
Apenas duré dos meses en los Astilleros. Entonces, me fuí a otro curre, a una fábrica
de gaseosas. Me tocó el peor curre, al ser el último en llegar, me tocó
la cadena de producción. Esa que empieza a funcionar y sigue y sigue y
sigue y es que no había descanso ni para mear. Se me ocurrió, que la
cosa tenía que cambiar y me puse a ello, intenté empezar a hablar con
los compañeros proletarios, a quejarme de tanto currar, que no hay
derecho, que sólo soñaba con botellas de gaseosa, etc... Y me llamó la atención dos cosas: una que eran
todos muy jóvenes, bueno más o menos como yo, y la otra que en cuanto les hablaba del tema, se ponían
a currar más. Hasta que un día se me apareció la Virgen, era Viernes y
para pasar el fin de semana en sus casas, vinieron los padres de los
demás currantes, a recogerlos. Me olió chamusquina eso de venira buscar a todos unos currantes proletarios, y de repente se levantó el
telón y entonces me di cuenta que eran adolescentes con discapacidad mental y convenientemente explotados y que para ellos y para su familia, era un favor del patrón
que les diera un puesto de trabajo y claro, pagándoles una puta miseria. !Maldita sea su estampa del
cabrón del patrón!, no se conformaba con esclavizarnos en una cadena sin
fin, si no que aquello, ya era una explotación más vil, era el colmo del
esclavismo.
Entonces decidí, que esto del proletariado se lo dejaba
para otros, a otros más fuertes y aguerridos que yo y eso sí, me hice la fuerte
promesa de poner en mi lista de sitios pendientes de ser quemados,
aquella fábrica de mierda. A partir de ese momento tenía muy claro lo
que quería y sólo quería estudiar y el proletariado se los dejaba para
otros.
En ésta fábrica aguanté
cuatro meses más, ¡qué remedio!, se me hicieron cuesta arriba, la moral la tenía por los suelos. Después ya me centré del todo en mis estudios y no dije
nada a los demás, pero mi decisión ya estaba tomada. ¡A tomar por culo todos
los trabajadores del mundo! y mi trabajo a partir de ahí sería, aparte
de la revolución, el incar los codos con toda mi devoción... Y así hice,
pero al no tener ingresos me quedé sin pasta, entonces tuve que
plantearme el volver de nuevo a mi casa. Así, que volví a mi casa con el rabo entre las piernas, pero
en el fondo muy contento y con la esperanza de que llegara el momento
de irme. Y así fue, hubo una convocatoria y que tuve la suerte de poder
aprovecharla y como en Febrero aprobé y en marzo, ya me trasladé
a estudiar a Santiago.
En Santiago
me tocó contactar con mis nuevos camaradas, a los cuales por supuesto no
conocía de nada. Por tanto, tuve una cita clandestina en una cafetería.
A la cual acudí con periódico doblado, tenía que ser un periódico raro,
que no fuera común en un estudiante, creo que
fue el ABC. El tema era que quien tenía que contactar conmigo, de alguna
manera tenía que identificarme ante él y de ahí que llevara un ABC y si aún así
se tenía alguna duda, mi contacto me hacía una pregunta muy rara, por
ejemplo: ¿Como se llama el perro de tú vecino? y yo tenía que dar la
respuesta correcta, que era a su vez igual de extraña, y yo respondía, "se
llama me pica el culo" y tenía que ser ésta la respuesta.
Despues ya nos ibamos de la cafetería y ya concertábamos otra cita para
la primera reunión en mi Santiago del alma. Que ilusión tenía y que
alegría de poder estar allí, libre y a mi puta bola. Como
llegué en el mes de Marzo, a través de mi contacto revolucionario pude
irme a vivir a un piso,en el que no conocía a nadie, pero al parecer
eran todos fiables. Así, que un día me trasladé a mi nueva casa, tenía
tres compañeros de piso y como llegué el último, me tocó la habitación
que quedaba libre. Era una mierda de habitación, cutre hasta la bandera y es que apenas cabía la cama,
era interior y sin ninguna ventilación, pero era lo que había y a mí de aquellas lo que menos me importaba, era el
como era la habitación..