Ahora estoy escuchando el quejido agudo de una gaviota
o el llanto a jipidos de un recién nacido,
difícil de diferenciar...
y más si vivo en una pequeña isla rodeada de mar,
de momento lo dejamos en empate sin goles...
Hoy está despejado a medias,
quedan algunas nubes sueltas,
pero el día está limpio, entrañable,
de luz impropia, de amables sonidos,
pausado, calmado y algo adormilado.
Vivo en un pequeño pueblo
a orillas del mediterráneo
eso es salud mental y medio ambiental
eso es caminar por senderos que salen del mar
y que terminan en el mismo mar.
La teoría de la vida, nos lo dice:
nacemos, vivimos y morimos casi en el mismo sitio
que nos vio nacer,
porque los sitios también evolucionan y se transforman...
De hecho,
vuelves a aquél viejo lugar de tu infancia y no es lo mismo,
han hecho retoques y reformas estructurales,
han cambiado de sitio aquél montón de piedras,
ahora está medio reconstruido,
las gaviotas que a primera vista,
parecen las mismas,
no son las mismas y son hijas o nietas de aquellas.
Los paisajes cambian
y a veces, se transforman
y sobre el escenario donde de niño fuiste feliz
se han construido edificios y una calle
que atraviesa el campo de tierra donde jugabas.
Pero algo queda en el ambiente
y ante ti aparece una vieja casa
que ya era vieja cuando eras niño
y entonces los recuerdos
empiezan a ser vomitados
y ya, no los podrás parar.