Hoy está un día primaveral por sus cuatro costados y añado uno más y por si acaso no llega. Yo soy de mucha lluvia, de mucho viento desatado, pero después se me presenta el sol con todos sus encantos y se me caen las bragas al suelo. Tengo que reconocer quer también soy de sol, pero eso sí, de sol suave y cálido, pero para nada que me abrase el cuerpo y la sesera que luce calva y reluciente. Yo ahora asumo mi calvicie y porque tengo una edad (69 años) donde me importa un pepino ser o no ser calvo. Con 30 años pasaría otra cosa muy distinta, una cosa muy parecida al agobio y a la angustia que me entraría. Y no es que ahora me quiera mal y porque no es así, pues en realidad me quiero mucho más que antes y por eso me cuido y hasta se podía decir, que ahora me mimo. Son las 6 de la tarde y vengo de jugar al pádel y en el campo pegaba el sol con intensidad y alevosía, pero fuera del campo de pádel, el sol se presenta suave y amable conmigo. Lo dicho, día primaveral y ahora mismo, son las 7 de la tarde y estamos a 17º. Me recuerda a cuando conocí a aquellas persona que tanto quise y en que todo fue tan rápido que cuando me quise dar cuenta la había dejado de querer. Un intenso querer fugaz y transitorio que al poco rato se fue directamente a la mierda. He querido mucho en ésta vida, he querido y me han querido hasta la extenuación y algunas veces (las menos), me he engañado a mi mismo y pensé que la quería, cuando en realidad me estaba engañando y no es que no la quisiera, pero la quería de otra manera que no me daba para tener una relación permanente con ella.
Y por mi parte hubo excepciones a la regla del querer y en esas excepciones he querido por tener que agarrarme aunque fuera a un palo ardiendo. Es decir, me sentía tan inseguro de mi mismo y tan destrozado de ánimo, que en esos momentos eras más larva que gusano y visto así en perspectiva, era un querer casi agónico y por supuesto, nada sincero. Querer por conveniencia y por dar lástima y para así tocar la tecla de la compasión en la otra persona. Tampoco fueron muchas veces y bueno y la verdad es que esas veces, no me las perdono así como así. Ni pasados más de 40 años me las perdono y porque me siento un verdadero cabrón hacia la otra persona, lo cual no era mi intención, pero los hechos como en todo, son los que mandan. En dichas situaciones, engañaba a la otra persona y también me engañaba a mí mismo y porque al final, las mentiras y de tanto repetirlas se pueden llegar a creer. Y esto que estoy contando es la primera vez que lo cuento y eso me pasa porque solo recordarlo me produce un dolor bestial.
Pero volvamos al lado positivo de la vida y quedémonos con lo bueno y con lo bien realizado, pues al final del todo, uno tiene que valorarlo todo y ponerlo todo en la balanza. Y en mi vida ha habido muchas más cosas buenas que malas y ese debe de ser mi pensamiento predominante. Digamos que para lo que me queda en el convento me cago dentro y eso me lleva a poner lo bueno por encima de lo malo. Mi balanza personal está escorada hacia el lado positivo y esto la hago a conciencia y con mis facultades mentales conservadas. He amado y he amado mucho y todo ese amor o casi todo, ha tenido correspondencia. He amado y me han amado de una forma bestial.