No soy yo, es mi otro yo,
mi otro yo,
el otro, el que viene del mundo de los locos,
mi yo descontrolado,
y apenas conocido,
ni siquiera sé si tiene otro nombre,
y si sólo es yo o es yo con apellidos,
ni su rostro conozco,
ni sé si tiene dientes, orejas,
o varias narices o ninguna,
y él, no me da pistas,
ni me rinde pleitesía,
el se sienta dentro de mi cabeza,
y maneja los mandos de mis delirios,
y se permite el lujo de cambiar mis alucinaciones.
El otro yo,
el que vive agazapado,
el que se muestra a veces,
el que te enseña los dientes,
el que te amenaza con su locura,
y con sus juegos de luces de colores,
y es el otro yo,
el yo que aparenta su muerte,
el yo que se hiberna,
y el que se hace el dormido,
es el yo del otro lado,
el siniestro, el perverso,
y el yo oscurantista,
y es el yo parásito de mi propio yo,
y el yo que siempre se camufla,
y se esconde en mi cara oculta,
y sé que vive entre mis axones,
y también sé,
que a veces se cuela dentro de mi cerebro.
mi otro yo,
el otro, el que viene del mundo de los locos,
mi yo descontrolado,
y apenas conocido,
ni siquiera sé si tiene otro nombre,
y si sólo es yo o es yo con apellidos,
ni su rostro conozco,
ni sé si tiene dientes, orejas,
o varias narices o ninguna,
y él, no me da pistas,
ni me rinde pleitesía,
el se sienta dentro de mi cabeza,
y maneja los mandos de mis delirios,
y se permite el lujo de cambiar mis alucinaciones.
El otro yo,
el que vive agazapado,
el que se muestra a veces,
el que te enseña los dientes,
el que te amenaza con su locura,
y con sus juegos de luces de colores,
y es el otro yo,
el yo que aparenta su muerte,
el yo que se hiberna,
y el que se hace el dormido,
es el yo del otro lado,
el siniestro, el perverso,
y el yo oscurantista,
y es el yo parásito de mi propio yo,
y el yo que siempre se camufla,
y se esconde en mi cara oculta,
y sé que vive entre mis axones,
y también sé,
que a veces se cuela dentro de mi cerebro.