MI JARDIN DEL EDEN

        Y ya son las 3 de la tarde de este domingo otoñal y con sueño hasta la bandera. Hoy hasta hace fresquito y que gusto que lo haga, tampoco es de tener que abrigarse, pero casi. Amenaza con llover y eso es lo que estoy esperando que llueva a raudales. Estoy pendiente de que se riegue mi jardín otoñal o jardín del Edén, como se prefiera y tengo que cuidar mis setas, las que se crían entre los matorrales de los bosques. Yo sólo se de 4 tipos de especies comestibles y con eso me llega y me sobra. Aquí se come y se aprecia mucho, el Níscalo o Robellón o como se llama en la Isla, Esclatasangs (no sé si se escribe así, pero yo lo intento). Pero el tema de las setas no es sólo pillarlas y después comerlas, el tema esta en varias cosas: esta en los sitios en que aparecen o sea en bosques de robles o entre los frondosos pinares mediterráneos. También cuenta la época de ir a buscarlas, en el otoño, en esa estación donde el bosque esta precioso. La hoja caduca, la hierba mojada, los colores diferentes de las distintas hojas, esos colores ocres y mezclados con los verdes y amarillos, vamos el mosaico de los colores otoñales. Y la luz otoñal y las alfombras de hojas y... y las nieblas de esta época y yo que sé, todo es la novena maravilla. Y todo eso es lo que conforma parte de mi jardín del Edén.

                                
 Después viene el instinto de caza o el instinto asesino de cazar setas y no es tan fácil el saber buscarlas, tiene su historia y su aquél y hay que tener destreza y mucha pero mucha paciencia. Y la caminata que te metes y lo oxigenado que acabas. Yo pienso que lo mejor de todo, es salir de buena mañana, igual que ir a pescar, así pateas la mañana entera y si la cosa tuvo su recompensa, lo ideal sería quedar todos los cazadores para cocinarlas y después comérselas. Eso sería lo ideal, pero como vivimos en un mundo donde las prisas y agobios campan a sus anchas, no siempre se puede cumplir este deseo.

                                  Y como es otoño, se puede acompañar la cosa, de un buen lacón con grelos o de un cocido gallego. Y a media tarde hacer un Magosto, que es asar las castañas al fuego. Lo ideal, sería ir a recoletar las castañas con tus propias manos y eso hacía yo en Galicia, pero aqui en donde vivo no hay castaños o sea es una isla "acastañada". Del dicho al hecho hay un trecho y yo planteo lo ideal y  que despues se haga, ya no depende solamente de mí, depende de los demás, depende del tiempo, depende de si los astros se muestran propicios, depende de si eres buena gente para que te admita el ir conmigo, en fin, como veis es complicado, pero sobre todo y por encima de todo, depende de ti mismo y para ir al bosque no hace falta que nadie te acompañe, con solo llevarte una cesta y una navaja, ya es más que suficiente. ¡No siempre se dan las condiciones ideales para todo!. Pero eso si, por favor ¡¡¡¡que llueva!!!!!!!!!!.

                                Al final mi jardín del Edén tampoco necesita tantas cosas. Necesita árboles y de todo tipo, excepto los Eucaliptos, no puedo con ellos, son una especie invasora y multiresistente, además que debajo de un eucalipto no nace nada, ni siquiera crece la hierba, ni los matorrales, ni por supuesto ningún otro árbol y sus hojas son esponjas que succionan la humedad del suelo y por tanto liquidan los helechos. Por supuesto que no falten las setas, los matorrales, los helechos, en fin, lo que toca y por último, que tenga alarmas y guardias de seguridad, para que no dejen entrar ni a Eva, ni Adán y ni a la serpiente ni hasta a la manzana, nada de nada, que estos señores lo joden todo. Sólo hay que ver como nos dejaron de vendidos para el resto de los siglos y todo por una puta manzana de mierda.

LA VENDIMIA -3ª Parte y última

               Hasta aquí, el proceso de la vendimia. Después quedaba el último escalón, el del hacer el aguardiente. Este se hacía con el bagazo (uvas y racimos) que era introducido en el alambique. Y esta si que era una historia muy bonita. En el mes de Noviembre, digamos a principios, en el veranillo de todos los santos y de todos los muertos solía venir el aguardenteiro o alambiqueiro, con su alambique a cuestas y sobe un carro de bueyes. Cada año cada productor rotaba y le tocaba hacerse cargo del lugar de producción y de dar de comer y beber al sujeto mencionado o aguardenteiro. Los vecinos, trasladaban sus cosechas de bagazo y se creaba un turno de llegada y de salida. A mí me encantaba hacer guardia con él y si a él no le molestaba, yo siempre me quedaba.

