Una vez encontró en los arbustos
una jaula de palomas.
Se la llevó
y para eso la tiene
para que siga vacía.
Una vez encontró en los arbustos
una jaula de palomas.
Se la llevó
y para eso la tiene
para que siga vacía.
Yo sé que mi amigo tragaba saliva y callaba, pero por dentro ardía y se cagaba en todos mis muertos. Y yo las pasaba un tanto canutas, pues sin cálculo previo a veces tenía que hacer verdaderas virguerías y ahí venía lo que más le jodía a mi amigo, que al final salía victorioso y el resultado era que me quedaba un mural cojonudo y hasta todo dios me felicitaba. Él también lo hacía (felicitarme), pero estoy seguro que a regañadientes y deseando que algún día la cosa me saliera mal (que para ser sincero del todo, alguna vez pasó).
Pues yo pintando a brocha gorda me pasa lo mismo y asumo todo el riesgo que conlleva no tomar medidas preventivas. O sea que pinto a pelo y tiene que ser la cantidad justa en cada pincelada para poder pintar y sin que me caiga una sola gota al suelo. Supongo que será porque de los contrario me aburriría. Y hago números de circo y hasta hago piruetas para no manchar nada. Vamos que le pongo entusiasmo a la cosa, entusiasmo, pasión, devoción y riesgo, mucho riesgo. Si al final va ser verdad ese refrán que dice: "cada uno se divierte como puede".
Eso sí y aún ahora... me encanta saltar de contento.
Y los sueños, ¿que pasa con los sueños?. Me refiero a esos objetivos que te marcas que están en la linde que separa la realidad objetiva de la subjetividad y que a veces parecen más reales de lo que realmente son. Pues nada, que hay días que están al alcance de tu mano y en cambio hay otros días, que son inalcanzables. Pero hay días en que simplemente los puedes pellizcar y eso ya es un trocito de sueño con el que te puedes quedar. Y sumando y sumando y en plan hormiguita, puedes realizar de vez en cuando, uno de tus numerosos sueños.
Porque sino se ve así, ¿de que otra manera se puede ver?. Si nos revolcamos en el fracaso, si nos envolvemos en mantos de mediocridad y dejáramos de perseguir los sueños, en consecuencia acabaríamos abrazados a la causa de la depresión. Y esa es mi opinión y es más, es mi aseveración. Y yo no soy dios, pero si soy alguien y además yo no pretendo llegar a ser dios, yo sólo pretendo decir que los seres humanos tenemos nuestros pequeños y propios sueños. Y cuando realizas uno, te llena de tal manera... que es verdad que te crees un semidios pero siempre con los pies en la tierra.
Porque mira que fuí bicho y julai y cabrón y mentiroso y por no decir hijo de puta y egoísta. Egocéntrico y servidor de mi propio ombligo y casi siempre y como coartada, víctima del entorno y de mis propios aconteceres diarios (o sea, siempre víctima de las circunstancias que me rodeaban). Y no me importa el ponerme de vuelta y media, pues ahora prefiero la política de "al pan, pan y al vino, vino". Porque además, si realmente ves de donde vienes, te hace estar más orgulloso de todo lo que hiciste para cambiar tu puta historia.
Pero no son milagros, son hechos reales. Y para salir del atolladero de cada momento, solo hay que aplicar análisis y darte estopa o sea, darte unas buenas hostias dialécticas. Y después de ese proceso recoger lo sembrado y de lo sembrado salgo un yo renovado. Por tanto, no todo fue andar entre flores de colores y que bonita es mi Isla en la que yo vivo y qué puesta de sol y qué luna llena más espléndida, no señor, hubo muchos nubarrones en mi vida y en algunos momentos yo apostaba por el fin de mi existencia. Otra cosa muy diferente es que yo tuviera el valor para hacerlo, pues ya se sabe que cuando eres un caracol (baboso, cornudo y arrastrado), careces del valor necesario para realizar ese acto tan inhumano.
Cada uno es como es y punto. Pero si hay cosas comunes, hay aptitudes, hay maneras, hay formas de hablar, de actuar, de sentir, de ser, que nos arriman a otras personas y no precisamente tienen que ser las personas más cercanas, sino y como cosa curiosa, en su mayoría son otras personas y que en principio son desconocidas y que a veces y como siempre por el caos del azar tropiezas con ellas y entonces llega con un gesto o una mirada o simplemente la manera de tocar las cosas o la forma de decirlas y con eso puedes sentir que hay un hilo invisible que te une a esa persona. Y eso se nota y se siente, es como un calambre, sacudida o una descarga dentro de tu cerebro, pero,... pero,... pero hay factores externos que te echan para atrás y te hacen protegerte. Hay tantas condicionantes que nos influyen en la toma de nuestras decisiones, que se podía escribir un libro sólo sobre ellas.
