Os acordáis de aquél friki y hortera y hasta la bandera, pero feliz de la vida y que era el prota de la película "el Cowboy de media noche", pues eso es lo que me gustaría ser a mí. No con pantalón, sombrero y botas de vaquero, pero sin con pantalón vaquero y sin sombrero y las botas mejor no, pues prefiero unos buenos zapatos de guante blanco. En los zapatos tengo un principio fundamental, tienen que ser cómodos por encima de todo y por causalidades de la vida, resulta que ese tipo de zapatos son caros y por tanto suelen ser de marca.
Tienen que adaptarse a mi pie como una piel más y una vez puestos ya no hay quién me los quite. Lo malo de esto, es que esos zapatos me sirven para todo, igual para pintar paredes, que para excavar la tierra o para jugar al fútbol y al final, pasa lo que pasa, que esos buenos zapatos se van al carajo.
Bueno, lo que quiero decir, es que a mi me gustaría vestir como me saliera de las pelotas y andar por la vida así y así con lo puesto. Y no en plan guarrete y medio jipi, no señor, siempre limpito y aseadito. Aunque en realidad estoy pensando que eso ya lo hago, pues visto como me sale de dentro y combino todo con todo. Lo caro con lo barato y lo caro con lo más caro.
Porque yo parto de un nivel predeterminado y es que tengo un renglón en la ropa bastante elevado. Lo que no tengo medida es en el excesivo uso que le doy a la ropa que me gusta, porque como me atraiga una camisa o una camiseta o un pantalón, me lo pongo un día y al otro también. Exprimo lo que me gusta y hasta su última gota.
Después del resto de complementos de hombre, no me gusta ninguno. A veces dudé de un pendiente en la oreja y me eché atrás, pues los modelos de pendientes en las mujeres pueden ser tan feos como preciosos, pero en los hombres son todos sosos y aburridos. Un Tatu, un Tatu siempre me gustó y antes de ponerse de moda y un Tatu discreto en un brazo o como hay alguno, en ese sitio tan al principio del culo.
Del resto de complementos nada de nada, odio las corbatas, los relojes, las pulseritas, los anillos, en fin odio casi todos los complementos que llevan los hombres. A ver cuando es el día en que por fin los hombres demos un paso adelante y nos atrevamos a lucir complementos como tocan. Las mujeres en esto y como en muchas otras cosas, nos llevan varios siglos por delante.
Tienen que adaptarse a mi pie como una piel más y una vez puestos ya no hay quién me los quite. Lo malo de esto, es que esos zapatos me sirven para todo, igual para pintar paredes, que para excavar la tierra o para jugar al fútbol y al final, pasa lo que pasa, que esos buenos zapatos se van al carajo.

Porque yo parto de un nivel predeterminado y es que tengo un renglón en la ropa bastante elevado. Lo que no tengo medida es en el excesivo uso que le doy a la ropa que me gusta, porque como me atraiga una camisa o una camiseta o un pantalón, me lo pongo un día y al otro también. Exprimo lo que me gusta y hasta su última gota.
Después del resto de complementos de hombre, no me gusta ninguno. A veces dudé de un pendiente en la oreja y me eché atrás, pues los modelos de pendientes en las mujeres pueden ser tan feos como preciosos, pero en los hombres son todos sosos y aburridos. Un Tatu, un Tatu siempre me gustó y antes de ponerse de moda y un Tatu discreto en un brazo o como hay alguno, en ese sitio tan al principio del culo.
Del resto de complementos nada de nada, odio las corbatas, los relojes, las pulseritas, los anillos, en fin odio casi todos los complementos que llevan los hombres. A ver cuando es el día en que por fin los hombres demos un paso adelante y nos atrevamos a lucir complementos como tocan. Las mujeres en esto y como en muchas otras cosas, nos llevan varios siglos por delante.