Henry Miller

 

“El destino de uno nunca es un lugar sino una nueva forma de ver las cosas".



 

















"Dime que sí", Rafael Alberti

 

"Dime que he de ver la mar,
que en la mar he de quererte; compañera,
dime que sí.
Dime que he de ser el viento,
que en el viento he de quererte; marinera,
dime que sí".


 


















MARUJA TORRES

 

De modo que me declaro apátrida y me exilio hacia adentro, allá donde no pueda alcanzarme la lobotomía colectiva de los pueblos que siguen comprando burras y vendiendo coces.

Feliz, dulcemente apátrida hasta disolverme en la nada.
Dadme pan con aceite. Aceitunas, vino y miel. No preguntaré origen.


 
















Rafael Alberti

 

"Tú sabes bien que en mí

no muere la esperanza

que los años en mí

no son hojas, son flores,

que nunca soy pasado,

sino siempre futuro".


 
















Eduardo Galeano. El crimen perfecto.

 

En Londres, es así: los radiadores devuelven calor a cambio de las monedas que reciben. Y en pleno invierno estaban unos exiliados latinoamericanos tiritando de frío, sin una sola moneda para poner a funcionar la calefacción de su apartamento. Tenían los ojos clavados en el radiador, sin parpadear. Parecían devotos ante el tótem, en actitud de adoración; pero eran unos pobres náufragos meditando la manera de acabar con el Imperio Británico. Si ponían monedas de lata o cartón, el radiador funcionaría, pero el recaudador encontraría, luego, las pruebas de la infamia. ¿Qué hacer?, se preguntaban los exiliados. El frío los hacía temblar como malaria. Y en eso, uno de ellos lanzó un grito salvaje, que sacudió los cimientos de la civilización occidental. Y así nació la moneda de hielo, inventada por un pobre hombre helado.
De inmediato, pusieron manos a la obra. Hicieron moldes de cera, que reproducían las monedas británicas a la perfección; después llenaron de agua los moldes y los metieron en el congelador.
Las monedas de hielo no dejaban huellas, porque las evaporaba el calor. Y así, aquel apartamento de Londres se convirtió en una playa del Mar Caribe.



















JOAN MANUEL SERRAT


 

¿FELIZ?

 Serás feliz, me dijo la vida y voy yo y me lo creí. Pero tampoco puedo quejarme, pues soy feliz de esa manera en que si te preguntan unos, diré que no lo soy tanto y si te preguntan otros, diré que fui feliz toda la vida y porque la respuesta a la misma pregunta siempre depende de donde viene y si viene de un ser envidioso y resentido, entonces sería el más feliz del mundo y sólo por joder, pero para los demás humanos, soy feliz con puntos suspensivos...o soy feliz de esa manera...Y es que el tema está en que no sé el porqué pero la felicidad siempre resulta ser inexplicable. Lo dicho, feliz dependiendo del viento que sople y punto o de si llueve o no llueve o de si tendré que encender la chimenea y entonces os puedo asegurar que ese mismo día, seré el tío más feliz del universo. CADA UNO ES FELIZ CON SUS TONTERÍAS.


 


 


PAU DONÉS


Hoy podía estar en otro lado,
pero me he convencido
que debo estar aquí..
aquí, cuidando lo que tengo,
acariciando los cerezos en flor,
y entre mis muros de piedra vieja y noble,
yo me conservo en barrica de roble
que como el buen vino
cada vez sepo mejor.
















FEDERICO GARCÍA LORCA


"Las cosas que se van no vuelven nunca,
todo el mundo lo sabe,
y entre el claro gentío de los vientos
es inútil quejarse.
¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?
¡Es inútil quejarse!"















MI NOMBRE.

 

He copiado este poema...porque después de leerlo comprendí que los hay mucho más agoreros y pájaros mucho más negros que yo y que su visión de sí mismos es en negro absoluto y sin prólogos ni epitafios.

Al lado de éste poeta... me queda totalmente claro, que el blanco y negro que los demás utilizamos en nuestra poesía de andar por la vida, es para blandengues que un día ríen y que otro día, lloran como descosidos y porque así es la vida.
Pero éste tío está hecho de otra pasta o materia. "Mi nombre es nadie"...dice el menda...

MI NOMBRE.

Habito en los rincones
siempre en sombra.
Mi reino es el silencio
y las palabras son un bien
que sólo en el papel
me puedo permitir.
Cuando me miran
me veo,
nada más entonces.
Y el resto:
arenas resbalando
sobre el delgado cuello,
contemplación, soledad
y vacío.
No me llaman.
No existo, nunca fui.
Y así sigo.
Y aquí estoy,
contenido en mi mismo.
Ellos saben el porqué.
Mi nombre es nadie.














EDUARDO GALEANO


 

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...