Y no exagero, pues hay hijos, hay familia y familias, hay amigos y amigas, hay costumbres y hay miedos y el miedo es el factor principal, para que uno rechace éste tipo de sensaciones. Hay miedo a perderlo todo, hay miedo a volverte inestable y desiquilibrado, hay miedo a que por lo que tanto has luchado se vuelva en tu contra o sea, hay miedo a romper lo establecido y que lo nuevo, atrevido y valiente, aumente tu inseguridad como persona. Es humano el miedo, es humano y gracias a él, de vez en cuando nos lo saltamos, porque el miedo si es humano, pero si se prolonga demasiado en tiempo y espacio, el miedo anquilosa y satura tus neuronas y entonces o te conformas dentro de esa nebulosa o das un paso hacia delante y te rebelas contra su dictadura. Fácil decir,¿ no?, pero así es la vida, la vida nunca es fácil.
Lo que parece fácil, pocas veces es realmente fácil, pues la mayoría de las veces, se torna difícil y lo que parece difícil, resulta difícil generalmente y sólo de vez en cuando, es fácil. Como se ve éste galimatías verborreico por si sólo se concluye y por tanto dictamina: es más fácil hacer lo fácil que lo difícil. ¿Se me entiende o no? o ¿me se entiende?. A lo que voy, lo fácil nunca es fácil, porque por otros factores que en ese momento no tenemos en cuenta, se vuelve difícil y lo difícil, puede convertirse en más difícil e incluso en imposible (en general, esa es un tendencia), pero dado que estamos preparados para que todo resulte difícil, a veces nos resulta fácil o más fácil de lo que pensamos.. ¡Joder!, el que llegue a leer esto, le concedo la medalla al mérito a su santa paciencia, porque llego a la conclusión, de que me he enredado en mi propio ovillo o para decirlo más claramente, ¿no sé donde ahora me encuentro?. Y vosotros ¿lo sabéis?.
Suele ocurrir que los pensamientos e ideas vienen a tí y tú los vas moldeando y dándole la forma de palabras escritas, ese es mi trabajo cuando escribo. Si los pensamientos e ideas, por la causa que sea, no vienen a tí, la producción es igual a cero. Hay una mano invisible en todo este proceso, una mano que te ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva o desde otro ángulo. Yo puedo ver una fotografía mil veces y fijarme en los pequeños detalles, en las caras, en las manos, en las miradas o en la prenda que visten y de cada vez que la veo, puedo adivinar un detalle nuevo, un detalle en el que antes no me había fijado. Pero ocurre unas pocas y escasas veces, en que eres capaz de levantar el velo de la fotografía y llegar a alcanzar el otro lado y por tanto, te pones en el pellejo de la persona que tiene ese gesto, por ejemplo, de cabreo. Por tanto estás haciendo un ejercicio de ver que hay dentro de esa persona y en éste caso, que hay dentro de ese gesto. Y no se trata de acertar el porqué de su cabreo, sino de jugar a interpretar el porqué o los posibles porqués y jugar es, polarizarlo y llevarlo hasta uno de sus extremos.
Me acuerdo de una foto con unos amigos y donde uno de ellos, estaba con el ceño fruncido y mirando al vacío, como reconcomiéndose por dentro y todo y lo sé porque estaba allí, había sido por una bronca tonta con su novia y por una chorrada, que de tan chorrada que era, ahora ya ni me acuerdo. En cambio ves la foto y es fácil tirarse al río, su rostro mostraba un enfado bestial y de ahí sacar conclusiones era demasiado sencillo. Por su rostro podías pensar que la novia le había dejado o que un amigo de los presentes le había hecho la putada de su vida. Y en cambio no había pasado nada, pero ahí está el juego en polarizarlo todo, en llevarlo al máximo extremo y jugar con ello. Pero pasa también al contrario, pasa con una risa, con un abrazo y hasta pasa con un simple beso, que se mal interpreta y cada uno se monta su propia película. Es lo que decía antes, si yo interpreto el cabreo de mi amigo, tal como fue, pues menudo aburrimiento y todo por su poca originalidad, en cambio si extrapolo y cuento que su novia le ha puesto los cuernos esa noche y con su mejor amigo, ¿ a qué da más intriga?. Y ya sabemos que la intriga es la salsa de la vida. ¡Así que a extrapolarlo todo!.
Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...