                           Era excitante, yo era un enano que con ésta historia podía quedarme toda la noche en vela y al lado del fuego del alambique. El aguardenteiro, solía ser un hombre parco de palabras y con ese aire de lobo solitario. Y el tiempo allí transcurría pausadamente. Cada media hora él iba probando a pequeños sorbos, supongo que comprobando la calidad del aguardiente. Recuerdo el decorado como si fuera hoy mismo. Solía ser un establo de animales, pero ahora sin ellos y rodeados de aperos del campo colgando de sus paredes. El precioso alambique dorado, de cobre, a mí me parecía de oro auténtico. El tintineo de las gotas de aguardiente al caer, siempre a ritmo lento, muy lento y tan lento que pensaba que tras una gota no vendría la siguiente, eran segundos, pero para mí eran horas. El calor de la lumbre encendida, el roncar acompasado del hombre, las luces y destellos del fuego, los aperos, el ruido de las gotas de la lluvia, el alambique reluciente y tú en el medio de aquello, hacía que ya no fuera un establo, era un establo lleno de magia.

        Mientras, yo me infiltraba en todos los rincones de aquella cueva. Observaba las sombras, siempre cambiantes por la luz de la hoguera. Escudriñaba los ruidos, para mí no familiares, los chasquidos de leña, el murmullo de la lluvia y el silbido del viento. Y a partir de aquí mi imaginación me desbordaba y sólo quería quedarme a vivir allí y para siempre jamás: junto al fuego, con el alambique dorado y rodeado de la luz tenue de las llamas. Ahí sentado, esperando a que nunca llegara el día y que siempre fuera noche y que la noche me abrazara con su manto de estrellas y me meciera en ése sueño profundo y del que nunca más, pudiera salir .Era la ilusión de un niño ensimismado y abotargado por el sueño y que flotaba en nubes de algodón. Era, en definitiva, la felicidad más completa que yo sentí en vida.

        Es curioso, que tuvieran que pasar muchos años hasta reconvertir ésta historia. Así es la vida de contradictoria y ¿quién me iba a decir a mí, que años después acabaría echando de menos todo el sufrido proceso del vino?. Durante todo éste tiempo sólo pensé en su trabajera. Ahora me da igual su trabajera y sólo pienso en su lado amable y tierno y sobre todo en su lado mágico. Es como si de pronto descubriera que amo todo su proceso y que me gusta deslizarme entre las uvas, los racimos y alambiques. Y os juro que no es por el vino, al fin y al cabo, era un mal vino, pero muy rico para nosotros, sino y sobre todo por lo que rodea al acto de hacerlo:  por la vida que creaba a su alrededor, por esos momentos tan íntimos y sentidos, por esos ojos de niño iluminado e ilusionado y por ese aliento de vida que transmitía todo el proceso y que aún y por suerte, ahora aún puedo revivir...

LA VENDIMIA - 1ª Parte

     Durante años y muchos, fui incapaz de hacer nada que tuviera relación con el trabajo del vino. Me explico, en mi casa se hacía vino, vino casero, del que se hace casi a mano o sea, con materiales muy rudimentarios.  Recuerdo los trabajos entorno al vino y éstos eran varios:

               - En Julio y dado el poco sol que hay en Galicia, tocaba sacar hojas de la parra. Para que el sol penetrara y diera calor y maduración a la uva y de paso ventilar la parra, para que no se pudriera la uva (cosas de los sitios muy húmedos).

               - Previamente y meses antes, había que sulfatar el viñedo. Lo único que me gustaba de esto, era el poder disparar con la pipeta de la sulfatadora, y jugar al ahora, un chorro más fino y largo y al ahora, un chorro más cercano y esparcido y de vez en cuando disparar al perro (como si estuviera meando). Dos puntos negros tenía: uno el peso de la sulfatadora, que de aquellas era latón y bien cargada de sulfato de cobre, pues vendrían a ser entre 20 a 30 kg. y eso de chaval, pesa el doble. Y el otro inconveniente, era que la parra en Galicia, está en alto, para que se puedan airear los racimos y que así la uva no se pudra. Así que había partes de la parra en las que tenías que usar unas escaleras y ahí radicaba el problema, el subir los peldaños haciendo equilibrios con la sulfatadora.
            
