Y ESPERANDO








Si todo es movimiento

porque yo no formo parte del viento

seré yo tan atípico como para ser repudiado,

o soy tan amorfo que me duermo en el aire denso de éste verano

y al final, me acabo olvidando de todo.


Si todo sube es que todo baja,

si alguien me quiere

es porque de alguna manera

nos hemos encontrado en alguna parte,

quizás en un suspiro cruzado

o en cruce de miradas perversas

en la que que nos desnudamos de arriba abajo,

yo en realidad no sé

si floto

o si espero que caiga una manzana madura de un árbol,

por si acaso, estoy sentado debajo y esperando...

GABRIELA MISTRAL





"Los tiempos felices en la humanidad son las páginas vacías de la historia"

__Gabriela Mistral

EL DÍA Y LA NOCHE











El día tiene 24 horas

y entonces la noche ¿qué tiene?

quizá lo que tenga... es en valor de vida paralela

y entonces la noche

quizá circule por libre y sin frenos

y a las 5 de la mañana y para un mortal normal

quizá pueda sentir la cúspide de un sueño

y pronto saldrá el gallo a cantar

y pronto se levantará el telón del cielo,

el día tendrá 24 horas

pero la noche

tiene el poder de los sueños.

ÚLTIMA NOTA DE VIRGINIA WOOLF A SU MARIDO

ÚLTIMA NOTA ESCRITA POR VIRGINIA WOOLF A SU MARIDO LEONARD ANTES DE SUICIDARSE



(La vida de la escritora inglesa estuvo plagada de trastornos mentales: padecía lo que hoy podría calificarse como trastorno bipolar, y desde muy joven sufrió diferentes episodios depresivos. El 28 de marzo de 1941, Virginia Woolf se llenó los bolsillos de su abrigo de piedras y se lanzó al río Ouse, donde se ahogó. Su cuerpo no fue hallado hasta casi un mes después y actualmente, sus restos reposan bajo un árbol en Rodmell. Tenía 59 años).

«Querido:

Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo».


Ilustración de Eliza Von Zerneck

La imagen puede contener: una o varias personas

15. «Todo movimiento es cacería», de María Teresa Andruetto

Mario Benedetti - Utopías

LOS QUE SOMOS...SOMOS








Los que somos...somos,


los que estamos...estamos,

los que decimos ¡yo estoy aquí!...lo 

decimos,

los que recitamos versos...los recitamos,

los que pudimos cambiar de lugar y sitio...lo hicimos,

los que prometimos sangre, sudor y lágrimas...lo cumplimos,

y no sé hable más,

 lo dicho dicho está,

los hechos tienen su hora y su fecha,

 las palabras son estaciones de paso,

mis penas y alegrías se mueven al azar,

y todo a mi alrededor es caos y dispersión,

no hay un día que transcurra tranquilamente,

no hay un momento de paz interior, 

no hay despertar que no me sepa a temporal,

en fin, 

hay tanta locura dentro de mí

que hasta a veces dudo

si encontraré la salida.

ABSURDO (J.J. Millás)

ABSURDO (Juan José Millás)


