Me quedaría bajo la sombra de tu mano
agachado por debajo de tu cintura
buscando y rebuscando lo que nos perdimos
corriendo por tus piernas
dibujando un interrogante sobre tus dedos
obligándome a sentir lo que sentía
derramando miedos en la basura
escondiéndome en el subsuelo
y para decirme a mi mismo
¡no tengo miedo!.
Pobre de mí
pobre es el pobre que se compadece de si mismo
y yo me compadezco
y reniego y no me fío de mí
y si algo tienen mis ojos claros
es que no mienten al verte
y lloraría como un bebé recién nacido
y todo por conservarte
y todo por volverte a tener entre mis dedos.