
Ya desde pequeño me gustaba indagar en las conciencias y comportamientos humanos. Por ejemplo, porque un día hacía una cosa mal hecha y no me pasaba nada, una pequeña bronca y a seguir jugando. Y en cambio por el mismo hecho, otro día me caían una manada de hostias y todas por parte de mi madre, pues tenía una especial apetencia por darlas. Entonces siempre me pregunté el porqué, el porque un día, sí y el porqué otro día, no.
Y claro a base de observar se aprende a leer en los gestos y así veía las raíces del problema. Por eso llegué fácilmente a saber el posible estado de mi madre y ya sabía cuando me iban a llover las hostias y el caso es que llegué a dominar el tema y por tanto nunca fallaba. Tampoco es muy difícil hacerlo ahora, pero de pequeño si tenía su arte y tenía que buscar antecedentes del día anterior y recordar como habían estado mis padres, si se habían echado los trastos o no y también si hubo bronca con uno de mis hermanos, pues a mi madre siempre le quedaba la resaca y su resaca y al parecer sólo se curaba dando hostias a mansalva y a todo lo que se movía.

O sea que mi padre sólo actuaba si era demandado por mi madre, pues no era menester ocuparse directamente de la educación de los hijos. De aquellas el mundo estaba hecho a base de hostias, hostias entre amigos y compañeros, hostias de tus padres, hostias de los curas del cole, y el mundo era una gran hostia, una gran hostia bendita.
Pues nada, que a ese mundo le fui cogiendo el gusto, el gusto a un mundo propio y donde no había leyes, ni normas, ni obligaciones, era mi mundo, mi mundo paralelo y en ese mundo lo que si entraba era todo lo malo, lo prohibido y todo lo incorrecto. Y tú, ¿con cual mundo te quedas?