CABRONAZO

 

¿Como una persona, por llamarle de alguna manera, se puede pasar el día gritando y riñóndole a un niño pequeño, más bien es un bebé, que se defiende de ella con un lloro contínuo?. Pues ese panorama lo tengo cerca de mí y en uno de los pisos de enfrente. Y tan harto me tiene que a veces, hasta le contesto yo a sus gritos y como si yo fuera el puto bebé. En mis tiempos, ya muy lejanos, el que un adulto te echara una bronca desfasada o icluso que te cruzara la cara con unas sonoras bofetadas, no estaba mal visto y socialmente, estaba aceptado. Pero en estos tiempos, me entran ganas de cruzar la calle subir a su puto piso (que en concreto no sé cual es) y derribar su puta puerta y salvar al niño o bebé de semejante fiera agresiva. Mientras el niño sigue llorando a pulmón abierto y no me extraña. Y si es su madre, ¿porqué quiso tener un hijo? y ¿donde está su puto padre de mierda?, ¿estará en el bar todo escaqueado?...pues seguramente estará allí.

De repente todo se paró y no hay llanto de bebé y los gritos de la mujer fueron apagados por un hermoso silencio y yo no sé si dejarme llevar y empezar a relajarme y es que no me fío del todo y porque después de un silencio suele venir una tempestad. Pero de momento disfrutemos del momento de silencio que nos brindan el bebé y esa mujer. Y digo mujer en general, porque antes dije madre pero puede ser abuela o cuidadora o su tía o su prima y yo ¿qué carallo sé?. Así como al tío o tipo (padre, en este caso), lo veo claramente metido en el bar de la esquina y poniéndose fino a ginets (ginebra en vaso pequeñito que aquí se bebe de un solo trago), que rascan boca, lengua y esófago como si fuera un trago de salfumán y así después volver a su puta casa o piso y una vez alcanzado el nivel de cogorza necesario para que le importe una mierda los llantos del niño y los berridos de la mujer.

Los hombres somos así, diría el otro. Y ahora vuelvo a repetir, en mis lejanos tiempos esto era lo más normal del mundo mundial, pero también lo era, pegar a los hijos y a la mujer. Menos mal que evolucionamos, pero como podemos ver y comprobar, no todos evolucionamos al mismo nivel. Y siento decirlo tan claramente, yo no perdono a semejantes impresentables y a él, sobre todo. Machirulo, es poco decir. Cabronazo, lo define mejor.














CÉSAR VALLEJO


Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...















ARIANA HARWICZ

El artista ha de empezar su obra con el mismo ánimo que un criminal cuando comete un crimen, dice Degas. Cuando empiezo a escribir, el mundo se convierte en mi enemigo, dice Kertész.





















HARUKI MURAKAMI


«Cada día, al llegar la hora, anochece. Pero el mundo ya no es el mismo que el día anterior. Tú, no eres el mismo que ayer».

















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Wislawa Szymborska |El no saber (fragmento)


 "Estimo altamente estas dos pequeñas palabras: «no sé». Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra Tierra diminuta. Si Isaac Newton no se hubiera dicho «no sé», las manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en el mejor de los casos, solamente se inclinaría para recogerlas y comérselas. Si mi compatriota María Sklodowska-Curie no se hubiera dicho «no sé», probablemente se habría quedado como maestra de química en un colegio para señoritas de buena familia y en este trabajo, por otra parte muy decente, se le hubiera ido la vida. Pero siguió repitiéndose «no sé» y justo estas palabras la trajeron dos veces a Estocolmo, donde se otorgan los premios Nobel a personas de espíritu inquieto y en búsqueda constante.

También el poeta, si es un verdadero poeta, tiene que repetirse perpetuamente «no sé». Con cada verso intenta responder, pero en el momento en que pone el punto final, le asaltan las dudas y empieza a advertir que su respuesta es temporal y en ningún caso satisfactoria. Entonces prueba otra vez y otra vez, para que a las sucesivas muestras de su insatisfacción consigo mismo los historiadores de la literatura las sujeten con un clip enorme para denominarlas «La Obra»".
















Leila Guerriero - 'Principio y fin' (fragmento)


