OTROS TIEMPOS

 

No hace falta que me digas nada. Estoy suspendido, no he dado la nota, aunque habría que saber que entendemos por dar la nota. Pero por tu parte, sé que no he dado el nivel, pero tampoco pretendía dar ningún nivel y porque en el fondo, si tengo que demostrarme algo...es a mí mismo. Hombre, de buenas y con buenas palabras, se lo demuestro al resto que me quiera escuchar. Hay pocas cosas más que quiera decir en lo que me queda de vida, puede que quiera decir que he luchado como un jabato, que me he defendido con uñas y dientes, que he conservado a mis ideales bajo siete llaves, que he querido ser sincero...por lo menos, en ésta última etapa de mi vida y en lo hasta ahora vivido, sé que he engañado, mentido, me hice el muerto unas cuantas veces, el herido muchas más, el ofendidito que se enfada por no poder engañar más...y todo esto suma y no resta, pero aún así y todo, es de persona el reconocer que todo esto lo asumo, que entono un mea culpa, que si existe el arrepentimiento yo  soy un ejemplo de su existencia.

Pero vayamos por partes. Y porque hasta ahora sólo he resaltado lo negativo y con lo positivo ¿qué hago?. Porque también he sido un ser amable, cariñoso, entrañable, amigo de mis amigos, claro, brillante, conciso,simpático, a veces callado como un peto y otras veces locuaz como un loro, tuve mis días y sobre todo tuve mis noches y que noches tan tristes y tan alcohólicas. Tuve etapas de estar subido a la parra y nadie me llegaba al tobillo y tuve otras en que me convertí en larva rastrera y vivía en un subterráneo y junto a las alcantarillas. De chaval, fuí un buen chaval, quizás un poco incomprendido pero asumo que todos lo hemos sido. Tenía grandes amigos, sobre todo en verano y en mis días de arena y playa. Tengo maravillosos recuerdos de casi todos ellos, pero me cuesta manifestarles mi cariño, quizá sea porque han pasado más de 50 años y ahora no tengo las palabras justas. Tampoco tengo demasiada necesidad de ello y porque después de más de 50 años, que tengo yo que ver y ellos también, con lo que éramos. De hecho, hubo conatos de acercamientos y cada encuentro me hacía plantearme lo mismo ¿qué tengo yo que ver con ésta persona?. De aquellas éramos jóvenes imberbes en pubertad y ahora, somos casi 60 años más viejos y toda una vida ha pasado a través de nosotros. A cada uno le pasó por el medio la suya y lo que nos une es el recuerdo de aquellos viejos tiempos y en cambio lo que nos separa es toda una vida llena de hechos y contrahechos, que son los que dan contenido a la película de cada uno.

Sé que me moriré pensando en la calidez de aquellos viejos tiempos y porque ya lo hago ahora. Pero eso no me lleva a querer construír con ellos, una vida nueva. Están muy bien en donde los he dejado, en aquella infinita playa, en aquél pinar siempre agradecido, en aquellas tardes largas y tediosas, tardes de verano, tardes de marea baja y con olor algas y toda esa multitud de risas que siempre nos acompañaba, No pido volver al pasado y menos volver con éste viejo cuerpo. El pasado quedó ahí y tengo que agradecer y hasta el infinito, que siga ahí y que lo sienta así y en cada día que va pasando.


















¿SEXO?

 Martes de un día de agosto. Y si estoy escribiendo es que sigo vivo. Mi instinto de supervivencia es muy fuerte y se eleva por encima de todos mis marrones. Creo que respiro correctamente, que aún me muevo con soltura, que pienso más en positivo que en negativo, que conservo un poco de cordura, no sé si la suficiente y que mis problemas siguen siendo más o menos los mismos, sólo pasa que están más reblandecidos por el fuerte calor que impera. No me siento joven y porque todos mis indicadores me dicen que estoy hecho un viejo pellejo. Del sexo ¿para qué hablaros?. El sexo salió de mi existencia hace ya un tiempo, hablo de años y no de meses. No es que me de asco, pero no sé como mejor decirlo, le he cogido manía y no es que huya de ese tema, es que me da exactamente igual lo se diga, lo se hable o lo que se opine de él. ¿Animal asexuado?...puede ser que ahora lo sea. Quiero decir que el sexo ya no me altera ni enturbia mis sentidos. El sexo pasa por delante de mí y yo lo saludo educadamente, pero hasta ahí es adonde llego. Me importa un pito el sexo y ya puedo estasr en una habitación cerrada llena de seres practicando sexo, que me da igual y seguiré escribiendo y observando la preciosa luz que entre por mi ventana.

