A veces vivimos con el alma partida, con un trozo de alma que quiere que todo fuera como realmente piensas y con otro trozo que te dice que te tienes que conformar con un sucedáneo de mierda (cosa que en mi, es difícil). Hombre en mi, siempre sale perdiendo el trozo de alma que me dice que me adapte a lo que hay y más que me adapte, que me conforme con lo que hay, porque para adaptarme no me queda otro remedio y para conformarme, pues no. Me adapto pero no me rindo, me disfrazo de ardiente caballero, pero jamás enseñaré la bandera blanca y por el simple hecho, que yo no tengo banderas y menos, las tengo blancas.
No sé, hay gente que necesita las banderas para seguir o perseguir algo y como son unos putos trapos, las llenan de ideología patriotera y resulta que un trapo de colores, se convierte en tu patria y claro, así nos va... Fronteras, banderas, enemigos a las puertas, moros malos y desalmados, gabachos conquistadores, portugueses piojosos y así nos va...Necesitamos insultar y faltar a los demás seres humanos y para así nosotros crecer en nuestro sentir patrio y así, nos hacemos más piña y así, nos hacemos un poquito más descerebrados. Y es que ante eso ¿qué importa lo humano?, ¿qué importa que a nuestras puertas hayas miles y miles de refugiados?...si yo vivo más o menos bien y además y para que quede claro, primero estamos los españoles.
Ya estamos con el mismo tema, ya estamos con que los de fuera nos quieren robar y desestabilizar y que mejor, que meter una bandera por el medio y un himno y si me apuras, hasta una raza...pues así les pasó a los nazis, empezaron por querer ser un gran país y se sintieron poderosos y de ahí, a los campos de exterminio hubo un sólo paso y apenas hubo otro, para invadir países y ejercer su supremacía nazi y de raza aria y siempre y siempre adornados de complementos: banderas, simbologías, desfiles poderosos y obediencia ciega y todo en aras de construir una gran nación nazi. Y Europa, nuestra querida Europa, hoy en día hace aguas en aspectos humanos y lo peor de todo, es que no nos damos ni cuenta, pero no digáis que yo no os lo he advertido.