Bueno, pues se acabó el día y por
tanto, se acabó la Romería. Quedan como siempre los colgados de
todas las fiestas, los más puestos y los más borrachos y alguna tía
que baila sin música, al parecer la música la lleva en las venas o
eso dice y si le preguntas, no te dirá nada. Después el problema es
como llegar a tu casa y para ello tienes que coger el buga. Y como me
pasó a mi en una preciosa romería de Galicia, que iba en plan pijo
de colocado y me dio por tener que llevar yo el coche o mejor dicho,
mi cocheeee.

Lo que realmente pasó, es que me había
salvado de tantas, que ésta me la merecía a tope. Bueno me había
salvado porque yo hasta ese momento no conducía nunca. Tenía coche
y porque siempre fue así, primero tenía el coche y después y al
cabo de unos meses, me saqué el carnet y mientras tanto, los
coleguis del pueblo viajando con mi boyante buga. Porque yo no dejé
prestada a mi madre, porque mi madre no quería, sino la tenía en el
rastro y haber quién más me ofrecía. Yo lo dejé todo y así me
fue por la vida y tampoco ahora es época de remordimientos, yo
presté y así antes se descubrí a los cabrones que me merodeaban.