ALEJANDRA PIZARNIK

 



"Lo que le ocurrió a Kafka es lo mismo
que me ocurrió a mi:
Él se aisló demasiado en la soledad
Y sabía; el debió de saberlo,
que de ahí no regresa nunca nadie".

Alejandra Pizarnik

LAS ESTADÍSTICAS ME DICEN QUE...


LAS ESTADÍSTICAS ME DICEN QUE...


Las estadísticas me dicen que...
que yo sigo vivo,
que crezco, que me desarrollo,
que me reincorporo y me añado yo sólo,
que sumo,
que me divido pero no resto,
que no soy un cero a la izquierda,
que no estoy de paso,
que sirvo para mucho más que mucho,
que no soy un don nadie,
que escribo,
que me leen,
que lucho y algunos lo aprecian
sin embargo algunos otros,
me ignoran y me agreden,
es decir,
siempre me ignoraron
antes del antes y después del después,
y por el medio... también...

Las estadísticas me dicen...
que sigo en mi lucha diaria,
me piden que no desfallezca,
que me vista de EPI (Equipo de Protección Individual),
que me lo ponga,
que me lo quite,
que me lave las manos,
que me olvide de los besos y abrazos,
que las caricias son para otros y no para nosotros,
que esto es muy duro
y que yo estoy muy cansado de todo...

Pero sobre todo tengo que decir...
que todo pasa
que el sol sigue saliendo por el mismo sitio,
y que mañana te escribiré un correo y lo que sea,
que la esperanza siempre se queda aunque se vaya,
siempre te deja un trocito de su alma
con una muestra de su ADN
que más adelante nos servirá
para levantar nuestra lastimada moral de sufrientes sufridores...

EL VIENTO DE LA LUNA (Antonio Muñoz Molina)


 

EL VIENTO DE LA LUNA (Antonio Muñoz Molina)
En las mañanas de primavera, mi madre sube a despertarme antes de las ocho y abre de par en par el balcón por el que entran en una ancha oleada la luz del sol y el fresco matinal. Abre el balcón y hace ademán de retirarme la ropa de la cama para que no vuelva a dormirme, y trae con ella una energía jubilosa que es la del día intacto y recién comenzado.
«Las mañanicas de abril
son gustosas de dormir,
y las de mayo
cuento y no acabo».
Cada año vuelve ese refrán, tan infaliblemente como el sol rubio y oblicuo listando el dormitorio a través de las láminas de la persiana y como los silbidos y los aleteos de las golondrinas en el nido de barro bajo el alero del balcón. Es la dulzura del fin de curso próximo, del verano largo y anunciado...

ASÍ SEGUIMOS...


 

LA PANDEMIA EN MI PEQUEÑO PUEBLO (De hace 1 año)


LA PANDEMIA EN MI PEQUEÑO PUEBLO

Es de observar el vacío general de todo lo que
me rodea.
El aire frío de abril...es más frío sin nadie,
el tibio y tímido sol de ésta tarde,
es más tímido y trémulo que nunca,
las nubes grises campan a sus anchas
un poco tristes y alicaídas,
un perro camina pensativo
quizás esté pensando...
¿ qué le pasa a los humanos?,
¿porqué están encerrados en su casa a cal y canto?.

Al mismo tiempo un hombre cambia de acera,
quizá busque un sitio figurado que permanezca abierto
dentro su cerebro,
un coche pasa despacio con su pertinaz ronroneo,
mucho ruido y pocas nueces (pienso yo),
ese ruido es de motor diesel
(ronco, grave, pausado)
y pasa con toda la pomposidad posible,
como si el conductor fuera degustando el paisaje desértico,
pero señor...
¡váyase para casa!
y deje de expandir al dichoso virus asesino,
me entran ganas de gritarle.

Claro que a 50 metros de donde estoy
(aclaro, que estoy en mi casa),
hay cola para entrar en el super
y hay cola para la farmacia
y allí se presentan todos los adictos del pueblo,
en fila india y a dos metros de distancia,
pero el problema que hay de verdad,
es que casi siempre son los mismos
y uno compra una zanahoria
y para hacerse la sopa del día
y el otro, medio kilo de fruta
y así al día siguiente tienen asegurado tener que volver
y a por otra zanahoria
y a por otro medio kilo de fruta
y así todos los días.

Ya que estamos de recados
vamos a la farmacia
y así pido algo para el dolor de cabeza
y una crema para las cejas
y de paso... me peso
y yo añadiría
y así me peso los huevos o los ovarios,
pues hay que tenerlos grandes e inmensos
y después quieren que yo me crea lo de la cuarentena,
cuando lo que había que hacer es...
-Usted no tiene ninguna justificación para estar en la calle,
pues a chirona y con cadenas desde los pies a la cabeza
y sino caben en chirona por overbooking
pues... ¡a galeras a remar!.

LA PUNTA DE UN ICEBERG

 Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...