Y ni tanto, ni tampoco.

 


Yo no conozco la historia del fuego.


Pero sí conozco mi propia historia

y sé que debía ser narrada poquito a poco y a fuego lento,

con las horas colgadas de una viga

y con los ojos entornados

y como si todo en mí, fuera fantástico. 


Cuando en realidad no lo es

y ha sido muy duro este camino

llamado, vida...


Pero se trata de mantener el equilibrio

entre lo que quisiste ser y lo que eres.


Y ni tanto, ni tampoco.


Ahí, estuviste

a veces dando la cara

y en otras dando por culo

y a ratos pensando

que todo podía ser mejor

y porque la sangre regaba mis venas

y en otros,

queriendo esconderme bajo una piedra.


Me he sentido frágil y fuerte a la vez,

algunos días

levantaba el vuelo

y me sentía el rey de la selva

y en otros,

me sentía larva o gusano.


Al final

me he quedado en un estado intermedio

tengo algo de pájaro

y otro algo que se arrastra por un agujero negro.



ALFONSINA STORNI

 


SE TRATA...

 El deseo tiene brazos y piernas

y dedos con los que acariciar.


Pero no se trata de ir deseando sin más.


Se trata de ser entrañable, humano,

mejor persona, 

querer hasta lo interminable,

y el deseo... 

seguro que después vendrá.


Casi todo viene si pones todo de tu parte

y si no viene,

toca esperar a que escampe

o a vivir bajo ésta lluvia primaveral.

HAY OLVIDOS




 Estoy olvidando lo que puedo.


En realidad 

tengo agujeros negros dentro de mi cabeza

de hombre de pequeño cerebro.


Olvido

pero no tanto.


Olvido

pero hay olvidos

que te retuercen los intestinos

y te levantan las cejas...


Hay olvidos

que son de otro mundo

y cuando se disparan a su máxima velocidad

te atraviesan el hígado

y te revientan el estómago sin más.


Hay olvidos

que no son fáciles de olvidar.


Los llevas a cuestas

como una cruz que debes de arrastrar.

Y no hay consuelo

ni hombro en que te puedas apoyar.

LA PREVENCIÓN ES LA ÚNICA SOLUCIÓN




Claro que el que se ha pasado toda su puta vida hablando de patrias y banderas...al final, acabará hablando de "compatriotas" a los que hay que defender, además y como principio patrio, todos se rasgarán las vestiduras ante cualquier tontería y porque así siempre lo ha dicho la historia. Al parecer todo es cuestión de tener efluvios y orgasmos patrióticos y banderas por aquí y por allá y todo bien aderezado con himnos que ensalcen más si cabe, su patria.

Todo patriótico de estos, se cree que tiene la sangre más pura que se puede tener y por eso, todo lo que no sea sangre producida en su patria, será considerada sangre enemiga e invasora y ante ello, lo que hay que hacer es defenderse y matar a tanto parásito que solo quiere chupar su sangre patriótica.

Siempre dicen que nos invaden. Se pasan la vida diciéndonos que nos invaden. Que de África vienen hordas de muertos de hambre que están dispuestos a quitarnos el pan y a chuparnos la sangre nacional.

Quieren muros gigantescos y alambradas con púas que destrocen y maten.

Ellos quieren al ejército siempre dispuesto y para disparar a esos pobres muertos de hambre.

Ellos lo piden y tratan de imponer su ley a los demás habitantes que en su mayoría vivimos en paz y en armonía con nuestro entorno y con nuestros vecinos.

He visto tantas veces el lobo, que antes de ver sus orejas puedo oler su perfume de asesino ególatra.

Y cuidado, porque una vez que te muerde... la rabia y el odio se introducirán en tu torrente sanguíneo.
Y eso no tiene cura, ni tiene remedio.
La prevención es la única solución.

AMANECER


 

AMANECER

La mañana humeante.

El sol buscando intersticios.

La bruma adherida a la tierra.

La mujer mirando al suelo

quizás se pregunte:

¿Qué sentido tiene la vida?.

Mientras se cruzan cables sin criterio y sin juicio.

Hablamos de un amanecer

al que le cuesta mover sus dedos.

¿Quién sabe como llenar el tiempo?.



Ahora bien.

¿Quién sabe como llenar el tiempo?.

