
Sí se puede, sí se puede cabalgar o desafiar al mar más embravecido y solo hacerlo con una tabla y estos señores no llevan medallas, ni les dan el balón de oro. Había que darles la medalla al mérito civil y militar y cubrirles de oro y plata y una tabla de surf echa de diamantes. No entiendo de que va el mundo y por eso no entiendo que se endiosen futbolistas de élite y mientras tanto hay tíos y tías que se dejan medio cuerpo en sus desafíos y en sus desafíos de película.

Pero que lo voy hacer si yo nací en un extremo de la tierra y en la parte más Noroeste y viví en en el fin del mundo (en el fin de la tierra o Finisterre) y después me trasladé al punto más al Sur y que casi besa África y ahora vivo en el punto más oriental de España y por donde sale el primer rayo de sol de España. Entonces que nadie me hable de extremos o de deportes extremos y si me gustan estos deportes y todo lo que sea extremo, creo que ya quedó suficientemente explicado el como y el porqué me gustan. Y en el fútbol también me gustan los extremos, los extremos que desbordan y que se las ingenian para llegar al borde de la línea y después ahí centrar al hueco o a la cabeza del que viene corriendo. Visión de juego, le llaman algunos, yo le llamo, visión de un suicida, de un suicida que sabe torear la vida o a los defensas del equipo contrario
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