Tú pelo es de color castaño,
y el mío es escaso y casi blanco,
y eso es, una muestra más,
de que somos diferentes.
Pero hay más diferencias,
y lo que piensas tú,
a lo mejor yo no lo pienso,
y lo que yo siento,
a tí te resulta ridículo,
por eso, somos diferentes,
y lo somos en todos los sentidos.
No hay dos personas iguales,
pues cada uno es cada uno,
y tiene sus propios mecanismos de defensa,
y menos mal que nos diferenciamos,
no me figuro a otra persona como yo,
con mi cara, con mi mente,
y sobre todo, con mi alma enferma,
y si esa persona existiera,
seguro, seguro que la mataría.
A mi me cuesta aguantarme a mi mismo,
y me cuesta verme en el espejo,
y hasta me cuesta olvidarme de que existo,
como para tener un doble delante de mí,
un doble que le gusta observar el mundo,
un doble que le encanta la belleza,
un doble que le entusiasman los sentimientos,
y hasta le gusta urgar,
en las profundidades del infierno.
Un doble con alma sensible y tierna,
y que se muere por saber el porqué de las cosas,
en fin, un doble que quiere cambiar
y transformarlo todo,
un utópico sin banderas,
un paria de los sin tierra,
un loco que anda por la vida,
y así es mi doble,
entonces, ¿quién soy yo?
quizá sea lo que me queda,
un ser que se pierde,
entre su propio desconocimiento.
TRANSFORMER (La vida de cada día)

Yo soy distinto, según los distintos escenarios o sea en mi casa soy de una determinada manera, en la calle soy de otra, con los amigos me pasa lo mismo y en el curre también me pasa. Son como cuatro Brunos distintos pero en el mismo cuerpo, que sí, que se asemejan en un montón de cosas, pero a lo que voy yo, es que se diferencian en muchas otras.
El ejemplo más gráfico es cuando voy conduciendo. O sea salgo tan tranquilo de casa y me meto en el coche y ahí ¿que pasa?, porque algo pasa, porque me transformo en un mostruo abominable. Conduciendo yo no perdono, éste porque va más lento que el caballo del malo, éste porque va a toda hostia y quién se cree, se cree Fitipaldi, éste porque tarda tanto en aparcar, será patoso el tío, éste porque me pita, si pudiera bajar le partiría la boca, y así y así y hasta el infinito y más allá. ¿Que exagero?, puede que un poco, pero quizás no tanto y creo que no sólo soy yo el que me transformo, los demás que van al volante de su buga, también lo hacen. Lo percibo por los bocinazos de impaciencia, por los gestos de que te vayas a tomar por culo, por lo que te llaman, de todo menos bonito, por sus aspavientos desesperados, por sus ojos rojos llenos de ira, por el dedo que señala la sien, diciendo que estás loco.
Vamoa ver, yo sé que me transformo y es más, a veces pienso que me gustaría grabar mis palabras, pero también grabar a mis pensamientos. Me voy cagando en todo lo que se mueve, me cago en dios por nada, me cago en los muertos del otro y menudo hijo de puta y que cabrón de mierda y que imbécil y un amplio abanico de tacos y de insultos, que a lo mejor no los digo todos en alto, pero que los pienso y a veces se me esacapan.
Entonces, ¿me transformo o no me transformo?. Pues no sé que decir, si al salir de casa soy uno, entro en el coche y me convierto en un ser agresivo, me bajo del coche y soy una balsa de aceite. Si esto no es transformarse, que baje dios y me lo diga a la cara. Y éste es el ejemplo más gráfico de todos, pero en las otras situaciones que mencioné al principio, también se producen transformaciones y que a lo mejor no son tan evidentes, pero habelas hainas. Pero eso será tema para otro día.
Para mí, el quid de semejante transformación, es que en el coche somos los dueños, los putos amos y el coche es mío y nadie me lo toca y si añadimos, que ésta sociedad está infectada por las prisas, pues más leña al horno. El voy a llegar tarde por tú culpa y mira que eres lento, ¿os suena de algo? y es que los culpables siempre son otros y no nosotros, aunque nos levantáramos tarde. Los coches son como pequeñas parcelas andantes, a ver porqué me ensucias mi muro, a ver porque no podas esa rama que me molesta y no sabiendo muy bien porqué te molesta, y... y...pero el caso es dar la bronca, y por eso somos humanos o ¿somos máquinas que se abroncan?. Transformer, en definitiva.Yo apoyo más, ésta última teoría.
APLAZAMIENTOS (Filosofía casera)

Aplazamiento le llamo yo, cuando se aplaza a medio o largo plazo y entonces si que no le veo el sentido. Las cosas que se aplazan para tanto tiempo, les pasa que poco a poco las matizas y lo que era ya no es o no lo es tanto y al final, lo que haces es no decidir nada y esa carga va directamente a tú mochila, esa que ya pesa un huevo y ahora le añades otra losa más.
Yo antes aplazaba todo y no era capaz de tomar una triste decisión instantánea y con esa excusa, de que no se es objetivo en ese momento en que te la planteas y que más adelante y no sé el como, pues que sencillamente, sería objetivo lo que pensaras y por tanto tomaría la decisión correcta. Puta mentira, la mía, como decía antes, el tiempo va borrando la necesidad de tomar una decisión y al final tragaba la saliva y punto y pelota.
Antes aplazaba y ¿ahora que hago?. Pues ahora me paso del otro lado o sea espeto a la cara lo que pienso y claro a veces me trae graves consecuencias. Vamos que voy perdiendo amigos o conocidos o compañeros de trabajo. Ahora me paso tres pueblos y lo peor es que me quedo tan tranquilo. Sólo al cabo de un tiempo, valoro las consecuencias de lo dicho, y son más bien desastrosas, no sé pueden escupir las palabras sin tener medida, no se puede arrancar la piel a tiras a las personas y dejarlas así, a carne viva. El tema quizá está en encontrar el famoso punto medio, el punto de equilibrio entre los dos polos. Y aunque parezca fácil, no lo es, no.
Ahora pienso que las cosas hay que decirlas y sólo aplazarlas un día o poco más tiempo y tomar la decisión que corresponda, pero eso sí, decirlas sabiendo que tienes a otra persona delante y que a lo mejor la que no está para escucharla o discutirla es él o ella, pero pienso que se debe intentar y plantear el tema, el que la otra persona no esté para el asunto, pues hay que respetarlo y entonces aplazarlo mutuamente, pero eso sí, que sea un acuerdo mutuo y por supuesto, si se queda otro día para hablar del tema, que se hable y que se decida, pero que nunca se aplace de nuevo. porque si no ya se sabe la que va a pasar, que la mochila se llena.
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