FLOR NEGRA



Envíame una flor negra,

y me da igual que sea

un tulipán o una rosa negra,

o un lirio de río medio desposeído,

pero que sea negra,

negra de negro,

 negro azabache o negra como la noche más oscura,

negra de luto o negro impoluto,

y hazme una dedicatoria firmada

 con el mismo lápiz negro

con el que pintas tus labios.

Dame besos en el cuello,

y haz un camino con ellos,

y baja y baja y baja,

 baja hasta llegar a mi cintura,

y rodea mis caderas con tus besos obsesivos,

y hazme el amor en la ventana,

y rompe, rompe mis viejos huesos,

 y destroza mi espalda con tus uñas de gata desesperada,

y raja mi piel en cincuenta mil partes,

en canal, en vertical y en horizontal,

y desde la boca hasta mi misma punta de mi cintura,

y por favor hazlo con tus manos,

y no te olvides,

que me comas todo y entero

y hasta la última parte de mis partes.

Me encanta tu flor negra,

es fresca y brillante como la luna negra,

es suave, tierna y espléndida,

y sus pétalos se abren cual abanico,

y huele, huele a tu perfume de hembra,

e irradia tanto,

que es como la misma luna llena.
.
Me duele la boca,

de tanto decirte "te quiero",

me duelen las manos

por tanto cruzar los dedos,

me duele el corazón,

 por tanto latido,

me duele todo,

o es que a lo mejor me muero por verte,

y al final, pasa lo que tenía que pasar,

que sé y lo sé desde siempre,

 que aquí estoy  y que aquí te espero.

LA ENAMORADA DEL MURO (Estela Figueroa)


La enamorada del muro
no sabe cómo es el muro.
Pero seguro siente su humedad
cuando ha llovido.
Su aridez
en tiempo seco.
La enamorada del muro
depende del muro.
A él se aferra.
Si el muro cae
ella se desparrama
como una cabellera sin cabeza.
A veces es tímida
y cubre sólo la base
como una mujer arrodillada
que abrazara las piernas de un hombre.
Y a veces —qué deseo
y qué orgullo caben en ella—
cubre no sólo el muro
sino toda la casa.

UN DÍA TE QUISE SIEMPRE



Yo que un día te quise siempre,


me encontré de repente,

que te quise solo un día.

Pero ese día, te quise tanto

y con tanta intensidad

que mi mandíbula sigue cerrada a cal y canto.

Desde ese día me he quedado sin poder decir nada más.

MI RACIÓN DE ALEGRÍA (Carmen Martín Gaite)



Defiendo la alegría,

la precaria, amenazada,

difícil alegría,

al raso, limpia, en cueros,

mi ración de alegría.


No me arrastréis al pozo

de las verdes culebras.


No os arrojo a la cara mi alegría,

os la tiendo tan sólo

como una débil luz, como una mano.


No es ningún baluarte

ni ningún ofensivo privilegio,

es mi único utensilio cotidiano,

mi tela de labor.


No tengo otra bandera

y ostenta unos colores ya un poco desteñidos;

mirad que la levanto a duras penas,

contra viento y marea,

sin sombra alguna de provocación.


Es parcela pequeña, minifundio,

terreno sin cercados ni aparceros

que aro, riego y abono por mí misma,

con fe, de sol a sol.


Tomad el pobre o rico,

el cuestionable fruto

que desde ella os ofrezco,

pues sólo desde aquí

os consigo mirar, ayudar,

entender,

poner tal vez en claro alguna cosa.


No me reprochéis ni adobéis de negrura

como un reducto inmundo, segregado;

ved que no la defienden

ni pinchos ni alambradas

y que podéis pasar aquí conmigo

al sol.


No me arrastréis al pozo

de las verdes culebras.


