Yo no nací en un suburbio de Londres o de California, nací en un suburbio de Vigo, mi ciudad natal y porque no le quedó otro remedio. Bueno suburbio, suburbio tampoco era, era un punto intermedio y a mi izquierda y como no podía ser de otra manera, mi casa lindaba con los suburbios verdaderos y por el lado derecho, estaban las clases pudientes, con sus chalets todos puestos. O sea que nací entre dos aguas, entre la mierda que circulaba por la calle (no había alcantarillas) y entre coches con chófer y gorra y por supuesto, con alcantarillas de alto postín. Las dos caras las vi pronto, era sencillo, era ver para un lado y para otro y ya sabías de que iba a ir la vida.
Mis amigos sólo eran de la clase pobre, eran unos don nadie, como yo, solo que yo y tal como decía mi madre, tenía que ser un don nadie con pretensiones. Mi misión era trepar por los escalafones sociales y así llegar a ser alguien. Los niños de la clase pudiente, andaban aparte, estaban muy ocupados con ir al Aero Club y a jugar al tenis o a andar en caballo, no perdían su precioso tiempo andando con niños desarrapados que se dedicaban a dar pedradas a los gatos, ellos solo andaban con los niños de su clase social y además para eso estaba el chófer, para llevarlos a los sitios más selectos.
Y entonces pronto comprendí que la vida era muy sucia y que nunca iba a cumplir el objetivo que me había impuesto mi madre. Vamos que nunca llegaría a ninguna cima de nada, que nunca dejaría de ser un don nadie. Y aquí estoy, cumpliendo a rajatabla mi papel de don nadie. Bueno, por el camino me hice Médico y creo que ese fue mi mejor logro social y en consecuencia, algunos ahora me llaman Doctor. Y yo a algunos les dejo que me llamen lo que quieran, porque pasa que a veces abres tus puertas de par en par y se instalan tranquilamente en tu casa.
Que me llamen Doctor o Monseñor, que me llamen lo que quieran con tal de mantener las distancias. A otros no, a otros les digo que me llamen Bruno o Javier y según sea el caso. Yo doy facilidades al que me venga de cara, pero el que me venga con el gesto retorcido y huraño, pongo kilómetros por el medio. Así que me conozco a ambas clases sociales, a los ricos de verlos salir con sus bugas todos relucientes y a los pobres, de que estuvimos juntos en la misma guerrilla, claro que yo tenía que llegar a casa, impoluto, sin una gota de mierda y sin una mota de polvo, tenía que llegar como un puto dandi con pretensiones y si así no llegaba, pues ya sabía lo que me tocaba, una buena somanta de ostias y además, te quedabas sin cenar.