Sting - Shape of My Heart (Official Music Video)

John Mayer - Gravity [HD]

Coque Malla - No puedo vivir sin ti (con Anni B Sweet)

HELECHO RESURRECCIÓN


 Helecho resurrección. Ese es el nombre del helecho que crece sobre estos robles vivos. Aunque crece en la cima de estos árboles, el helecho de la resurrección no es parásito. Crece usando la humedad y los nutrientes del aire y la lluvia. En períodos secos, los helechos se acurrucan, se vuelven marrones y parecen estar muertos, pero no lo están. Durante la próxima lluvia, se vuelven verdes otra vez y vuelven a la vida como una resurrección. Por eso se les llama helechos de resurrección.

If I Ain't Got You / Gravity - Alicia Keys ft. John Mayer (New York Ti...

A Change is Gonna Come (Sam Cooke Cover) | Brian Owens

"R.I.P." Cristina Peri Rossi

 

"Ese amor murió
sucumbió
está muerto
aniquilado fenecido
finiquitado
occiso perecido
obliterado
muerto
sepultado
entonces
¿por qué late todavía?"














 




INHUMANO Y MÁS...(Autor desconocido)




"El 2 de septiembre de 2020 se cumplieron 20 años de la fotografía que hice en la Playa de los Alemanes, en Tarifa, Cádiz. Una pareja de bañistas frente al cadáver de una persona migrante subsahariana tras naufragar su patera. La veo ahora y me pregunto: ¿Hemos cambiado nuestra mirada sobre ‘ellos’? La respuesta es sí. Ahora ya no es solo indiferencia, ahora también es odio inducido con patrañas e inoculado por el nuevo fascismo ascendente en millones de corazones, almas y votos ante el silencio cómplice de algunos que se autoproclaman respetuosos con los derechos humanos.

(...) No había dispositivo de ayuda a pie de playa. Los que llegaban vivos, heridos, quemados o con hipotermia estaban tirados en playas y roquedales durante cinco o siete horas, ya bajo custodia policial. He sido testigo de cómo guardias daban el biberón a bebés hambrientos, con su propio dinero, y de cómo vecinos ayudaban o daban refugio clandestino a los migrantes para que no fueran deportados. También he visto la indiferencia, sobre todo en instituciones y gobiernos. Pero nunca el odio y la criminalización política interesada que sufren ahora.
Tampoco había asistencia humanitaria y algunos guardias les compraban bocadillos. Los encerraban durante 40 días, sin ver el sol y sin médicos, en la siniestra sala de maletas del viejo aeropuerto, de donde salían millones de turistas. Se encarcelaba a personas no delincuentes en un campo de concentración llamado CIE. Mientras nuestros campos se llenaban de trabajadores migrantes sin derechos, nuestra economía crecía. Recuerdo el terror esperando a que llegaran camiones para llevarse deportados a los indocumentados. Hoy siguen esclavizados y en condiciones inhumanas, como jornaleros, con papeles o sin ellos, en asentamientos de chabolas que les queman cada poco. Lepe, en Huelva, el Ejido, en Almería, o Lleida siguen siendo símbolos de la explotación humana. Y muchos continúan con el miedo a ser deportados".

NADA SABEMOS (Amalia Bautista)

 

Nunca sabremos si los engañados

son los sentidos o los sentimientos,

si viaja el tren o viajan nuestras ganas,

si las ciudades cambian de lugar

o si todas las casas son la misma.

Nunca sabremos si quién nos espera

a quién tenemos que aguardar en medio

de un frío andén. Nada sabemos.

Avanzamos a tientas y dudamos

si esto que se parece a la alegría

es la señal definitiva

de que hemos vuelto a equivocarnos.


 
















ERNEST HEMINGWAY

 

“El mundo rompe a todos, y después, algunos son fuertes en los lugares rotos”.



 




















LA ESPERA (Marta Pumarega Rubio)

 

Desde esta habitación
veo diez árboles,
cuatro tejados,
un parque infantil,
y una carretera pequeña
por donde pasan los coches
que van a las fábricas.
Esta habitación tiene dos camas juntas,
pero estan hechas para no quererse,
y es por eso que si intento darte un abrazo en la noche
suena un ruido de cristales,
se dibuja un margen,
tiembla un cuerpo sin el otro cuerpo.
Esta habitación tiene
una televisión sin mando,
un cuadro de Ciudad Real,
un escritorio desde donde nos escribo,
un teléfono que no suena.
Esta habitación no tiene reloj,
pero está llena de tiempo,
está repleta
de mañana, tarde y noche.
Es por eso
que cuando suena el teléfono,
cuando me dices que vienes,
me asomo en lo oscuro,
me pinto los labios.
Veo la noche,
veo diez árboles,
cuatro tejados,
el parque infantil,
y los coches volviendo
de las fábricas
por aquella carretera pequeña.
































HIJOS DE LA BONANZA (Rocío Acebal Doval). Blog de "Emma Gunst"

 

Mi infancia son recuerdos de un piso a las afueras
y un huerto descuidado en la ventana;
mi juventud, veinte años de cuadernos de inglés.

Conseguirás —dijeron—
mucho más que tus padres y sus padres:
estudia cuatro años y tendrás un trabajo,
trabaja y vivirás siempre tranquila;
trabaja y serás digna de un futuro.
Asentí, como todos —hijos de la bonanza—.

