Bueno hoy, ya he volado por los aires isleños, ya he ido a la otra Isla y por tanto me siento con el deber cumplido. Pero lo que yo sienta les importa un pito y hasta las 8 de la tarde no acaba la alarma sanitaria y es que justo estoy en el medio, pues son las 2 de la tarde y por tanto, me quedan 6 horas. Y eso que hoy hace un viento de un par de cojones y que mueve el avión con alevosía y desparpajo, pero primero está la obligación y después está el miedo y si la espicho sólo pido un deseo: que esparzan mis cenizas por el océano Atlántico y que sean lanzadas desde el Faro de mis queridas Islas Cíes de mi también querida ría de Vigo. Lo demás no importa, lo demás consiste en putrefacción de la carne y en festín de gusanos y es que después de muerto ¿a mi que me importa?.
Pero bueno, lo del esparcimiento de mis cenizas desde lo alto del acantilado de las Islas Cíes es sólo para joder a los que siguen vivos y de paso para que se enteren de la belleza que tienen esas Islas Atlánticas. Y lo de morir entre un amasijo de hierros del puto avión, tiene su aquél, tiene que te mueres en el instante, tiene que se mezclarán tus huesos con los del otro o sea que tiene mestizaje y eso me gusta. Y el murió en combate y el murió cumpliendo su deber y el pobre Bruno y que buena persona era y mira que lo quería...Yo que sé, se dice lo que siempre se dice y se dice, lo bueno que eras cuando ya estás muerto y lo espléndido y cariñoso. Pues señores no esperéis a que yo esté tieso como una mojama para inundarme de preciosos epítetos.
Está claro que todo dios escoge un tipo de muerte instantánea, una muerte indolora y rápida y yo no voy a quedarme atrás. Lo que está muy claro es que de cada vez la muerte ronda con más frecuencia a mi alrededor y van cayendo amigos y enemigos y van cayendo buenas y malas personas y no siempre con una razón clara y nítida, pues a veces esa muerte se ha decidido porque le ha salido de los cojones a Dios y punto. Y es que tengo a un amigo que se está muriendo y está siendo roído por dentro por un puto Cáncer galopante y creo que cada grito de su dolor lo hago mío y solo espero que ese martirio se acabe pronto y de una puta vez, pero lo que yo deseo, se queda en deseo y es que en temas de muertes, pocos deseos se han cumplido y sé que morirá como un perro malherido. Y es que en ésta vida somos capaces de entenderlo todo menos la muerte.