóla gota. Se hartó rapidamente de derrochar la sopa y poco a poco y de soslayo empezó a mirar a su alrededor. Le llamó la atención una tía rubia que estaba en la mesa de la lado, y se fijó un poquito más y al final ya cayó de la burra: era la Melanie Grifitt ( no sé como se escribe), a partir de ahora, la Melany. Y ella estaba rodeada de una piara de tres machos, que continuamente intentaban llamar la atención de ella. La Melaný estaba despeinada, con unas ojeras que no veas y pintada a ritmo de los temblores. Juanca se fijó un poco más y vió que en su misma mesa, estaba el Clinton, pero éste estaba sano como un roble, ni tembleques ni hostias, él sólo miraba a una jovencita que tenía enfrente. Pensó Juanca, éste punto no está por el alcohol, ni por caballo, ni por farlopa, en tal caso estará por un poco de todo y seguro que sería por adicción al sexo, pues sabía por terceros, que él ya había pasado por varias clínicas, para tratar su adicción y en todas había fracasado y por esa razón estaba en la clínica de Masachussets. La jovencita que tenía enfrente el expresidente Clinton era muy mona y de rasgos angelicales, era más bien tímida, pues estaba muy calladita y de mirada dulce y huidiza. Era morena , y se parecía a alguien que le sonaba, era,...era... era, ahora no le salía el nombre al Juanca, ya le saldría más adelante.
De repente le sonó una voz que hablaba a su espalda y ésta sí que le sonaba, se giró con disimulo y vío a un tío de complexión alta, con amplias entradas en su cabeza y resulta que era el Bertin Osborne, Bertito, para los amigos íntimos. Que alegría pensó el Juanca, éste con lo de las bodegas supongo que tendrá contactos en el exterior de la clínica y siempre podrá pasar de extranjis una botella de Soberano, la bebida preferida de su graciosa Majestad. Con su vista siguió el repaso de los comensales, pero en ese momento llegó el segundo plato y era un filete de merluza con ensalada. Que asco le daba ver la comida, pues las náuseas iban in ascenso y los sudores ya corrían a chorros.
Al fondo del comedor, en una esquina y sentado él sólo en una mesa, había un hombre con aspècto de anciano venerable y también le sonó su cara, le pareció recordasr que su cara había salido en la prensa recientemente. pero ahora no caía, se esforzó Juanca por recordar. Al cabo de un rato y cuano el anciano se giró un poco, pudo ver en su cabeza la marca, la tonsura. Entonces tenía que ser un cura o un obispo o el Papa y fué descartando: el Papa no, pues lo reconocía perfectamente. un cura pues tampoco, pues la terapia era demasiado cara, entonces quedaba un obispo o arzobispo y de repente la luz le vino. Era el arzobispo Kent O´Brian, arzobispo de Escocia y nacido en Irlanda, que hace poco había llenado las portadas de los periódicos. Y ¿éste porqué estaría en la clínica?, pronto cayó en la respuesta, éste arzobispo fué acusado de proteger a curas pederastas y él seguro que también estaba en el tinglado. Estaría allí por adicto a los niños y por eso le hacían el vacio los demás residentes, pues ocurría como en las cárceles, se marginaba a los culpables de violaciones y de abusar de los niños.
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