Como decía la canción: yo no te pido que me bajes una estrella azul, sólo te pido que mi espacio llenes con tu luz...y eso es lo que yo te pido, que me llenes con tu luz, si es que aún tienes el halo encendido, si los deseos aún rozan tus dedos, si los pensamientos aún giran sobre mí...pero me temo que ya es tarde...que ese tren ha pasado delante de nuestras narices, que es inútil decir que me quieres porque la realidad desmonta todos esos sentimientos y los hace trizas....Y ahora ¿qué somos?, ¿somos dos almas perdidas? o ¿somos dos personas normales y normalizadas que un día tuvieron el don de quererse y por encima de qué?, de todo, pues no, más bien por encima de algunas cosas y sólo de algunas cosas...y es muy triste ese pensamiento y lo es, porque hubo momentos y días, en que flotábamos por encima de todo el mundo, éramos como dos extraterrestres, éramos como dos demonios con cuernos y rabo...
Y de repente ¿qué pasó?, que la realidad nos puso en nuestro respectivo sitio y como si fuéramos dos atontados de mierda. De repente se abrió la boca de la mediocridad y no supimos luchar contra ella, ni estábamos preparados y además no queríamos luchar contra ella, sólo queríamos evitarla, pasar como si nada, de puntillitas y mirando para otro lado. Pues, ¡toma y toma!, tomemos ración doble de normalidad aplastante y de repente se fue al carajo Saturno, la cuarta dimensión, los globos, las nubes y las escaleras al cielo y la puta realidad nos cayó como una losa muy pesada y tan pesada fue, que acabó aplastándonos.
Bueno, pues ahora creo que somos más dos almas en pena que otra cosa y mira que fuimos dioses y mira que mirábamos a los demás, como pequeñas hormiguitas laboriosas y porque pensábamos que ellos no conocían el poder de los sentimientos. Pues no señor, ahora vemos que ellos también los conocían, no todos claro está, pero si muchos y ahora, entramos nosotros en ese grupo, ahora somos dos sujetos normalizados que sólo ruegan normalidad. Y no sé como será tu traje de normal, el mío es gris tirando a gris y es que de repente los colores de la vida, se cubren de penas grises.
Y de repente ¿qué pasó?, que la realidad nos puso en nuestro respectivo sitio y como si fuéramos dos atontados de mierda. De repente se abrió la boca de la mediocridad y no supimos luchar contra ella, ni estábamos preparados y además no queríamos luchar contra ella, sólo queríamos evitarla, pasar como si nada, de puntillitas y mirando para otro lado. Pues, ¡toma y toma!, tomemos ración doble de normalidad aplastante y de repente se fue al carajo Saturno, la cuarta dimensión, los globos, las nubes y las escaleras al cielo y la puta realidad nos cayó como una losa muy pesada y tan pesada fue, que acabó aplastándonos.
Bueno, pues ahora creo que somos más dos almas en pena que otra cosa y mira que fuimos dioses y mira que mirábamos a los demás, como pequeñas hormiguitas laboriosas y porque pensábamos que ellos no conocían el poder de los sentimientos. Pues no señor, ahora vemos que ellos también los conocían, no todos claro está, pero si muchos y ahora, entramos nosotros en ese grupo, ahora somos dos sujetos normalizados que sólo ruegan normalidad. Y no sé como será tu traje de normal, el mío es gris tirando a gris y es que de repente los colores de la vida, se cubren de penas grises.