No atendimos a aquel presentimiento
aquel olor a pólvora que asomaba en voz baja
como un eco de angustia a puertas de palacio.

De aquel país ajeno a las fronteras
solo guardo el recuerdo de la luz
y una aversión a la palabra patria.

 
















Irene Vallejo

 

El cuerpo es un símil de la realidad donde habita. Cuando a lo largo y ancho del mundo el confinamiento cerró las calles, empezamos a sufrir contracturas físicas y mentales. Somatizamos los duelos como dolores, y la ansiedad es una secuela cada vez más palpable de este paréntesis angosto e interminable. El miedo, las tensiones, el peso del trabajo y el poso de las soledades se traducen a un lenguaje de carne en nuestras piernas, estómagos, corazones y cabezas. Este malestar encajonado tiene raíces antiguas; “angustia” significaba en latín “desfiladero, lugar estrecho, abismo”. Lo mismo ocurre con la tensión que nos oprime: “estrés” procede de strictus, en el sentido de “estricto, apretado, estreñido”. La tristeza estrangula el aire, enmudece la voz. Hasta que, de pronto, como en un hechizo, ciertas palabras nos permiten abandonar el pasadizo helado y encontrar alivio.
Cuántas veces, tratando de levantar nuestro ánimo, hablamos con nosotros mismos para conjurar el miedo, igual que susurramos al niño temeroso de la oscuridad. Nos decimos que es preciso confiar, ser fuertes, no desistir. Esta capacidad para desdoblarnos en un yo sereno que trata de apaciguar al otro yo es una proeza sorprendente y antigua. Ya Homero contaba en la Odisea que, a veces, el llanto sacudía a Ulises, y entonces escondía la cara tras el manto, humedeciendo la tela en silencio. Al regresar a Ítaca, el navegante encontró su palacio ocupado por extraños y tuvo que mendigar en su propia ciudad. Derrotado, se dijo: “Corazón, sé paciente, en otras ocasiones sufriste reveses más duros, pero aguantaste”. Por primera vez en nuestra cultura, un humano habla no con sus semejantes o con los dioses, sino consigo mismo. El diálogo íntimo nació así, con una llamada a la calma y al sosiego.
Durante estos tiempos tormentosos, los duelos amputados han agudizado nuestro malestar. C. S. Lewis intuyó que el dolor por la muerte de un ser querido se expresa a menudo en el idioma de la angustia. Con más de 50 años, el devoto profesor de Oxford aceptó casarse con la poeta norteamericana Helen Joy Davidman —católica, divorciada y comunista—, que le pidió ayuda para evitar la expulsión del país cuando le denegaron el permiso de residencia. Por sorpresa, ese matrimonio de conveniencia en la madurez desembocó en un inesperado y hondo enamoramiento, que poco después truncaría el cáncer. Cuando ella murió, Lewis escribió en Una pena en observación: “Nadie me había dicho que la pena se viviese como miedo. La misma agitación en el estómago, la misma inquietud. No estoy asustado, pero la sensación es idéntica. Aguanto y trago saliva. Antes tantos caminos y ahora tantos callejones sin salida”. Lo conmovedor es que esas reflexiones anotadas en cuadernos, sus apuntes sobre la tristeza, se convirtieron en un libro que le ayudaría —como a tantas personas, todavía hoy— a escapar de la calle angosta, de la trinchera circular.
La ansiedad es una habitación estrecha. Luis Buñuel lo explicó en su película El ángel exterminador, donde unos amigos se reúnen a cenar en un lujoso salón y después, por una razón inexplicable, no consiguen atravesar el umbral para salir. Según el cineasta, habrían sido atacados por una plaga misteriosa e innombrable. Entre esas cuatro paredes se suceden la desesperación y el humor surrealista: una comedia trágica sobre la asfixia y el desasosiego. Cuando el túnel nos aprisiona, la risa ensancha los pulmones con aire fresco. Conversando con exiliados españoles en México, el director señaló la clave: “Los hombres cada vez se ponen menos de acuerdo y por eso se combaten entre ellos. Pero ¿por qué no se entienden? En la película es lo mismo, ¿por qué no llegan juntos a una solución?”. Según Buñuel, debería asombrarnos no que los personajes sean incapaces de salir, sino que no intenten colaborar. Hoy, más que nunca, hay que observar las penas, hablar con el corazón, reír en el desfiladero y atreverse a buscar ayuda. Hace falta coraje para dar rienda suelta a las palabras enjauladas. No siempre comprendemos cuánta fortaleza se necesita para vivir en la fragilidad.



 

















EL "PERO" (Eduardo Sacheri)



“El "pero" es la palabra más puta que conozco -. "te quiero, pero..."; "podría ser, pero..."; "no es grave, pero...". ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es.”

 

















REVOLUCIONARIOS (Gsús Bonilla)

 

Hablando de rojos – deduzco –
qué les abrieron el pecho
les extirparan el corazón,
y aún así,
viste? que hijos de puta!
siguen latiendo.


 























NO TE OLVIDES DE MÍ

 

No te olvides de mí.
Yo sigo aquí.
y no estoy a la espera de nada
pero tenía que decir
no te olvides de mí
y porque no todo tiene que tener un sentido
y una causa y un porqué.

A veces no pensar, ayuda
otras veces,
cabrearte estremece tu forma de querer
y al final,
acabarás descubriendo
que hay y habrá otras formas de querer.


 

















Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...