 - Por lo demás, ya no había novedades hasta Septiembre y aquí sí que venía lo duro. En Septiembre y a veces en principios de Octubre, era y es la época de la vendimia. Este era un acontecimiento familiar y se intentaba la máxima asistencia de familiares y de amistades y no con mucho éxito, pero siempre se intentaba... Por lo general, solía llover a ratos y se empapaba la hierba de gotas de lluvia y al final lo normal era cambiarte varias veces de ropa. Se empezaba de mañana temprano, sobre las ocho. Nos vestíamos adecuadamente para la faena: con jerseys de lana, con doble pantalón y con botas de agua y con unas tijeras y un capazo y hala a recoger la rica cosecha.

LA VENDIMIA - 2ª Parte

                Primer inconveniente de la Vendimia, había zonas de parra que eran muy bajas y casi tocaban el suelo, por tanto para recoger la uva había que tumbarse o hacerlo de rodillas. El otro inconveniente, era que había otras zonas de parra alta, tan alta que se necesitaban escaleras. También te empapabas, con el sólo movimiento de los racimos, el agua penetraba en pequeños regueros que se colaban por el escote de la manga o por el escote de la camisa...

                                Después, seguía el proceso natural de toda vendimia. La uva se recogía en capazos, que a su vez se vaciaban en cubos más grandes para su transporte y la uva acababa en los barriles de destino. Esto seguía un ritmo circadiano: recogida de la uva, transporte y deposición en los barriles. Así, día tras día y siempre mojados y empapados y ya con el sol de retirada, nosotros también nos recogíamos en casa. Aquí, si que venía quizá el proceso más agradable de toda la vendimia: el pisar de las uvas.

                               Recuerdo, como si fuera hoy, como con el cuerpo aterido de frío, nos metíamos dos o tres elementos en una barrica. Al principio, por el roce de los pies con los racimos, los pies dolían, pero sólo era al principio. Después ibas notando como el líquido elemento o sea el vino te cubría los pies, las rodillas, la cadera, y hasta las partes nobles..., En los primeros momentos, era un líquido frío y viscoso, pero pronto el vino se tornaba caliente y aquello era una delicia deliciosa, el vino te calentaba por fuera y poco a poco lo iba haciendo por dentro.

                             El primer día de pisar la uva, aún éramos un tanto recatados y cumplíamos fielmente con nuestra función de pisadores. El segundo día ya no, era otra cosa, ya nos sentíamos con la complicidad que da el estar tres tíos juntos en la misma bañera y además bien llena de vino, que lógicamente captábamos de vez en cuando. La confianza iba in crescendo y ya uno anunciaba que se acababa de mear dentro de la barrica y rápidamente los demás nos solidarizábamos. Claro que los experimentos a veces iban más lejos. Un día y otro también, te sumergías integramente y hacías submarinismo e ibas echando tragos y tragos y más tragos y así hasta estar borrachos como cubas.
 La fermentación del vino, era alucinante. El vino con el bagazo (restos de uvas con racimos) hervía como la lava de un volcán, emitía calor y abundantes gases. A su vez, el contenido sólido iba en ascenso y si no lo empujabas hacia el fondo con un grueso palo, salía rebosante del barril, vamos que salía como la lava de un volcán.
                         
El siguiente paso, era vaciar el vino de las barricas. Se colocaba un grifo en la parte inferior del barril y se vaciaba. Al final, quedaba un pastel sólido (de uvas y racimos) en el fondo de la barrica. Este pastel se trasladaba a una prensa y donde a fuerza de aplastarlo, se le exprimía todo su jugo. En la prensa, el resto aplastado, ahora sí que era un pastel, sólo que un pastel de pellejos de uvas con restos de racimos. Estos restos a su vez se repartían en otras tantas barricas más pequeñas, bien apelmazados y cubiertos a su vez por un plástico y encima de él, una capa gruesa de arena. A continuación, se tapaba y se cerraba la barrica. El tema del plástico, la arena y el cerrar a conciencia el barril, se hacía para que no penetrara el aire. Pues si éste se ponía en contacto con el bagazo, este se pudriría.

EN LA TORRE DE TAVIRA (Poema)

 
 
 
 
Lo decidí y ¿ahora que?
Ahora me toca pensar y decidir,
yo estoy aquí y sigo aquí,
estoy en mi puesto,
donde me toca, en la trinchera,
en el puesto de mando,
en el de vigía,
y  de vigía en la torre Tavira.

