ME DECÍAN...
Me decían que yo era un tío flojo, sin fuerza, blando, indefinido y demasiado poco agresivo. No sé si me entendéis, pero cuando de aquellas me lo decían, yo me desarmaba ún más por dentro, me hacía agua y me cubría de una densa niebla que casi me hacía invisible. Y ahora que ha pasado el tiempo y bastante (por cierto), miro hacia atrás y me digo: ¿como pudiste aguantar tanto?. Pues lo voy a decir claramente, pues yo de aquellas no era ningún angelito y le daba a todo y supongo que ese todo me afectaba y me destrozaba. Ese todo, era alcohol y drogas y todas las sustancias tóxicas que me pusieran por delante. Mi visión de la vida de aquellas, era practicar el escapismo y si me dejaban vivir de perfil, pues sería mucho mejor para mi existencia. Entonces en parte o en gran parte, era ese tío que antes decribía y aunque de aquellas y para nada, fuera consciente de ello. Uno se refleja en el espejo que mejor le sienta y yo escogía como espejo lo que había sido en mi juventud y sin más, me disfrazaba de ello.
Pero aclaremos una cosa antes de proseguir y ese tiempo duró unos años y ojalá hubiera durado menos. Claro que en el fondo estaba mi indefinición como persona y porque el realidad, estaba más perdido que un pulpo en un garaje. Y cuando te sientes perdido necesitas escapar de la puta realidad de cada día y el vivir se te pone cuesta arriba y entraba en una especie de sufrimiento agónico. Lamentos y buscarse la vida para poder subir el ánimo a base de drogas, alcohol y diversas sustancias. Yo no liberaba endorfinas propias y porque en realidad, no creía que mi cuerpo pudiera fabricarlas. Cuando dudas, dudas de todo y ese dudar de todo, te generaba aún más dudas. Vivía dentro de un puto bucle de dudas y vicio. Aunque de fondo era buena gente, pero creo que hacía lo imposible, por demostrar lo contrario.
Dudas sigo teniendo, por supuesto que sigo teniendo. Pero ahora, puede más mi lado seguro o decidido o arriesgado y me atrevo a tomar ciertas decisiones y meto la pata y hasta las trancas, pero ahí estoy en el campo de batalla y dando el callo. Ahora no me callo y suelo decir lo que estoy pensando, aunque claro está, hay veces que no merece la pena decir lo que piensas (pero eso, ni antes, ni ahora, ni nunca) y porque hay personas que no merecen que malgastes tu energía con ellas y además, el silencio despreciativo es lo que más les puede doler y molestar.
AUTOBIOGRAFÍA (Lawrence Ferlinghetti).
Llevo una vida tranquila
en Mike’s Place (1)
mirando a los campeones
y a los adictos al metegol.
Llevo una vida tranquila
en el bajo este de Broadway.
Soy americano.
Fui un muchacho americano.
Leí la revista para niños americanos
y llegué a ser boy scout
en los suburbios.
Creía que era Tom Swayer
pescando en el río Bronx
e imaginando que era el Mississippi.
Tuve un guante de béisbol
y una bicicleta American Flyer.
Repartía la Revista del Hogar
a las cinco de la tarde
o el “Herald Tribune”
a las cinco de la mañana.
Todavía oigo el ruido del periódico al caer
en los perdidos porches.
Tuve una niñez desgraciada.
Lo vi aterrizar a Linberg.
Miré hacia mi hogar
y no hallé ningún ángel.
Me atraparon robando lápices
en la tienda de Five and ten cen(2)
el mismo mes que fui líder de los scouts.
Corté árboles
y me senté sobre ellos.
Desembarqué en Normandía
en un bote a remos que volcó.
He visto a los adiestrados ejércitos
en las playas de Dover.
He visto pilotos egipcios en nubes púrpuras
tenderos bajando las cortinas
al medio día.
Ensaladas de papas y dientes de león
en excursiones anarquistas.
Estoy leyendo “Lorna Doone”
y una biografía de John Most,
terror de los industriales,
una bomba siempre en su escritorio.
He visto la marcha de los barrenderos
en el desfile del Día de Colón
detrás de los locuaces
trompetistas eructadotes.
No he estado en los Claustros (3)
desde hace mucho tiempo,
tampoco en las Tullerías,
pero todavía sigo pensando
en ir.
He visto el desfile de los barrenderos
cuando nevaba.
He comido hot-dogs en canchas de béisbol.
He oído la alocución de Getysburg (4)
y el Mensaje de Ginsberg. (5)
Me gusta aquí
y no volveré
al lugar de donde vine.
También he andado en vagones, vagones, vagones.
He viajado entre hombres extraños.
He estado en Asia
con Noé en el Arca.
Estaba en la India
cuando se construía Roma.
Estuve en el Pesebre
con el Burro.
He visto al Eterno Distribuidor
desde una Colina Blanca
en el sur de San Francisco
y la Mujer de Carcajadas en Loona Park
fuera de la Casa de Diversión
en medio de una gran tormenta
riendo todavía
riendo todavía.