El director del primer colegio al que fui de pequeño se llamaba Vicente. En aquella época pasaban lista todos los días y los alumnos teníamos que gritar “presente” al ser nombrados. Yo siempre creí que mis compañeros decían “Vicente”, en homenaje al director del centro, de manera que cuando me llegaba el turno gritaba con marcial entusiasmo:
-¡Vicente!
Nunca nadie me lo reprobó. Es probable que me entendieran mal, como yo a ellos. De este modo transcurría una vida llena de malentendidos, que es lo normal.
La educación consiste en aceptar lo que no comprendemos.
A los pocos meses de mi entrada en el colegio, cambiaron al director y entró uno que se llamaba Antonio. Al día siguiente de su llegada, al pasar lista, todos mis compañeros continuaban gritando “Vicente” (“presente” en realidad), por pura rutina, pensé. De súbito, me entró una alegría enorme al darme cuenta de que yo iba a ser el único de todo el colegio que hiciera las cosas bien. Mientras los apellidos sobrevolaban al patio de recreo en el que permanecíamos en fila, rogaba a Dios que nadie se me adelantara. Fueron los minutos más angustiosos de mi vida, pues iba muy mal en los estudios y aquélla era una oportunidad de oro para demostrar que mi inteligencia estaba tan despierta como la de cualquier otro. Ya veía al prefecto de disciplina dirigiéndose a mí para felicitarme por aquel alarde de buenas maneras. Por fin, tras una eternidad, escuché mi apellido y grité más alto que nunca:
-¡Antonio!
El prefecto permaneció atónito unos segundos y después me preguntó que qué había dicho. “Antonio”, respondí yo comprendiendo que algo funcionaba mal. Como no fui capaz de dar una explicación razonable, me tuvieron bajo observación psicológica una temporada. Ahora, con la perspectiva que dan los años, creo que tan absurdo era decir “presente” como decir “Antonio”. Pero al común de las personas le parece más lógico gritar “presente”.
¿A qué negarlo? Siempre tuve dificultades de adaptación.

Ilustración de Nicoletta Costa

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HABLEMOS DE TODO LO QUE NOS PERDIMOS






Yo no te pido que me digas que sí o 


que no,

yo no te pido respuestas a cielo 

abierto,

yo te las pido de tú a tú,

de cara a cara, 

de frente y sin pestañeos,

y...y...y eso sí, caben las dudas,

las dudas siempre caben

y caben los versos sueltos,

los versos que hablan del viento y de las nubes,

los versos que atraviesan sueños y los hacen mejores,

los versos a la luz de la Luna

que hablen de nuestro pequeño gran amor,

que hablen de esa fruta prohibida

de esa cercanía tan lúcida estando tan lejos, 

de esa melancolía que me entra al recordar tus huesos,

hablemos de eso,

hablemos de lo nuestro,

de como se aproximaban nuestros cuerpos,

de como temblaban, 

de como morían y de como después, resucitaban, 

sí, hablemos de lo que nunca pudimos hablar,

de lo nuestro y de todo lo que nos perdimos...

LA TERNURA




 La ternura sólo tiene 7 letras,

podía tener 16,

pero no,

sólo tiene 7 tristes y pobres letras,

nadar en la abundancia no es su principal virtud,

 quizás sea lo contrario

y la clave estará en su escasez,

en su idiosincrasia, 

en su emocional aspecto,

en su rebeldía innata,

en que a cambio...no te pide nada

y sólo tiene 7 letras...

podía tener 16,

pero no,

tiene 7 letras escritas con tinta mágica.

PALPITO

Palpito,

tiemblo,

me emociono,

me río,

me apeno,

me siento sincero,

me noto trémulo,

me veo casi perdido en el espejo,

dubitativo e indeciso,

a veces cariñoso,

puede que cuando me vea a los ojos,

mi reflejo se coma al espejo,

y así acabaremos los tres en el mismo agujero

o puede que cada uno siga su camino,

yo, de momento,

llevo mis pasos hacia el bosque más cercano.

Allí seré otro...

quizá sea un poco corteza de árbol

o liquen en crecimiento expansivo

o seta venenosa

o helecho de  hojas verdes

que nace del entresuelo...

HABITO (Isabel Rezmo)

Habito

26.

Quiéreme en el vacío.
No tengas prisa.
No tengas cuerpo.
No tengas miedo.
Cuenta los momentos
qué decir.
Doblegar el acento
en mi carne trémula.

 

27.

Mis labios
puntos en el vértice del placer,
condena entre la caricia
y el roce a milímetro de tus palabras.

 

29.

Colgar notas
con el corrector de grafismos
en la solapa.
Perdiste el tren y yo el lamento.
La sinrazón de procrear descuidos
en el resorte de las manos.
Dímelo. Me comí el sol.

