
(hace ya tiempo)
resulta que he descubierto que...
que yo odio al enamorado,
aclaro, no al enamoramiento,
si no al enamorado de turno,
con su berza monocolor,
con su empanada mental,
con su ceguera periférica,
con su pensamiento único,
con su egoísmo de ombligo,
con su falta de solidaridad,
con su hola cariño,
¡ayyyy! amoooor...
no me digas eso,
yo también te quiero,
y fuera de ahí,
no sabe decir nada más,
a su alrededor todo son estrellitas del cielo
y trucos de magia,
y es mencionar el nombre de la otra persona
y un largo suspiro....
y se lo ponen los ojos brillantes
como dos diamantes
y se lo vuelves a hacer otra vez,
y otro suspiro más y éste más largo que el anterior
conclusión
su estado mental es la obsesión pura y dura,
su estado físico es de suspirar todo el tiempo
y su debilidad
tiene un nombre propio
y que ésta vez
será mejor que no lo pronuncies
(sino habrá otra salva más de suspiros).