SOY UN PUNTO NEGRO

 


Soy un punto negro,
soy un punto apenas perceptible dentro de la inmensidad de una ciudad,
me veo, me contemplo y me percibo en otra dimensión,
observo como el punto apenas se mueve,
y como juega al escondite,
a veces se muestra y en otras se pierde.
Es un punto oscuro, casi milimétrico,
un punto entre millones de puntos que no paran de andar,
es un punto lanzado al azar dentro del caos,
 es una abeja dentro de un inmenso panal,
cruza, anda, se para y de nuevo se pone a caminar.
Y desde el espacio yo lo contemplo y apenas lo percibo,
es un punto perdido dentro de la globalidad.

MI FLOR ROJA

 


Mi flor roja,

mi rosa encendida,

mi pasión de cada día,

tus lloros son mis lágrimas,

mi alma es la tuya,

mi sangre es tu savia,

mis deseos son los tuyos,

y es que eres el puro reflejo de mi alma,

si tú sangras... yo me desangro,

si tú lloras...yo me deshidrato,

si tú gritas...yo me muero de espanto,

es que no puedo verte sufrir, 

no puedo,

porque si tú sufres... yo me muero,

y sinceramente flor roja,

no hay palabras que describan

toda la belleza que hay en ti.

17 AÑOS (Pedro M. Martínez)


Todos los días salgo a caminar, rápido, entre 8 a 10 kilómetros. Bilbao se me queda pequeño. La semana pasada subí a Artxanda y bajé hacía Asúa por un camino que no conocía.
El caso es que me despisté. Llevaba un tiempo carretera adelante, el cielo amenazaba lluvia y no  veía a nadie por ningún lado.
Al de un rato, a lo lejos, un chaval venía por el arcén, le esperé.

–Me he perdido –le dije.

–Depende de dónde quiera ir, esta carretera se junta a unos doscientos metros con la que sube hasta Artxanda –respondió.

Y empezamos un diálogo curioso sobre esto y aquello. Me dijo que tenía 17 años y que iba a trabajar a una fábrica que estaba cerca, que aunque no quería estudiar sus padres no tenían derecho a ponerle a trabajar tan joven, que estaba aburrido del taller.

–¿Llevas mucho tiempo? – pregunté.

–Sí, desde el lunes –respondió.

Eso pasó un miércoles.

Pobre chaval, no le queda nada.

EL DERRUMBE (Martín Acosta)


 

BEBEDORES (Pedro M. Martínez)

 
No recuerdo cómo se llamaba, bebía.
Todos bebíamos.
Él se quedó en eso.

Caminaba por la calle dando tumbos, desastrado, hablando solo, mirando al suelo.
Era una pena ver así a una persona tan inteligente y tan echada a perder.
Su familia lo llevaba con resignación.
Durante mucho tiempo dejé de verle.

Aquel día estaba tomando con café con Eva en un bar del Kasko, era al principio de nuestra relación.
Aún no nos habíamos acostado, intentaba poner en juego todos mis recursos.
Hablaba de Rimbaud, de Jacques-Alain Miller, tatareaba algo de Händel, Radamisto creo, de Crumb y de Vanesa Martín por ver si por ahí.
Pero nada.

Me tocaron el hombro. Me giré. No recuerdo como se llamaba me miraba desde una cara arrasada, con ojeras, los labios trémulos, una sonrisa tonta
–Hola, Pedro, te he reconocido por la voz, ¿me recuerdas? – preguntó.
–Sí, hola, claro, tiempo sin verte –contesté, con fastidio, me estaba estropeando la actuación.
La conversación, breve, siguió por lugares comunes y terminó cuando me pidió dinero.
–¿Le conocías? – preguntó Eva
No contesté.

De esto han pasado exactamente cuatro años.
Ramón, se llamaba Ramón, lo vi en su esquela unos meses después, pobre chaval.
Y no, no me acosté con Eva.

IDIOTA


La rebelión de los idiotas,

es la rebelión que ronda dentro de mi cabeza,

empezando porque yo,

soy el más idiota de entre todos los idiotas,

y he tardado demasiado tiempo,

en enterarme de que soy un idiota.

Esto lo digo como aperitivo,

pues si tiro del hilo,

iría a juicio por ser más idiota todavía.

