
déjame que tus ojos miren hacia los míos,
y déjame tu cuerpo y que repose al lado del mio,
y juro, que seré tu esclavo más ardiente,
y me dejaré atar a los pies tu cama,
y que me azotes como a un perro,
y que llenes de cal viva mis heridas.
Déjame que tu boca sea la mía,
y que tu lengua hable por la mia,
y mientras rebusco en tús secretos,
envuélveme en una suave nube de caricias.
Déjame poner mi mano sobre la tuya,
déjame reposar mi cabeza sobre tú almohada,
y te prometo,
que haremos el amor sobre una cama de hierba mojada.
Déjame que tú alma se pase a la mía,
déjame que al despertar te de un beso,
déjame que tús pensamientos sean los nuestros,
y te diré, que sí, que te quiero,
y que te quiero más que a mi vida,
pero antes déjame decirte,
que todo, que todo lo que ves,
todo absolutamente todo, es tuyo,
pues tú,
eres mi reina de los mares,
y yo soy tu tesoro perdido,
y al que ahora has encontrado,
y yo te regalo la sangre de mi médula,
y te pongo una caracola sobre mis venas,
y oirás el sonido del mar,
el sonido del mar y el latido de mis penas.