Y vamos a ver y que nadie se acoja a la demagogia barata y saque la conclusión de que esté diciendo que estoy en contra del sexo o que lo del sexo no está hecho para viejos. Porque no es verdad ninguna de las dos cosas. Yo sólo digo, que me importa una mierda el sexo y porque es así como me siento. Lo de sexo y viejo, es una discusión que se hacen los que siendo viejos están preocupados por su falta o escasez de sexo. Pero yo no estoy preocupado por ello y repito e insisto, que del sexo, paso. ¿Problemas?, pues de momento no tengo ninguno y el tiempo que antes dedicaba a pensar sobre el sexo, lo tengo ocupado en otros menesteres. Ni me siento salido, ni fuera de sitio, ni me crecieron cuernos, ni me va a dar un pasmo por ello. Es una opción más que tenemos en la vida. Algunas mentes perversas llegan a pensar sobre mí, que soy un reprimido o un contenido que no sabe dar rienda suelta a sus instintos más primitivos. Pues puede que sea eso, es más, no lo voy a discutir y el que quiera ponerme un determinado sello, que lo haga sin cortapisas y porque en realidad me importa una mierda que piense que soy un ser reprimido.

Seré un reprimido o simplemente seré un ser al que no le importa nada el sexo. Además, yo no estoy diciendo que me vaya a a pasar esto hasta mi muerte y sólo reivindico una determinada época o etapa de mi vida, que puede durar mucho o puede que no dure casi nada. Yo creo que tendrá más problemas, el que desea sexo y no lo puede tener y porque falla él o la otra parte receptora o a la vez fallan los dos y en conclusión, no puede practicar sexo con otra persona. Supongo que sufrirá más que yo...porque yo en éste aspecto no estoy sufriendo nada de nada.


















99 DÍAS Y 99 NOCHES


Será el tiempo el que me diga...¡para!,
por dios para....que aún estás a tiempo de parar,
que mientras tú decreces...
la hierba crece insomne dentro de mi soledad
que mientras respiras...
la luna se impone en los oscuros senderos de la eternidad,
que mientras me quieres...
yo palpito como una hoja llena de ansiedad
y es que no sé estar... ni sé parar
me puede al alma y la vida
atrás he dejado mis fardos de angustia vital,
delante tengo a la muerte vestida de negro
y de momento...no me ha dicho nada,
pero sé que me dirá
te quedan 100 días y 100 noches
y hoy mi querido Bruno
empieza el tiempo del destiempo
y mañana serán 99 días y 99 noches.























YO PREFIERO SER ASÍ

Dejemos de flotar en ese vacío sin aire en el que hemos caído. Ahora se trata de salir del agujero y asomar la cabeza con cuidado y por si acaso alguien está cortando el césped y de paso rebana nuestra encomiable y prometedora cabeza. Y como deciros que sin cabeza no somos nadie (aunque sin alma, tampoco lo somos), pero sin cabeza pareceremos pavos de navidad recién rajados por el cuello. Y salgamos con la cabeza bien alta, mirada al frente, sostenida en un punto más alto y a paso casi militar (sin serlo del todo y para que no lleguen a pensar que nos gusta lo rígido y militar). Que a algunos puede que les guste (para gustos hay colores), pero a mí no me gusta nada todo que huela a violencia, muerte y guerra y por mucho que se adorne de paz. Que sí, que prefiero ser un abraza árboles que un sediento guerrero en busca de sangre ajena.
Yo prefiero ser así.
Me gusta ser así.
Quiero ser así,
Amo ser así.
Y el que quiera votar a Vox...que no cuente conmigo. Soy anti Vox, soy antifascista. Y Vox y a veces el PP de Casado (o ahora, el de Feijoó), me recuerdan a la casa de mis abuelos paternos, donde todo olía a rancio y a miedo (que si profundizamos un poco, ese olor a miedo tiene un fuerte aroma a meado de los wáteres públicos que no brillan por su limpieza). Todo eran normas estancas, órdenes y castigos ejemplares y para de nuevo volver al miedo.
Casi todo estaba prohibido. Pensar no era una opción. La opción era obedecer con los ojos cerrados y a paso marcial y no rechistar nada de nada. También estaba prohibido poner en duda algo.
Por tanto, si llegara el caso de que Vox ganara unas elecciones, yo estoy convencido que haría las maletas para huir al fin del mundo.
Ya viví tiempos siniestros (por suerte, no fue mucho tiempo) y de aquellas épocas ya me había jurado a mí mismo, que no volvería a vivir en un estado de sitio.






















PAULA ENSENYAT (A veces me besa).


En el pecho se agitan
vendavales de agosto,
murmura el mar
y en lo profundo,
sorprendida,
sonríe la tristeza.
A veces,
la soledad
me besa
y yo
sonrío.



