He oído el sonido de la farra
en la noche.
He caminado, solo, sin sentido,
con la multitud.
Llevo una vida tranquila
Fuera de Mike’s Place cada día,
mirando al mundo pasar
en sus extraños zapatos.
Un día me lancé
a recorrer el mundo
pero terminé en Brooklyn.
Ese puente era demasiado para mí.
He intentado en silencio
el exilio y la astucia.
Volé demasiado cerca del sol
y mis alas de cera se cayeron.
Estoy buscando a mi Viejo
a quien nunca conocí.
Estoy buscando al Líder Perdido
con quien volé.
Los jóvenes deben explorar.
Nuestra casa es aquel sitio en que empezamos.
Pero mi madre nunca me dijo
que tendría que ver este tipo de escenas.
Cansado de tanto vientre
descansé.
He viajado.
He visto la ciudad de las drogas;
he visto el desconcierto de la gente.
He oído llorar a Kid Ory.
He oído a un trombón predicar.
He escuchado a Debussy
a través de una sábana.
He dormido en mil islas
en donde los libros eran árboles.
He escuchado los pájaros
que suenan como campanas.
He tenido pantalones grises de franela
y caminado por la playa del infierno.
He vivido en mil ciudades
donde los árboles eran libros.
Qué subterráneos qué taxis qué cafés
qué mujeres con pechos ciegos
sus extremidades perdidas entre rascacielos.
He visto la estatua de los héroes
Danton sollozando en la entrada de un subte
Colón en Barcelona
apuntando al oeste desde la Rambla
hacia el Expreso Americano
Lincoln en su silla de piedra
y una gran cara de piedra
en Dakota del Norte.
Sé que Colón no inventó América.
Escuché a mil Ezra Pounds de casas rotas.
Todos ellos tendrían que ser liberados.
Hace mucho tiempo fui vaquero,
llevo una vida tranquila
en Mike’s Place todos los días
leyendo los Avisos Clasificados.
He leído el “Reader`s Digest”
del principio al fin
y noté la extraordinaria semejanza
entre los Estados Unidos y la Tierra Prometida
en donde cada moneda dice
“En Dios Confiamos”
pero los billetes de dólar no lo dicen,
porque ellos mismos son dioses.
Leo los anuncios todos los días
buscando una hoja en el libro,
una puerta no encontrada.
Oigo a América cantar
en la guía de las Paginas Amarillas.
Nunca se puede decir
que el alma tiene sus fobias.
Leo los diarios todos los días
y oigo a la humanidad enredada
en la triste plétora de la letra impresa.
Observo como secaron el lago Walden (6)
para hacer un parque de diversiones.
Veo como intentan que Melville (7)
se coma su ballena.
Veo otra guerra venir
pero esta vez no estaré allí para pelearla.
He leído lo que se escribe
en la pared del baño.
Ayudé a Kilory a escribirlo.
He marchado por la Quina Avenida
en apretado pelotón
tocando la corneta
pero rápidamente volví hacia atrás, a la Casbah ,
a buscar a mi perro.
Encuentro semejanzas
entre los perros y yo.
Los perros son observadores verdaderos
caminando arriba y abajo del mundo,
a través del país de Molloy.
He caminado por callejuelas
demasiado angostas para los Chryslers.
He visto cien carros repartidores de leche sin caballos
en un terreno baldío en Astoria.
He escuchado el “obligatto”(
del chatarrero.
He conducido en superautopistas
y creído en las promesas de las carteleras,
cruzando las planicies de Jersey.
Vi las ciudades de la Llanura
y me revolqué en el verde de Westchester
con sus bandas vagabundas de nativos
en autos rurales.
Los he visto.
Soy el hombre.
Estuve allí.
Sufrí
de algún modo.
Soy un Americano.
Tengo pasaporte.
No he sufrido en público.
Y soy demasiado joven para morir.
Soy un hombre que se ha hecho a sí mismo.
Y tengo planes para el futuro.
Estoy aguardando
un puesto importante.
Tal vez me mude a Detroit.
Temporariamente
vendo corbatas.
Soy un buen tipo.
Soy un libro abierto
para mi jefe.
Soy un misterio completo
para mis mejores amigos.
Llevo una vida tranquila
en Mike’s Place cada día
contemplando mi ombligo.
Soy parte
de la vieja locura del cuerpo.
He vagado por varios bosques nocturnos.
Me he apoyado en entradas borrachas.
He escrito historias salvajes
sin puntuación.
Yo soy el hombre.
Estuve allí.
De algún modo
sufrí.
Me he sentado en una silla incómoda.
Soy una lágrima del sol.
Soy la colina
por donde corren los poetas.
Inventé el alfabeto
después de observar el vuelo de las cigüeñas
que escribían letras con sus patas.
Soy un lago en la llanura.
Soy un mundo
en un árbol.
Soy una colina de poesía.
Soy incursión
en lo desarticulado.
