Es de persona reconocer...
que he vivido bastante tiempo instalado en el fracaso.
Que mis penas eran el pan de cada día
que mis lloros eran de pena
y que mis anhelos daban lástima.
Lo reconozco
pero justo hasta ahí llego.
Lo reconozco, lo sé,
me lo repito como un mantra cada mañana
pero he dejado atrás
cualquier forma de autocastigo.
Bastante he sufrido
mientras en mí todo era sufrimiento,
mientras lloraba por cada esquina
y mientras con saña arrancaba mi piel a tiras.
Ahora...
tengo las venas de acero
el aire que respiro es puro y libre
y la sangre que me alimenta
es lava incandescente.