Y ESTE ES MI HOMENAJE


Yo no publico nada. Yo lo cuelgo y no sé de que hilo hay que tirar y además, me importa un huevo el hilo y lo que cuelgo. Yo lo cuelgo y después, si alguien quiere leer lo que pongo...pues bienvenido a mi mundo... que no es el de yupi...ni todos nos moriremos igual de contentos (porque eso simplemente, lo sé y punto). Por desgracia, hay demasiado sufrimiento y muchas noches en vela y mañanas medio esquizofrénicas y tardes, en que te lo planteas todo y hasta hay veces, en que te planteas abrir la espita del gas y morir de muerte dulce.
Que nadie piense que esto es fácil y que desgarrarse las vestiduras es como tirarse un pedo al aire y sin más consecuencias. En esto hay riesgo, hay demasiado riesgo y además, es poco reconocido y muy estigmatizado.
Y me viene a la cabeza, entre otras cosas, el cáncer asesino, que si puede te mata y antes te atormenta y te tortura hasta los huesos y hasta la médula.
Y éste es mi homenaje a personas que están luchando ante ese vil asesino despiadado.
No aflojéis...seguir adelante...con la cabeza levantada y mirando al cielo y con cuatro piedras en el bolsillo y por si hay que tirárselas a algunos de esos que nada comprenden y porque piensan que mientras el dolor sea ajeno a ellos no les afecta.
Pero cuantos elementos que así se declaran, los he visto caer más tarde por el camino. ¿A millones o a millares?.
Vosotros seguir adelante y en vuestro cogote sentiréis el halo de nuestro aliento solidario.
¡Adelante!
























"La fiesta de la culpa". IRENE VALLEJO

 

“Yo no he sido”, masculló tu hijo, con un acorde de desamparo en la voz. No le creíste. Estabas segura de haber dejado allí, sobre el escritorio, náufrago en tu borrasca de papeles, el cuaderno con las notas para el próximo artículo. Como la adulta racional y siempre atareada que eres, preferiste la riña exaltada a la serena búsqueda: “¿Cuántas veces te he dicho que no revuelvas mis papeles?”, rugiste mientras te agachabas, blandiendo preguntas acusadoras, a la altura de sus ojos. Empezaste a dudar cuando dos lagrimones rodaron por sus mofletes hasta oscilar suspendidos de la barbilla. De pronto, recordaste que K. había ordenado el despacho, y el cuaderno reposaba tranquilo en la estantería, oculto a tu ciega terquedad. Tu hijo hipaba llorando: acababa de tragar una cucharada de injusticia.
Cuando algo falla y sucede el desastre, ¿por qué extraño motivo esperamos un cierto alivio al responsabilizar a otros? Buscar culpables resulta más apasionante que buscar soluciones. Los antiguos griegos creían en una divinidad llamada Momo, que no tenía más atribución que encontrar faltas en los dioses y los humanos. Momo era hijo de la Noche, la personificación de nuestro oscuro impulso a tomarla con el prójimo. Los psicólogos afirman que no soportamos la incertidumbre, el caos, la imprevisible complejidad de lo real. El pensamiento mágico cree que, señalando nombres y rostros, el mal quedará exorcizado. Antiguamente, los judíos elegían un macho cabrío, lo llevaban al desierto y lo apedreaban para que pagase por los pecados de la comunidad. De ahí viene la expresión “chivo expiatorio”.
Históricamente reincidentes, buscamos a quien endilgar incluso catástrofes fortuitas o desastres naturales. Según cuenta la Biblia, el barco en que huía el profeta Jonás topó, al llegar a mar abierta, con una terrible tempestad. Los marineros decidieron arrojar por la borda, directo a las rugientes olas, a quien hubiera atraído la tormenta. Lo echaron a suertes y la culpa recayó por sorteo en Jonás, que acabó engullido por la ballena. Rifar la condena es una de las fórmulas procesales más delirantes jamás imaginadas. Alessandro Manzoni narró en su Historia de la columna infame un episodio real ocurrido durante la peste de 1630. Una vecina de Milán, precoz espía de balcones, denunció a un hombre que restregaba los dedos contra la muralla. Así nació el mito de los untadores, que supuestamente expandían el contagio con ungüentos mortales en pomos, barandas y muros. Se abrió un proceso en el que se torturó y ejecutó a personas inocentes, cuya responsabilidad era sólo producto de una imaginación aterrorizada. Estas supersticiones no son tan antiguas: hace menos de un siglo, los japoneses acusaron absurdamente del terremoto de Kantō a los inmigrantes coreanos, desatando una matanza que dejó varios miles de cadáveres.
En un episodio de Los Simpson, Homero asesora con cinismo a sus compañeros de trabajo: “Si algo va mal en la central nuclear, culpad al tipo que no habla inglés”. La máxima apela a ese resorte primitivo que sobrevive en nuestras mentes: simplificar la complejidad de las causas convirtiéndolas en culpas. Los atenienses celebraban sus fiestas Targelias con el sacrificio ritual de dos personas acusadas de provocar hambre, sequías, epidemias o terremotos. Las arrastraban fuera de la ciudad para lapidarlas, lincharlas o lanzarlas por un precipicio. Creían que el mal siempre viene de fuera y debe ser expulsado con violencia. Llamaban a su víctima propiciatoria pharmakós, de donde procede nuestra palabra “fármaco”, como si su sangre eliminase la enfermedad. En tiempos de desgracia, es preciso mantenerse alerta, auscultar los errores, esgrimir la crítica: ser capaces de tender la mano y vigilar desmanes. Pero la convivencia se enfanga si intentamos aliviar el dolor azuzando la cólera contra el diferente, el que nos cae mal, esa gente perversa que no es o no piensa como yo. En los dominios nocturnos del antiguo Momo, unos y otros procuran que el señalado sea su adversario —ideológico o íntimo—. Dime a quién culpas y te diré quién eres.


























Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...