No soporto las fiestas tradicionales donde se torturan a los animales. Me desquician. Me ponen los pelos de punta. Me enervan y me sublevan.
Pero claro,
al otro lado están los defensores de la pureza arraigada en sus raíces ancestrales y tradicionales. O sea, como antes se torturaba a los animales y por puro divertimento (entre otras cosas) y a eso le llamaban fiestas populares, pues nosotros que somos tan animales como eran nuestros ancestros o más, hacemos lo mismo y peor. Y peor porque ahora sabemos que torturamos animales con saña y alevosía y no tenemos esa necesidad de defender lo indefendible,
pero que nos encanta defender el sufrimientos disfrazado de fiesta popular.
Somos tierra con algo de sangre y somos trozos de carne que envuelven un pedazo de jamón que no sirve ni para llevarse a la boca y porque en teoría, somos seres humanos. Somos tan animales
que nos gusta buscar los instintos más primitivos y disfrazarlo como algo más animal y decir:
No veis que al toro hay que sacrificarlo...y que al caballo si lo doblegas...es porque te está pidiendo...sumisión y entrega. Y todo esto, metido entre adoquines y un buen mogollón de personas.
No hay maltrato animal...mientras mires para otro lado. Pero si miras...
te aseguro que estarás conmigo.