Y como a estas tardes primaverales

poder darle un tono gris otoñal,

con la humedad adecuada de un buen champán

y con un ligero toque de mes de Abril.


¿Quién sabe donde se encuentra

la puerta que nos separa?.

Dicen que sigue cerrada y a cal y canto.


Pero yo soy de esos que hasta que no ven las cosas

no soy capaz de creer en nada.


No creo en lo que no veo, ni toco, ni siento.


Yo soy de primero mirar,

y si me gusta el tema

entonces hablaremos del resto:

hablaremos de tocar, de acariciar, 

de conversar en la cama

y de matarnos los dos a besos

y hasta quedarnos en los huesos.

LAS HERIDAS...




Las heridas se cierran

siempre se cierran

y siempre y repito

siempre y a pesar de todo

se acaban cerrando.


Claro que hay algunas

que cierran viciadas

y unas capas se superponen a las otras como capas de cebolla

entonces se dice,

que eso es una cicatriz viciada.


Viciada ¿de qué?

pues no lo sé,

quizá viciada de crecer sin control

y piel sobre piel

y por el medio

unas cuantas capas de grasa subcutánea

y todo ese conjunto

crea una deformidad sobre tu piel rosada

que a veces, te envilece un poco más

y que otras veces,

te da poso y solera

como un "don" de esos

que llevan sombreros de copa

y camisas blancas almidonadas...


Vicio debe ser tenerla y no besarla.


DECIR EN CUATRO PALABRAS

 

Decir en cuatro palabras


lo que se podría decir en dieciséis,

esa es mi meta.


Una de mis metas.


Escribir poco 

y decir mucho...


Pero es de suponer

que todos sin excepción,

somos igual de primarios

y queremos resumir nuestra vida

en cuatro líneas, en dos metas

y un sólo objetivo:

vivir... 

para después morir sin que por dentro te muerdan los perros.

¡Qué saben ellos...qué yo no sepa!.

 


 Que saben los seres normales de lo irreal y mágico,

que saben del cerezo en flor,

o del agua de lluvia perforando las rocas.


Que saben del porqué de las lágrimas negras,

o de la niebla densa de una mañana.


Que saben del mar en calma,

o del silencio de la noche más oscura.


¿Qué saben ellos?...

¡Qué saben ellos...qué yo no sepa!.

PRAZA DA QUINTANA

 


 Me encanta ésta foto. Un tiovivo en medio del granito de la Praza da Quintana (Santiago de Compostela). En ésta ciudad estudié y pasé y estuve un millón de veces, en ésta preciosa plaza compostelana. Si agudizáis mucho la vista, me veréis sentado al fondo a la derecha sobre un escalón de piedra (es broma, pero podía ser cierto). A la izquierda está la Catedral de Santiago, siempre hermosa, bella y alucinante. En los buenos días de sol otoñal y primaveral, las escaleras que veis al fondo se llenaban de estudiantes bulliciosos (entre ellos, yo), nos poníamos a charlar como lagartos al sol que más calienta, mientras iba transcurriendo la tarde o la mañana a ritmo suave y lento y sin que importara mucho que pasara el tiempo. 
La acústica de ésta plaza era cuando menos que acojonante y un buen concierto en directo en ella, resonaba a música divina y celestial. Cuantas conversaciones, risas, abrazos, besos, retendrán éstas ancestrales piedras de abigarrado granito. Y vuelvo a mirar ésta foto y no me pongo a llorar de nostalgia y a la vez de alegría....porque después me tendría que secar las lágrimas con los dedos. Y eso no me apetece. Prefiero sorber los mocos...

Tom Waits - "Downtown Train"

Tom Waits & Crystal Gayle - Take Me Home (rare mix - duet - Outtake One ...

Amy Winehouse - Will you still love me tomorrow (with lyrics)

ESTOY OLVIDANDO (Miguel Gaya). Blog "Rua das Pretas"




Estoy olvidando algunas cosas.

Cada mañana las cosas que olvido


hacen un agujero y se echan a dormir.


No creo que alguna vez acuda a despertarlas.


En sus agujeros sueñan. De su sueño


salen cosas que no olvido. 