Porque soy un idiota sin remedio,

y por eso a veces me pueden las ganas,

y lucho y lucho por avanzar,

y cuando me paro,

resulta que no me he movido del sitio.

Y todo esto,


 es porque no me entero de nada,

pero me creo que sí,  

me marco fechas y objetivos,

me juro y perjuro su estricto cumplimiento,

y hasta le ruego a dios que me ayude,

y le imploro y le lloro,

 y al final, ¿para qué?,

si yo no tengo remedio,

y mi epitafio siempre acabará con las mismas palabras:

soy un idiota redomado.

Sé que es fácil decirlo,

y que lo más difícil es asumirlo,

y ahora que otra cosa me queda,

o asumo que soy un idiota,

o me retire a un monasterio repleto de idiotas.

Mirando la NADA...

 


Mirando la NADA...

Pensando en el TODO.

Un POEMA de Iván Tubau



Nos teñiremos pelos, almas y corazones.

Juraremos amor eterno si es preciso

para ser algo más felices un instante. 

Ni la mejor mentira, amor, es la verdad.

DECIR EN 4 PALABRAS

 



Decir en 4 palabras

lo que se podría decir en 16,

esa sería mi meta,

o sería una de mis metas.

Yo quiero escribir muy poco 

y a la vez, decir mucho...

Pero es de suponer

que todos, sin excepción,

preferimos lo simple y lo sencillo

y que una sola palabra sea el compendio de un libro.

MIEDO


 

TUTE


 

LA VELA (Eugenio Montejo)


Escribo al lado de esta vela,
de esta vela que tiembla.
Le queda llama, pero tiembla,
cree, como yo, que ya no cree,
que alumbra sola frente al universo.
Despacio cae la indescifrable noche
con sus astros girando.
La vela erguida, contra el mundo, arde,
y en mi cuaderno lenta se derrama
su luz atea.
Estamos solos uno frente al otro,
ella con su temblor y yo, mirándola,
mientras en derredor, junto a su lumbre,
van y vienen los vuelos planetarios
de pequeños insectos que dan vueltas,
la errante lucha de una galaxia mínima
que quizá gira porque cree, porque no cree,
que gira porque gira…

ALLÁ EN EL FUTURO

 

Allá en el futuro 
y tras la profunda brecha que nos separa,
y allí donde la euforia tiene su propia cabaña
y donde los duendes se entienden sin palabras,
...allí o allá, nos veremos...
yo iré vestido de viento
y tú serás la fría escarcha de la mañana.

ESCALERAS QUE VAN AL CIELO

 



Tan cerca estuve de tocar el cielo,

que por instante creí que lo había traspasado.

Salté y salté y salté tanto...

que lo pellizqué,

y ese trocito de cielo lo deposité en mi bolsillo.

Ahora guardo esa bolita como de algodón sedoso

dentro de mis sueños,

en la sección de mis sueños más placenteros

y en el apartado de mis sueños más divinos.

De vez en cuando saco ese trocito de cielo,

 lo admiro y lo toco

y pasan las horas y los días y lo sigo tocando,

pues su tacto es de terciopelo,

es especial, es sensual y es extraordinariamente suave.

Del suelo vengo y hacia el cielo voy,

y no admito estaciones intermedias,

no creo en purgatorios ni en limbos,

Yo creo en cúmulos, nimbos y oscuras nubes que anuncian 
tormenta,

creo en todo  lo que veo, toco, oigo y siento,

y siento 
que acabaré hiendo al cielo

me sentaré a la vera de Dios y cerca de santo Job,

tengo ese puesto ganado

 es más...ya estoy en ello

y por eso ahora, 

estoy subiendo las escaleras que van al cielo.

DADME UN POCO DE TIEMPO

 


Mientras tanto...estoy mirando el pasado.

Antes... siempre veía hacia el futuro.

Ahora... visualizo proyectos

y muchos están naciendo muertos.

Pero dadme un poco de tiempo,

y entonces veréis

como de ese tronco seco y podrido saldrán brotes verdes y amarillos.

LA PUNTA DE UN ICEBERG

 Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...