
Yo levanto mi puño
y lo levanto hasta tocar el cielo,
aunque si fuera con el índice
creo que me conformaría,
tocar el cielo debe ser alucinante
y vivir en él para que contaros,
(es de suponer, esto que digo)
a veces me gustarías ser nube
y así estar más cerca de él
o ser una de esas estrellas fugaces de agosto,
nosotros tirados sobre la hierba
y mirando al infinito del cielo
y en Tarifa de mis amores,
añoro esos momentos tiernos
donde los sentimientos son lágrimas vivas
que caen como gotas de lluvia sobre la memoria,
añoro los campos verdes de mi Galicia,
y el ruido de las cigarras de mi Cádiz,
añoro esas inmensas playas de arena fina
y esas tardes donde el mar se convierte en rizos plateados
y la arena mojada se transforma en un festival reflejos,
me gustaba caminar por su reciente humedad
y mojar mis pies hasta su médula,
me gustaba disfrutar de ese aire atlántico casi invencible,
y jugar con las sombras de la noche al caer el sol...
yo en otros tiempos,
fui de sol y de sol inmisericorde,
pero con los años
me hice más de sombras
y a una playa yo la amo o la quiero,
pero a primera hora de la mañana
o a última hora del día,
los extremos se tocan
y yo, como siempre estoy con ellos,
y que lo voy a hacer,
si yo nací en un extremo (Galicia)
y me fui a vivir a otro extremo (Cádiz)
y por fin, fui a dar con mis huesos,
al tercer extremo (Menorca)...
por tanto y así concluyo
me falta el cuarto extremo,
y por eso existe el refrán
"nunca es tarde cuando la dicha es buena",
pero bueno, antes de irme
¡os avisaré, seguro!