
Acabo de clicar el número de visitas y me salió el número 66.066. Y me sonó al número del diablo y de inmediato pensé, el diablo me está siguiendo y me visita todos los días. Claro que si me lee a fondo y superficialmente, deberá pensar que yo debo pertenecer a sus huestes, a las huestes del diablo. A mi no me importaría pertenecer a su ejército de almas negras y perdidas, es más le vendería mi alma, aunque es verdad, que ya se la vendí varias veces y no dio resultado. Supongo que de alguna manera yo rompí el pacto preestablecido, pues a a cambio de sus favores, que son muchos, yo tenía que ser más malo y pecaminoso de lo que realmente soy.
Y yo y no sé el porqué, tengo un punto bondadoso y baboso y al final, me ablando cuando me pongo a hacer maldades. Soy más malo de apariencia y de palabra y hasta de posturita, que malo y malo en conciencia. Ahora sí, toda mi vida perseguí el ser el más malo de todos y no sé porqué, pero siempre fue una señal que me identificaba y que me identifica. Adoro lo malo y lo perverso y no adoro al demonio, porque si no creo en dios tampoco creo en el demonio. Pero si creyera le haría un altar a Belcebú y con toda la parafernalia satánica.
El problema que hay, es que no creo en nada y además no tengo cara de malo.Y esa es mi carencia más fuerte, el que tengo cara de panoli o de papahostias bondadoso y cariñoso y aunque me corte la cara en mil pedazos y me quede lleno de estrías y cicatrices espantosas, seguiré teniendo cara de bueno. Veis este sería un buen motivo para venderme al diablo, que me cambiara mi cara de ángel. De pequeño sufría a las viejas que me decían: "niño que guapo eres, si pareces un ángel" y yo tragando saliva. Más adelante y con la adolescencia, tenía que ponerme de primero para culpabilizarme y para que alguien se creyera que yo había destrozado algo.

Y en la Universidad tenía que hablar y participar más que nadie y para que los demás se dieran cuenta de que era un líder revolucionario o eso era lo que supongo que pretendía. Y no por ser más que los demás, sino porque yo me consideraba más revolucionario que ninguno.Y tenía que ser el primero de la gresca para darle de hostias a los fachas de turno y claro las llevé todas, pues los fachas también se defendían. Tampoco me valió para ir a pillar droga ilegal y meterme en un barrio jevi, pues en cuanto me veían, huían despavoridos. Tenía escrito en mi cara, !yo soy un pasma".
Y en el curre me valió al principio y cuando la inseguridad era lo que predominaba. Pero después siempre tuve que hacerme más duro de lo que realmente era, pues la gente me tomaba por el pito de un sereno. Pensaban que era un chollo y en toda regla, o sea un chollo bondadoso. Y quitarse ese halo de bondad bobalicona resulta más difícil de lo que se piensa y tenías que convertirte en un putilla y de vez en cuando soltabas alguna pasada incongruente y para dejar cortado al personal de turno.
Ahora sigo sin cicatrices exteriores y mis cicatrices las llevo interiormente y me importa un carajo y un pito que me consideren bondadoso o un malo de película. Ahora soy como soy y el que me considera bueno o malo, pues es su problema, pero como se pase un centímetro del límite, que más da, simplemente le muerdo la yugular. Y para que después se diga que con el paso del tiempo nunca se cambia.