Estoy dispuesto a ver sin mirar,
a rasgarme la piel,
 a romperme los brazos,
a comer astillas,
 a quitarme los ojos,
lo que haga falta, lo haré,
y juro que lo haré..

Paso firme tendré,
 firme pero sin pausa,
libre y sin cadenas ni mordazas,
y así y sin más,
pisaré cadáveres y ángeles celestiales,
pisaré sin tener compasión,
pisaré con entereza y decisión,
 y dejaré mi huella marcada en el barro,
y por fin, por fin
 decidiré lo que haré.

EL TRÍO CALAVERA

               Y hoy es domingo 15 de Septiembre y yo aquí y sin haber ido a misa. Ya estamos en medio de la cima del mes, van 15 días y aún hoy en día no sé como han pasado, pues se han volatilizado y quedan otros tantos, pero estos son los 15 días de cuesta abajo o de descenso vertiginoso, para finalizar como me pasa últimamente, con la nevera arañada de tanto excarvar en busca alimentos. Bueno vamos a lo que vamos y vamos a hablar de algún tema interesante, por tanto no vamos hablar de política, pero si de algunos políticos. En concreto, de los tres últimos presidentes de Gobierno de éste país.

                                        Que yo recuerde y en orden cronológico las tres florecillas o capullitos de este pequeño ramillete fueron: Aznar, Zapatero y el actual, Rajoy. ¡Joder!, así juntos los tres, parecen el trío calavera o aquellos plastas de los 3 sudamericanos y como cantante, ¿a quién pondríamos?, pues de los tres, por gallito y POR chulito, pondríamos al Aznar. Aznar, derechista hasta la médula, bajito con alzas en los zapatos, acomplejado por su estatura y por la forma de su labio superior y por eso se deja ese asquerosillo bigotito, que le agudiza su estampa de antiguo o de hombre de Cromagnon. Es de esos bajitos listillos, sobrevivientes de patios de colegio, que tuvo que agudizar su instinto y su carácter, para que todas las hostias no fueran a caer en su cara. Yo lo veo en una esquina del patio y con la mirada baja y dirigida al suelo, farfullando su venganza sobre los abusones de mucho cuerpo y si no es hoy, será mañana, pero algún me vengaré, pensaba él. O sea desde pequeñito se hizo acreedor de un profundo resentimiento hacia los demás y por tanto algún sería superior y ya que no lo era en estatura, se lo montó para serlo moralmente.

                                    
Y que me contáis de la melenita suelta al viento y con esa raya de lado que sólo la llevan los más pijos del PP. ¡Joder! un bigote de la era talaiótica y una melenita modernilla de pijo de aeroclub, menuda mezcla explosiva, pero ya se sabe, si él se veía guapo así y llegó de ésta guisa a ser un presidente de Gobierno, me tendré que comer mis propias palabras. Por lo demás, se desenvolvió por la vida como un reptil, primero en sus círculos derechistas de Valladolid y allí trepó. Empezó a escalar como sólo lo hace un escalador experimentado y fue aniquilando enemigos y liquidando resentimientos y después sólo esperó. Después de don Manuel Fraga, en el PP quedó un vacío de poder o de un líder destacado que pusiera orden en sus filas y entonces apareció él. El necesitado o el esperado por el PP, el nuevo Jesucristo de la era informática, el temido por resentido, el enano que se subió a la parra y el guerrillero de Cristo Rey.  Perdón, pero ahora me tengo que ir y ya seguiré con el resto del ganado aún pendiente y os juro que volveré.

EL PASEO MATINAL

               Esto es Menorca, y ya sabemos que aquí todo es de postal, de postal cara, desde luego. El mar, las casas, los barcos, todo se prepara y se coloca cuidadosamente para la foto. La cuestión es que no falte nada, el florero, el cuadro, el llaut (barco de vela menorquín) y el sol, todo perfectamnete estudiado, maqueado y encuadrado.