 “Soy argentina. Periodista. Siento que tuve “un buen día” si pude escribir, correr y cocinar, en ese orden. Cuando paso largos periodos en los que eso no sucede empiezo a sentir una delicuescencia física, un desasosiego que se parece, supongo, a la locura. Me interesa la existencia humana como una experiencia brutal y no puedo dejar de mirarla como quien contempla a un bicho —­que a veces sufre— bajo una lente de aumento. Viajo mucho y aunque no quiero hacer la cuenta de cuántos días paso lejos del sitio en el que vivo —Buenos Aires—, mi síntoma de base es una nostalgia crónica del hogar que percibo con más fuerza cuando estoy en casa porque sé que pronto voy a tener que partir otra vez. Nací en una ciudad chica y fui criada. Eso: fui criada. Tengo recuerdos de esos años envueltos en penumbra o en luz triste. No extraño nada de entonces salvo la textura del tiempo, que era la de la eternidad. Descubrí el sexo viendo copular insectos debajo de las higueras del patio. Una pulsión por las cosas relacionadas con la cópula nunca me ha abandonado y se manifiesta como cierta lubricidad expresada de diversas maneras que, pienso con pena, un día se terminará. No quise hacer nada de lo que se suponía que iba a hacer: casarme, tener hijos, llevar vida serena. Mi madre adoraba a los niños, la provincia, la calma. Saber que desciendo de ella, de su retorcida mansedumbre, es una evidencia que me deja azorada. La vi agonizar durante demasiado tiempo. Esas imágenes de fin de mundo se grabaron en mí y las lacré en un texto de 20 páginas que a veces pienso que debería publicar y otras que no publicaré jamás.

Soy atea desde siempre, pero un día entré a una iglesia a pedirle a la Virgen que me devolviera un novio. La Virgen no me devolvió nada y ese mutismo emperrado me bastó para seguir incrédula. Sin embargo, la semana pasada recité con un entrevistado católico aquello de Pésame Dios mío y me arrepiento, y sentí una turbación preciosa ante la belleza de la fe y la creencia genuina en la santidad y el paraíso. A veces, cuando me siento demasiado bien, me digo: “Qué contenta estoy de no ser yo” (la frase es de Clarice Lispector). Imagino cosas que nunca viví y puedo sentirlas con claridad. Eso podría ser un don maldito, pero lo veo más como una extravagancia y una herramienta útil para el oficio que practico: contar la vida de los otros. Todavía me duele la muerte de algunos a quienes nunca di señales de que su muerte iba a dolerme. Los extraño vivos.

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PUES RESULTA QUE...

 

Pues resulta que hoy hay mercadillo nocturno en mi pueblo, que se llama Es Castell (Menorca). Bueno, ya sabéis de que va la cosa, de poner cosas y cosas que a lo mejor gustaron a los que tienen anulado el gusto y el olfato desde tiempos inmemoriales (o dicho de otro modo, a los que tienen el gusto en el culo) y a tal precio que ni los guiris todos encebellados las podrán comprar. Pero ahí seguimos y dentro de lo planificado y que consiste en darle estopa a los guiris y en desangrarlos hasta dejarlos disecados y que les quede ni una gota de su sangre. La cuestión es esa, que en cuestión de dos meses de verano se pretende vivir el resto de los meses del año. Y así vamos, de culo y sin frenos...pero lo que siempre pasa, que el próximo verano será la hostia...y así nunca se acabará este cuento que os acabo de contar. Buena se acabará el día que las gallinas dején de poner huevos de oro, pero creo eso ya no lo veré y lo verán mis hijos. Mi herencia, una preciosa casa vieja por sus cuatro costados, grande, muy grande, excesivamente grande para mis viejos huesos y en una isla que era preciosa (y aún lo es) y que va camino de seguir la estela de las otras islas de Baleares: sobrepasada, llena de guiris, cada vez más cara, sin posibilidad de alquilar ni tan siquiera una habitación, gente hacinada y siempre rozando el que se acabe convirtiendo en un estercolero.

















George Carlin

 

«Me gusta cuando una flor o una mata de hierba crece a través de una grieta en el hormigón. Es tan jodidamente heroico.»



















JUAN CARLOS ONETTI


 Desde hace meses

con inusitada frecuencia

no me deja el cartero cartas tuyas.

Quizás el pobre hombre

las haya abandonado

en un rincón de su piso,

en algún hueco de su cajón amargo en el trabajo.

Quizá, cuando iba a traerla,

se le perdió el acuse de recibo;

y claro,

es bien sabido,

que mi recepción, para ti,

es muy importante.

Quizá se le haya olvidado en el archivo

donde se olvidan las cartas

que nunca se escriben,

o quizá seas tú, Dios no lo quiera,

que te has olvidado de mí.



















Federico García Lorca

 «Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas.»




















VIVAMOS


 Yo, repaso la vida

la cojo, la recuerdo, la desencajo y la desmonto,

le doy vueltas y me digo

quizá si hubiera hecho esto en cambio de lo que hice

mi vida hubiera tomado otro rumbo y otros derroteros

pero ¿hasta que punto me interesa eso?

porque está claro que si cambias un peldaño la escalera no va ser igual

y además como es tiempo pasado no hay nada que cambiar

y para más inri

vivir instalado en el pasado no va a cambiar tu presente.

Por tanto, vivamos y dejemos vivir.

















