
Y así fue...y así fue y a los 25 años parecía un viejo prematuro y es que de repente todos mis esquemas vitales y de pensamiento se quedaron hechos añicos y eso envejece a cualquiera. Bueno, yo en sí y por mi mismo no era ni soy de tener que esquematizar mi vida y mis planes, porque me gustaba y me gusta mucho el azar y la sorpresa, me gusta que la vida juegue al escondite conmigo, me gusta que de repente tenga que cambiar de idea y por tanto, de planes y el vuelta a empezar pero con otro rollo me entusiasma. Pero de aquellas, de aquellas tuve que adaptarme a los esquemas, pues me hice "revolucionario" a los 15 o 16 años y eso suponía tener que tragar los esquemas organizativos de aquél pequeño grupúsculo de alucinados y hasta los 25 años (que es cuando lo dejé definitivamente), tuve esa gran lucha interior: por un lado estaba mi propio caos y por el otro, estaba la puñetera disciplina. La verdad es que me vino bien un poco de disciplina y porque muchas veces y gracias a ella, me ayudó a ponerme las pilas y sobre todo, me ayudó a terminar las cosas o sea, que lo empezado tenía un fin y que las cosas hay que también valorarlas por el resultado.
En fin, en mi época "revolucionaria" aprendí muchas cosas y ese aprendizaje tuvo su peso en mí...pero con lo que YO no contaba era que de repente y un buen día, se me cayeran mis esquemas al suelo. Como todas las roturas un día te decides y ese día piensas que fuiste demasiado bruto y porque tiendes a pensar que ese pensamiento roturista no seguía una evolución, cuando en realidad la seguía y era consecuente con el proceso de mis pensamientos. Pero claro, llega un día en donde hay que mojarse y hasta el cuello. Claro que, claro que me quedé cojo y manco y porque la cosa era demasiado grande y además, no sabía donde o como ponerme. Es decir, me faltaba una alternativa válida, me faltaba un fin y un proyecto.
Y por cubrir ese inmenso vacío me dediqué a vivir lo no vivido y a los 25 años me emborrachaba como si tuviera 15 años y empecé a vivir la vida nocturna. Vivía como los Vampiros, vivía la noche, dormía de buena mañana y parte de la tarde, es decir, casi me despertaba con la llegada de la noche. Fue una época muy dura y no por pasarlo bien, que lo pasaba, si no porque no sabía lo que pensaba y eso en mi tenía una poder devastador. Estaba inflado de vacío y en cada amanecer me hacía la misma pregunta: ¿qué es lo que quiero?. De aquellas buscaba soluciones raras o no tan raras y simplemente mezclaba drogas y más drogas con mis ideales profundamente lastimados y claro, no salía nada productivo y salían intenciones que después, no era capaz de concretar, porque pasado y drogado haces planes que ya en ese mismo momento ya sabes que no vas hacer. Pero bueno, la vida de aquél entonces transcurría entre borracheras y la heroína o la farlopa o lo que cayera en mis manos y con la intención de que esas drogas cubrieran mis ideales huecos.
Yo me acuerdo de hacer cosas o de ver cosas que no me cuadraban (porque no iban conmigo, ni con mi forma de ser y de pensar) y en aquel momento éste era mi razonamiento: sino me cuadraban los comportamientos y hechos, es que no estaba muy ciego y porque mi objetivo era ese, anularme como persona y el pensar era una parte de mis defectos y cuando hasta ese momento el pensar, decidir, opinar y luchar eran lo contrario, eran parte de mis mejores virtudes. En el fondo buscaba un consuelo, es más suplicaba un consuelo y en principio, sin importarme mucho ni poco de donde venía...porque en realidad después si que me importaba, porque el 90% de mi cuerpo no es de agua o sí... pero como mínimo y en la misma proporción lo son los pensamientos y los ideales. Durante esa época mi YO estuvo decaído y deprimido.