Me dijeron que para poder querer
había que desnudarse, primero.
Segundo, había que abrirse en canal
y mostrar las agallas y las tripas
en caliente y en crudo.
Tercero,
que la sinceridad
tendría que ser tu escudo de armas.
Cuarto,
que no jures nada
y que prometas, menos,
sólo vive el presente
porque mañana
quién sabe lo que va a pasar
y el ayer a veces...
es una losa demasiado pesada
que no te dejará andar.
Quinto,
yo no me suelto el pelo
porque casi no tengo...
pero eso es lo que hay que hacer,
desmelenarse, desinhibirse,
gritar, chillar,
cantar y decir
¡te quiero!
cuando tengas ganas de decirlo.





