
El tiempo convierte los reproches en resentimientos y eso fue lo que me pasó, que escribí con resentimiento y eso me hizo perderme entre venganzas y odios ya antiguos. No sé, pero me dejé llevar, como si ahora estuviera en aquellos malos momentos y perdí el norte y los papeles y por tanto perdí la objetividad y me convertí en mi propia victima y ella fue un demonio y yo un angelito y pobrecito de mí y...y...demás estupideces que dicen los que van de víctimas por la vida.

O sea a lo echo pecho y ahora ya no hay quién arregle la desfeita, pero si me sirve para que la próxima vez no me deje arrastrar por el odio y por las riendas del resentimiento, pues una vez que te metes en él, ese camino no tiene posibilidades de retorno. Como se dice, hay que tener un poquiño de sentidiño y pensar las cosa dos o más veces y siempre antes de darle la forma definitiva. Es curioso, pero ahora estoy seguro que hasta que estemos cruzando la puerta del otro lado, nunca, nunca, pero nunca dejaremos de aprender algo.
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