CRÓNICA DE LOS DÍAS QUE PASAN (Nuria Viuda)

CRÓNICA DE LOS DÍAS QUE PASAN por NURIA VIUDA




El verano aplasta y entumece.
Quieres dormir. Dormir por las tardes. Dormir a todas horas .Los ojos se te cierran cuando caminas por la avenida al atardecer. Casi no puedes contemplar las palomas muertas del paseo de los plátanos: han caído fulminadas al suelo por efecto de este extraño fuego amarillo que el sol desprende.
Paloma muerta sobre el césped; a esta en concreto vinieron a visitarla los grajos y parece que se llevaban bien, ya se conocían, eran viejos amigos de vuelo. Seguro compartieron alguna nube y estrellas, muchas estrellas mutiladas.
Comprendí el viejo lenguaje de las aves. Los grajos vinieron a comprobar si la paloma aún movía el pico. La besaron en los ojos, esperaron unos instantes, parecían cantar una oración llena de velos blancos, como telas de araña, que salían de sus picos negrísimos. Después se fueron hacia la fuente a refrescar el susto.
Tú no pudiste verlo. Caminabas aletargado en la tarde, cansado y sudoroso. Dormido de pie.
Yo pude percibir este instante, dichoso como ninguno, porque la vida me mantiene alerta y los que amo están muy lejos: allá en el silencio de los trigos o entre la rabia cansada del mar.

*

Blanco y roto, como el papel de los cuadernos que dejé en blanco.
Así el fundamento de lo no contado, de lo que se esconde en el misterioso azar de la noche más bochornosa de un Julio indeficiente.
El ataque del tiempo, en la calima nocturna, realiza el milagro de sostener partículas de polvo nublando el horizonte.
No veo. No ves. No vemos.
Todo se borra en los barrios pobres repletos de vigas y fachadas huecas.
Escenarios urbanos como teatros vacíos.
Maletas y mujeres, desmayadas en las aceras, huyendo de los bares sin abonar la consumición.
Corro. Corres. Corremos.
En la tremenda avenida, las casas sin cristales se mezclan con el sonido de las motos que pasan y forman un extraño tandem veraniego de vegetación incolora: blanco roto.
Pienso. Piensas. Pensamos.
Entonces ellos comienzan a bailar desparramando el cuerpo sin nostalgia de lo andado.


*

El tiempo en que vivimos se hermana con este misterioso languidecer de calles y aceras desconchadas y adustas.
Parecemos personajes de una cinta pasada de moda o quizá no, quizá sea una cinta futurista que no llegó a estrenarse en las salas de cine, hoy tan desiertas y casi desaparecidas. Recorremos la ciudad a salto de confusión, desnortados y anacrónicos en nuestro diario deambular.
Tiempo detenido. Stop obligatorio si no fuera por esta maravillosa moda de haber recuperado el cine al aire libre. Sin duda nos retrotrae a los tiempos gloriosos de los titiriteros y artistas ambulantes que plantaban la sábana blanca en las plazas de los pueblos para regocijo de todos. A veces se tomaban la molestia de encalar la pared de la escuela o el frontón, e incluso la corteza de un árbol para proyectar la película.(Yo nunca tuve pueblo pero me lo contaron)
Nunca fuimos de sentarnos en la hierba de los parques y ahora estamos aprovechando el tiempo en que no supimos crecer entre las margaritas y el trébol.
Recuerdo que en los años ochenta sí nos tirábamos en el césped sin ser conscientes de la verdadera libertad que esto supone.
Poco a poco, al ir creciendo, abandonamos las praderas urbanas:perdimos la belleza del agua que habita bajo la semilla, dimos por sentado que la espontaneidad del gesto era delito y el césped pasó a ser paisaje nada más. Paisaje libre de pisotones y posaderas. Paisaje en desaprovechado desuso, en el que sólo los perros rascaban sus lomos al amor del hormiguero, y la hierba recién regada por los aspersores.
Al fin hemos recuperado algo valioso. Días de estreno para que la memoria reconponga, pieza a pieza, su cunita dorada. Su estandarte.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...