
tampoco es que me hunda entre terribles temores
o que me entierre bajo la losa de las traiciones,
quizá sólo sea la desilusión de lo esperado,
y el sentirse traicionado...
quizá sea eso o quizá no,
quizá sólo intuyo al enemigo,
no lo veo pero sé sus movimientos
y los sabía,
el caso, es que los sabía,
sabía que todo era de trapo,
sabía que el montaje era alucinante
y que el viento, ese gran amigo,
se llevaría ese gran amor inesperado
y por ser inesperado, lo acepté
y lo acepté porque sabía que la iba a querer,
y ahora...
¡no sé donde me encuentro!.