LA FAMILIA (Mariano Crespo). Blog "Rua das Pretas"



LA FAMILIA 

 

La familia es un armario lleno de cadáveres
que hieden por navidad
y por todos los santos huelen a flores.  

La familia es un abrigo que pica
y que protege
hasta que sabes que te identifica
y que te anula. 

La familia es ese gusto por mandar 
y obedecer
al que llamamos orden. 

Por asesinar al padre y a la madre,
o llevarlos a los altares,
que es igual pero no es lo mismo 
porque es un trabajo más limpio. 

La familia es una vocación suicida de hacer de dioses. 

Por eso don Vito nos parece tan cercano.
Por eso hay mañanas que nos levantamos Corleone. 

La familia es una secta. 

Un lugar de cuyas cercas es sano escaparse
si no se comete la torpeza
de perpetrar otra cerca, una secta nueva,
como comúnmente se hace. 

La familia es el arroz en día de bodas
y la tierra y el reparto en día de luto.
La familia es el esperma, el ovario y el revolver.
La familia es la soga en la casa del ahorcado.
El silencio cómplice.
La llamada de la sangre. 

Además de eso, 
en ocasiones, 
nos parecemos físicamente, 
lo que nos jode. 
 

Mariano Crespo 

LA CANCIÓN TRISTE DE HILL STREET


 

LA CANCIÓN TRISTE DE HILL STREET

Hay canciones que te levantan el ánimo
y te lo montan en un cohete estelar.
En cambio, hay otras,
que te meten el ánimo en un horno de fundición
y de ahí sale el ánimo en porciones
y todas con el mismo deprimente sello:
Me llamo Bruno y estoy deprimido,
y deprimido es lo mínimo,
porque como contaros que en éste mundo de dios,
hay mucho tocado del coco,
y su nivel basal de ánimo
es habitualmente el desánimo y tocando fondo.

Y como decía aquella canción triste de Hill Street,
que después no era tan triste.
Pero ver a unos pasmas en plan deprimente,
era cuando menos que chocante.

Siempre habían sido hombres valerosos
y nunca temerosos de la cólera divina,
que sí...que alguno tenía algún que otro vicio,
pero si entraban en acción
eran fornidos, rápidos y poderosos
eran perfectos armarios empotrados
pero eran resolutivos y precisos como el mejor cirujano.

Hasta había alguno más
que tenía apuntado uno o tres divorcios en su cuenta vital
o le daba a la priva fuera de hora y fuera de lugar y sitio
o bueno, se esnifaba kilos y más kilos de fariña requisada,
pero eso eran cosas de poca monta
minudencias sin importancia para todo un defensor de la ley.

Además, ante todos estaban entregados a la causa
y su trabajo policial estaba por encima del bien y del mal,
por eso siempre nos quisieron decir subliminalmente y
descaradamente...
que casarse con un pasma es una tarea muy compleja y difícil,
que tener hijos con un pasma es demasiado complicado,
y por una regla de tres demasiado fácil:
el pasma prefiere matar al malo
que cambiarle los pañales al hijo.

Ahora bien,
estos mismos pasmas a la hora de resolver un caso,
estaban allí, de primeros
pistola en mano,
habiendo dormido apenas una hora,
llevando el trabajo a casa
y de su casa al trabajo
comiendo comida basura en el despacho cutre de la
comisaría.

Para culminar ese sacrificado del día a día
y justo antes de irse a dormir
se engullían un par de wiskis a palo seco
(sin hielo, que lo del hielo es una mariconada)
y en dos o cincuenta pelotazos seguidos
y sin toser, ni rechistar ni vomitar nada de nada.

Al día siguiente, nunca tenían resaca resaca.





Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...