
Avanzamos a golpes de mar,
morimos malheridos de amor incomprendido,
revivimos en suaves tardes otoñales,
nos hacemos personas sin más,
arañamos perdones primaverales,
resplandecemos como Luciérnagas en el anochecer,
nos levantamos al grito de un día más,
nos tranquiliza ver a un niño jugar,
nos queremos y después, siempre nos perdemos,
y no es un día más,
y entonces es...
¡un día sin más!.