Podía decir que dentro de la confusión en la que vivo, que me quedan agarraderas o que me quedan tentáculos para agarrarme a donde quiera y cuando quiera. Y creo que es verdad, que las tengo y porque digamos que en estos momentos mi línea de flotación está por encima de la media, es decir, que pase lo que pase con y en mi vida y con y en mis aconteceres diarios o mundanos, debajo de mis huesos, tengo un buen colchón. Vamos que hoy en día no me hunde ni un Portaaviones soltando minas submarinas y porque como submarino que soy, estoy acostumbrado a nadar en las profundidades de la vida y esquivo y me rompo la cintura, pero seguro, que no me da ni una sola mina (hoy no y mañana, ya veremos).
Parezco frágil, parezco sensible y lo soy, pero mi esencia está hecha de duro Titanio y mi alma es dura y fría como el acero y mi cuerpo es débil y le gusta el pecado... pero así soy yo y lo soy tanto en el Cielo como en la Tierra. Mi cuerpo es pura hormona desatada y aunque empiece a dar muestras de decrepitud, por dentro de mi piel, hay corrientes vivas y ríos de sangre y mis músculos están forjados a base de adrenalina y por eso, cuando se excitan a la mínima señal de alarma, se excitan demasiado y se tensan como la cuerda de un arco. Mi sensibilidad es mía y solo mía y ese es mi mejor tesoro y nada ni nadie podrá arrebatármela.
Y no todo lo que reluce es oro, pero tampoco es oro todo lo que reluce, por tanto, si a veces parezco frágil y sensible, es porque lo soy, pero mi fragilidad es como la fragilidad de los cristales de Carglás, que hacen en un periquete, que los cristales se reparan con un buen pegamento, pues yo tengo ese pegamento y ese pegamento se llama: SENSIBILIDAD. Por tanto, yo puedo quedarme tocado, pero no hundido y porque ya dije antes, a que nivel tengo mi línea de flotación.