Agua de Menorca, agua de cristal.
                                        Hoy me metí en una postal de Menorca. Entré por un lado, ya un tanto despegado y me colé en ella y seguí el camino de Punta Prima a Alcaufar, dos bellos pueblos de ésta Isla. Es un camino celestial,  el día estaba nublado y plomizo y con tal grado de humedad, que te convertías y sólo dando dos pasos en una máquina de sudor. El mar era el reflejo del cielo, de color azul-grisáceo y quieto, tan quieto que emitía algo extraño, algo misterioso. Era como una tranquilidad forzada, era un mar raro, un mar que te avisaba de que algo iba a pasar. Aquí en la Isla, dicen que es un día de ritssaga (resaca), pues las condiciones atmosféricas, son las propicias para que se produzca este fenómeno natural, del cual por cierto, no se sabe su causa real, se supone que es debido a un fenómeno volcánico aún sin determinar. Resulta que los días así y sólo en estos, de repente la marea baja y sin más vuelve a subir, a veces sube o baja un metro y otras veces más. Hay que entender que en el Mediterráneo casi no hay mareas, no es como en el océano Atlántico, y la oscilación entre ellas es mínima, salvo esos días de rissatga y por tanto los  barcos se quedan colgados del muelle y de tan colgados, quedan suspendidos en el aire y acaban por romperse. Es como un pequeño, pero muy pequeño maremoto, primero el mar es succionado y después viene una especie de ola crecida, que hace chocar a los barcos contra el muelle o entre ellos.

                              Volvemos a nuestro paseo matinal. Conforme se hacía el camino con el cielo encapotado y ese mar atontado, avanzamos con paso seguro hasta casi llegar a una torre de defensa. Son torres que rodean toda la costa de la Isla y desde las cuales se divisaba el mar y para avisar de posibles invasiones marítimas. Y ésta torre en concreto es una más, pero es muy bonita, espléndida y coqueta. A éstas alturas de la caminata, mis pies ya no son pies, son dos muñones hinchados. Claro que me está bien, pues cuando me imaginé el paseo, me acordé de sus paisajes y vistas y me olvidé de los cantos cortados en filo de navaja que hay en ésta isla y que por supuesto se clavan o simplemente te cortan los pies. Supongo que imaginé que el camino no era de chinas y piedras aguijonadas, si no que era una alfombra de terciopelo  roja-marrón y que se extendía de Alcaufar hasta Punta Prima. Vamos que aluciné y mucho y aluciné porque yo quería alucinar y cada uno es libre de alucinar lo que quiere o puede.

                            Después de un buen recorrido yo ya sudaba a chorro y mi polo empezaba a parecerse a un mapamundi, de tantas manchas y cercos de sudor. Despues de una pequeña subida, se alcanzaba una diminuta cima, pero era suficiente para poder contemplar el pueblo de Alcaufar. Un lindo pueblo al que el mar besa sus pies y además le obsequia con una preciosa ensenada. Más o menos, a media bajada se ve el entrante de mar y en su bocana, se ve una roca muy grande. Y desde ese sitio y sólo desde él, la roca se transforma en un trasatlántico encallado, con su proa y su popa y en el medio de su casco presenta un boquete, que hace pensar que ese es el motivo de que ese barco o roca, se haya quedado varado y encallado en ese sitio. Como veis el canuto que me hice, iba bien cargadito de hachís.

                          Al tener a la vista el pueblo va aumentando el ánimo y de repente los pies ya dejan de doler y ya vas flotando en el aire, y ésta sensación aumenta cuando atisbas la terraza de un bar. Para llegar hasta él hay que pasar primero, por una pequeña playa de unos cincuenta metros de arena y mientras te quedas embobado viendo su agua limpia y cristalina. El mar de Menorca, con su agua caribeña y junto al entorno de ésta pequeña ensenada, hacen de éste rincón, uno de los rincones más bonitos de Menorca y hasta del Mundo entero.
       
                           Después de un refrigerio, hacemos el camino de vuelta y llegamos al punto de salida, y a mi izquierda observo si aún está el chiringuito del padel-surf (tablas con remos). Al que le di caña durante quince días de Julio. Porque en Agosto, ya se encargaron la abalancha de guiris, de echarme como a un perro sarnoso y sin ni siquiera pedirme perdón. La última ojeada a la playa de Punta Prima, que bonita con su traje otoñal y al fondo veo, esa lengua de tierra sobre el mar, con su faro vestido con su pijama de rayas. Y es una isla diminuta, que se llama la isla del Aire. Hasta el nombre es bonito, ! a que sí !.

                         Así, la aventura llega a su final. Y antes de salir apago las luces de la postal y por ahorro energético y ya me salgo de la postal y para no estropearla demasiado, salgo por el mismo sitio que entré y cierro su puerta sigilosamente y recompongo y aplano un poco más
la postal. Así cumplo con mi deber de ciudadano menorquín y dejo todo como debe de quedar y debe quedar, como una auténtica postal.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...