He soñado
que se me cayeron todos los dientes
pero mi lengua sobrevivió
para contar la historia.
Porque soy un pozo
de poesía.
Soy un banco de canciones.
Un pianista
en un casino abandonado
en una rambla a la orilla del mar
en una niebla espesa
todavía tocando.
Hay una semejanza
Entre la Mujer que Ríe
y yo.
He escuchado el sonido del verano
en la lluvia.
He visto chicas en ramblas
tener extrañas sensaciones.
Comprendo sus dudas.
Soy un catador de frutas.
He sentido como los besos
causan euforia.
Me he arriesgado al encantamiento.
He visto a la Virgen
arder en un manzano en Chartres
y quemarse a San Juan
en Bella Unión.
He visto las jirafas en la jungla
sus cuellos como el amor
heridos alrededor de las circunstancias de acero
del mundo.
He visto a Venus Afrodita
sin brazos en su ventilado pasillo.
He oído cantar a una sirena
en la Quinta Avenida.
He visto bailar a la Diosa Blanca
en la Rue des Meaux Arts
el catorce de Julio
y a la Hermosa Dama sin Piedad
rscarse la nariz en Chumley.
No sabía ingles.
Tenía el pelo rubio
y las voz ronca
y los pájaros no cantaban.
Estoy llevando una vida tranquila
en Mike’s Place todos los días
observando a los jugadores de billar
hacer sus escenas de minestrone
tragando macarrones
y he leído en alguna parte
el Sentido de la Existencia
pero me he olvidado
exactamente donde.
Pero soy el hombre
y estaré allí.
Puede que me insulten
los que están dormidos
para hablar.
Puede que haga mis anotaciones
sobre el pasto.
Y puede ser que escriba mi propio
epónimo epitafio
aconsejándoles a los jinetes
que sigan adelante.
1.Casa de Miguel, probablemente un bar.
2.Comercio en el que todo cuesta cinco o diez centavos de dólar.
3.Atracción turística en la ciudad de Nueva York
4.Referencia al general Einsenhower
5.Ídem al poeta Allen Ginsberg
6.La Laguna de Walden de Henry David Thoreau.
7.Se refiere a Moby Dick, de Herman Melville
8.En portugués en el original.
LA DELICADEZA (Irene X)
Te darás cuenta de que no era de piedra
el día que tropieces con una,
y busques desesperadamente mi número
para hacerte un torniquete
con mi delicadeza.
ME SOBRAN Y ME MOLESTAN
Me sobran y me molestan:
los grandes adjetivos
la grandilocuencia banal y vacía
los expresivos que resultan ser inexpresivos
el vecino de enfrente comiendo su grasiento bocadillo
los chicles adheridos como lapas al suelo
el ruido del que mastica y al mismo tiempo, habla
el palillo de dientes en la boca y en busca de restos
el que habla a bocinazos y para que los demás también le escuchen
el que entra en tu casa como un elefante en una cacharrería
el que nunca se disculpa ni siquiera con un gesto
el que siempre se encabrona, refunfuña y gruñe
el que nunca te dice nada pero lo está pensando
el que se hace la mosquita muerta y pone cara de ángel
el que dice que ama la lluvia y que por eso no sale a la calle
el flojo sin condiciones,
el que se abandona y se deja ir
el que se deja pisar
el que nunca se altera y grita
el soplapollas o el soplagaitas
el que siempre hace la pelota
o el que siempre te cuenta la misma historia.
CAEN LAS HORAS (Sara Mesa)
Caen las horas como gotas de aceite,
pesadas, lentas, doradas, tibias.
El aire está inflamado de plegarias,
Yo sé que algo sucede.
Debe de ser que es jueves y algo pasa los jueves.
Debe de ser que es lunes y algo pasa los lunes.
Debe de ser que es sábado y algo pasa los sábados.
¿Por qué no quedan huellas de mis pies
en este asfalto ardiente?
Debe de ser que no peso bastante.
Debe de ser que está lejos la arena.
Debe de ser que el tiempo pasa lento
y aún no te he encontrado.
Se suceden las horas como un hondo rosario,
como un rosario en sombras.
Yo debería pensar ahora en otras luces,
nadar con otros peces.
Aquí estoy resguardada.
La lluvia no me moja.
Mis párpados se cierran sin asombro.
El tiempo pasa lento;
no duele, no me toca.
LO ENTRAÑABLE
Abrid la ventana de la mirada interior a lo más entrañable,
y después, cerrarla sin más...
se han convertido en ojos extraños
y ahora os resultan, ajenos
y de su dulce y adorable mirar
han pasado a ser afilados puñales,
entonces... repito,
cerrar la ventana a cal y canto
y tapar todas las rendijas por donde se filtre la luz del día,
encended las lámparas de supervivencia,
tumbaros en el sofá y a esperar a que todo se cubra de noche
y cuando tu alarma interna indique que ha pasado el peligro,
será el momento de volver a salir a la calle.
Y no preocuparos de más
lo entrañable volverá.
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