 

ME HE PASADO MEDIA VIDA INTENTANDO SER


Me he pasado media vida intentando ser,
ser un buen médico,
ser mejor padre,
ser afable y amable,
ser sincero y claro,
ser empático y simpático,
ser amigo de mis amigos,
ser buen y mejor compañero,
en fin...
me he pasado media vida intentando ser alguien
ser como uno piensa que tiene que ser
y por eso llevo grabados los límites de mi control emocional:
modérate,
contrólate,
equilíbrate,
pondérate,
saluda a la peña,
conduce con más cuidado,
quita el pie del acelerador, cariño,
mírame cuando te hablo, coño
no seas tan terco y sé más cordial,
explícate mejor, que no cuesta un carajo
cuenta hasta tres antes de abrir la boca,
y uno y dos y tres...y respira.
En definitiva,
me he pasado media vida,
queriendo ser otro
que nunca he podido ser.



























DOSIS DIARIA DE MUÑOZ MOLINA

"La literatura me ha enseñado lo que también confirma la biología: que todos nosotros, aunque cada uno único, somos al mismo tiempo muy similares –y nos podemos ver como en un espejo en las páginas de una historia contada por un extraño que puede haber muerto o que escribió en una lengua tan lejana de la nuestra como el español del hebreo–. Nada tiene de raro que nos parezcamos tanto los unos a los otros: parece ser, según los expertos en genética, que todos descendemos de unos pocos miles de Homo Sapiens que sobrevivieron al peligro de la extinción hará unos 60,000 años. Las ideologías y las religiones establecen identidades fijas y separan a las personas detrás de impenetrables líneas rectas: cristiano, musulmán, judío, español, negro, blanco, salvado, condenado, ortodoxo, hereje, uno de los nuestros, uno de ellos, amigo, enemigo. Tanto los creyentes fanáticos como los oportunistas políticos gustan de alimentar y sacar provecho de lo que David Grossman ha llamado “los prejuicios, ansiedades mitológicas y crudas generalizaciones en las cuales nos dejamos atrapar nosotros mismos y encerramos a nuestros enemigos”. A lo que anima la buena literatura es exactamente a lo contrario. Leyendo literatura he aprendido a recelar de las certezas y a apreciar ambigüedades y matices, diferencias menores pero significativas, afinidades ocultas, lo muy similar que está debajo de lo extraño, lo misterioso que hay en lo familiar. Los mejores escritores son contrabandistas vocacionales que cruzan clandestinamente las fronteras siempre bien vigiladas de lo establecido y lo respetable, socavando la solemnidad con ironía y la conformidad colectiva con sarcasmo".
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"La literatura me ha enseñado lo que también confirma la biología: que todos nosotros, aunque cada uno único, somos al mismo tiempo muy similares –y nos podemos ver como en un espejo en las páginas de una historia contada por un extraño que puede haber muerto o que escribió en una lengua tan lejana de la nuestra como el español del hebreo–. Nada tiene de raro que nos parezcamos tanto los unos a los otros: parece ser, según los expertos en genética, que todos descendemos de unos pocos miles de Homo Sapiens que sobrevivieron al peligro de la extinción hará unos 60,000 años. Las ideologías y las religiones establecen identidades fijas y separan a las personas detrás de impenetrables líneas rectas: cristiano, musulmán, judío, español, negro, blanco, salvado, condenado, ortodoxo, hereje, uno de los nuestros, uno de ellos, amigo, enemigo. Tanto los creyentes fanáticos como los oportunistas políticos gustan de alimentar y sacar provecho de lo que David Grossman ha llamado “los prejuicios, ansiedades mitológicas y crudas generalizaciones en las cuales nos dejamos atrapar nosotros mismos y encerramos a nuestros enemigos”. A lo que anima la buena literatura es exactamente a lo contrario. Leyendo literatura he aprendido a recelar de las certezas y a apreciar ambigüedades y matices, diferencias menores pero significativas, afinidades ocultas, lo muy similar que está debajo de lo extraño, lo misterioso que hay en lo familiar. Los mejores escritores son contrabandistas vocacionales que cruzan clandestinamente las fronteras siempre bien vigiladas de lo establecido y lo respetable, socavando la solemnidad con ironía y la conformidad colectiva con sarcasmo".
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DEJARSE LLEVAR

Entre que unas veces me pierdo
y que en otras, no me encuentro,
pasan los días sin saber lo que quiero,
y entonces deduzco,
que sigo en el limbo
instalado en el limbo de los indefinidos.
Y cuando toco fondo,
lo veo muy claro
y todo es fácil y sencillo,
no hay futuro, me digo.
Y cuando desciendo hasta el averno,
todo se hace espeso y complicado,
y pienso que nada merece la pena
y menos tener que soportar el peso de mi existencia.
Y cuando floto en la superficie,
me dedico a contar las estrellas del firmamento,
y entonces sé que ya estoy bien,
que floto porque ya dejé el lastre
y el peso que tenía que dejar,
y que si miro al cielo,
es porque quiero salir de mi agujero.
Y no es fácil,
nada es fácil si lo has complicado,
aunque así y todo,
siempre es más fácil de lo que parece,
pues el cuerpo primero se hunde,
pero después tiende a flotar,
y entonces todo es cuestión...
de dejarse llevar
y hasta que se alineen los astros.




















Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...