 

Miguel Gaya


 


 

Érase una vez una voz (Irene Vallejo)

 Érase una vez una voz

Nada nos aterroriza más que sentirnos completamente solos, y el miedo al abandono es acuciante en la infancia

EPS

En la infancia no tenías miedo de los ogros que acechan en la sombra, del lobo o de los pasos en la oscuridad. En tus pesadillas, lo que te asustaba era verte sola, sin nadie que te tomara de la mano, y hubieras agradecido un buen monstruo cerca con quien hablar. Hoy, lees a tu hijo cuentos sobre criaturas abandonadas que se aventuran al mundo sin ayuda, desvalidas. Ovillado en su cama, te mira temeroso hasta que, al final, los niños de papel encuentran cobijo y respiráis aliviados. Como escribió Toni Morrison, la literatura nos protege del espanto de las cosas sin nombre.

Nada nos aterroriza más que sentirnos completamente solos, y el miedo al abandono es especialmente acuciante en la infancia. Por eso, en los cuentos de hadas siempre nos ponemos de parte de sus pequeños héroes extraviados: de los hambrientos Hansel y Gretel, no de la propietaria de la casa de bizcocho y azúcar que intentan zamparse. En nuestra adolescencia conocimos a la huérfana Momo, las andanzas de Pinocho o los niños perdidos de Peter Pan, una pandilla de críos a los que nadie reclamaba y por eso acababan en el País de Nunca Jamás. En la serie De los Apeninos a los Andes, una generación entera lloró a moco tendido por Marco, ese italiano de nueve años que buscaba con su mono Amedio el rastro de su madre emigrante. De Zeus a Moisés o el rey Arturo, nuestro imaginario se asienta en historias de niños amenazados que sobreviven gracias a la bondad de los desconocidos. A los fundadores de Roma, Rómulo y Remo, abandonados al nacer, los amamantó una loba —o una puta, en la versión más irreverente del mito— y luego los adoptaron un pastor y su mujer, que ya tenían 12 vástagos. Ella, Aca Laurencia, sería ascendida a diosa por los romanos, nombramiento bien merecido por sus milagros domésticos con sueldos de porqueros como único ingreso.

Según san Mateo, Jesús fue un apasionado defensor de la causa de los menores: “El que acoja a uno de estos niños en atención a mí, a mí me acoge. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños”. En su infancia, Jesús había sido un jovencísimo refugiado, por suerte en compañía de sus padres, cuando la familia huyó de la matanza de Herodes. Los Evangelios no describen esos años, pero es posible que, como extranjeros pobres, conocieran el recelo y las sospechas. Tal vez los carpinteros egipcios acusasen a José de robarles el trabajo. O, todo lo contrario, quizá los recuerdos de la hospitalidad recibida lejos de casa expliquen sus palabras acogedoras.

Un reciente estudio británico afirma que las estadísticas y números no modifican el rechazo contra emigrantes y refugiados; en ocasiones, lo refuerzan. Sin embargo, las historias personales sí pueden cambiar miradas. “Vivir es contarse”, escribió Michel del Castillo, autor de Tanguy, la conmovedora crónica de una infancia solitaria en las tempestades del siglo XX europeo. Hijo de española y francés, se exilió con su familia tras la Guerra Civil. Denunciados por su propio padre, madre e hijo acabaron en un campo de refugiados en Francia. Abandonado también por ella, Michel fue encerrado en Mauthausen a los nueve años. “Lo que hasta entonces solo había comprendido a medias se le reveló bruscamente: que estaba definitivamente solo, que iba a ser tratado como un hombre, que había dejado de ser niño”. Repatriado a España con apenas 12 años, buscó su lugar en el mundo. Entre sus mil penurias, recuerda a las personas —algunas, ciertamente improbables— que le tendieron la mano durante su infancia oscura: un alemán en el campo de exterminio, un marginado en Barcelona, un jesuita en Úbeda, su humilde casera en Sitges, un falangista en Huesca. “Tienes pinta de granuja, de chorizo, de mal nacido”, le espeta su padre cuando por fin se reencuentran en París. “Para Tanguy, todo el mundo era bien nacido. Había aprendido a amar a los demás por lo que son, no por lo que parecen”. Aquel niño perdido, sin más compañía que sus miedos, aspiraba a encontrar cobijo en tiempos de intemperie. Hoy, sus palabras resuenan como un homenaje a quienes prefieren, frente a la lógica de las cuentas, la de los cuentos.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...