Lo mejor para poder sobrevivir, es desbordar al contrario. Y si le dices varias veces ¡Jefe! al que quiere imponerse por sus cojones del alma (que el alma también tiene cojones, por lo menos en las almas machos cabríos), pues que eso, que no siendo el jefe de verdad, los dejas en pelotas. Porque siempre acaban pidiéndote que no les llames jefe y eso significa que de alguna manera te piden perdón. Porque se dan cuenta que se han pasado dos o tres pueblos, que se creen los reyes de la selva y que han cantado más que la Macarena cuando está sufriendo en plena Semana Santa.Es una puta palabra servil (como las que más), pero que al final desborda a los que se creen los reyes del mambo. Pero yo la uso en el doble sentido, porque también es verdad que la uso en plan cariñoso y con gente o con personas que las quiero a nivel personal o profesional. De alguna manera intento reconocer su importancia, sus dotes, sus manejos, su arte, su historia, su película y es otra forma de decir, que me quito el sombrero ante ellos y en señal de reconocimiento les llamo, Jefes.
Pues pasa que años después de trabajar en un puto sitio, hay alguna gente, la legal y buena, que me sigue llamando: ¡Jefe!. Supongo que en señal de reconocimiento por todo lo que les he dado, porque dejé mi impronta o porque dejé mi huella y también y supongo, que en aquél momento determinado por llamarles Jefes, se sintieron agradecidos y reconocidos y de alguna manera me devuelven ese favor, el favor de que en algún momento de la vida, uno se siente importante y de esa forma me devuelven la pelota y me siguen llamando, ¡Jefe!..



