La vida es un asunto que nos vendieron muy bien. Y nosotros o por lo menos yo, me tragué ese cuento y porque estaba muy bien narrado y llegué a pensar que la vida era una cosa maravillosa y que solo había que dejarse ir. Tienes toda la vida por delante siempre me decían cuando tenía un tropiezo con el que no contaba y yo claro, pensaba que como era un niño tenía mucho que aprender y que de mayor sabría enfrentarme a todas las vicisitudes que irían surgiendo por el camino. Lo que nunca pensaba era que en ésta vida, hay muchos cruces de caminos en los que te puedes perder y muchos túneles profundos, oscuros y negros y muchas zancadillas de alguien que te acompañaba en el camino, y mucho amigo falso que te vendería por un plato de lentejas. De todas formas tengo que aclarar, que yo tampoco era un santo que no le hacía daño a nadie. Yo digamos, era un ser raro y extraño, era como demasiado metido para dentro y por eso era un poco tímido. Y era raro, porque de aquellas ya me gustaba estar solo y eso, tiene un precio que se llama desprecio. Mi madre me metió en mi cabeza, que era un ser demasiado raro y que ya podría hablar un poco más, que no era mudo. Pero lo que no sabía mi madre, es que cuando salía de casa y quedaba con los amigos, me despachaba y no paraba de hablar y de reír. Eres muy huraño, volvía a decir mi madre y habla un poco más que parece que te han comido la lengua. Y entonces yo me callaba más y porque mi madre era un verdadero peligro si decías algo que a ella no le gustara. Y como mi madre estaba llena de prejuicios y hasta la bandera, cualquier cosa que decías y como además, nunca pensé como ella, pues todo lo que decía le parecía fatal. Y la consecuencia final ¿ cual era?, pues que tenías una manada de hostias asegurada y todo y todo...por hablar y decir lo que pensaba.
Mi madre era muy agresiva y cualquier cosa que decías le podía molestar. De hecho, yo escogí el hacerme el mudo y porque es verdad que no hablaba un carajo, para que no me cayera y día sí y día también, una ristra de hostias. Hasta que pudo y mientras aún era un enano, me sacudió por todos lados. Algunos pensaréis que estoy exagerando un poco, pero no es verdad. Y la verdad es que pocas veces he contado esto y ahora estaba pensando en aquella psicóloga que me trató hace un tiempo y por el tema de mis adicciones y que siempre insistía que mi infancia no fue feliz y yo le decía todo lo contrario, fue una de mis épocas más felices en la tierra. Pero claro, si ahora mismo estuviera leyendo esto (cosa que dudo mucho) sé que me diría, ves como yo tenía razón. Pues yo insisto en el tema, no la tenía y punto. Y nadie me va a borrar mis mejores recuerdos vitales, aunque a lo largo de mi vida, también he tenido otros momentos cuando menos que especiales y alucinantes.
Mi vida no ha sido buena ni mala, pero si tengo que sacar una conclusión, es que fue una vida brillante. Aunque claro, también hubo claroscuros y días interminables de angustia y pena que me acercaron demasiado al tema de las depresiones. Pero al fin y al cabo, salí de todas ellas y porque le puse ganas y le añadí un poco de sentidiño y después de cada depresión salí fortalecido y ahora en esas andamos, estoy bien, me encuentro bien, soy buena persona, tengo tres hermosos hijos que ya son adultos y que toman sus propias decisiones y uno de ellos (el pequeño) es Síndrome de Down y hay que estar ahí, ahí con él y hasta que la muerte llame a mi puerta.