MI TRAJE DE ESTOS DÍAS (Tiempos de Pandemia)


Con esto del covid 19,
y como sanitario que soy y así figura en mi título de médico,
he observado
que hay alguna gente que te dice...
bueno usted se pone ese traje que le protege
y con eso está salvado
y yo me pregunto
¿salvado de qué?
del coronavirus, puede,
pero de ese sofocón producto de la deshidratación
que sufren tus células y tejidos
de eso no me salva ni dios bendito
quién me salva a mi de ese agobio infinito,
de esa angustia trepidante,
de esa agorafobia desmedida,
de ese inmenso pavor mezclado con sudor,
de ese pánico tremendo y no precisamente, a las alturas,
del pánico a quedarte tieso como una mojama
o como una momia disecada dentro de su envoltorio...
Para hablar de algo,
primero, hay que probar de lo que se habla
y segundo, hay que callar de vez en cuando y observar,
es bueno el silencio prudente
y el silencio en ésta cuarentena,
es algo muy agradecido que no podemos perder,
hemos ganado en eso,
hemos perdido en muertes,
mis queridos viejos han sido diezmados
quedamos menos en esta batalla llamada vida,
pero si alguien quiere una sauna gratis
que se enfunde dentro de un traje o mono de protección
y con todo éste calor de casi verano
(rondamos entre los 22 a 25 º)...
esperemos que no le pique ni el chichi
ni los huevos,
porque podrá morir en el intento,
y solo faltaba que a mis 64 años,
me tuvieran que rascar los huevos unas manos extrañas,
cuando yo me declaro autodidacta,
autogestionado y autosuficiente,
yo mismo me machaco cuando me lo merezco
y me doy de latigazos cuando me siento penitente,
soy penitente,
pero no soy tonto
y menos soy gilipollas,
el traje me lo tendré que poner,
pero que nadie me diga
joder... ¡que bien está usted protegido!


























Co

No todos los días son iguales


 No todos los días son iguales,

este en concreto, es un día raro y extraño

y todo porque mi alma está sufriendo como una condenada.

Tengo que vender mi casa 

(y por asuntos que aquí no voy a contar)

y cada vez que se presenta un agente inmobiliario

es una nueva puñalada trapera. 

Ahora mismo

estoy sangrando por mis adentros

y no encuentro consuelo

ni nadie que me diga... ¡yo te comprendo!,

porque cada uno vive esta historia a su manera

y yo amo mi casa

y ese gran amor equivale a más dolor.

Tengo que asumir que ya voy para viejo

o que ya estoy viejo

y el subir y bajar escaleras se convertirá en un verdadero suplicio.

Asumir como propia la vejez de uno,

mirarse en el espejo y ver tu piel arrugada y desgastada

querer subir los escalones de dos en dos y no poder

sonreír y reír a carcajadas

cuando tus ojos verdes se oscurecen

y por cansancio y por haber mirado tanto.
















QUE HASTA LOS RECUERDOS POR DENTRO, ARDIERON

 

Nuestro destino estaba escrito
en esas páginas en blanco que anteceden a lo que va a pasar,
el destino corría de tu mano,
y en aquél verano de azul y niebla,
nos despertamos sobre la arena,
abrimos los ojos y nos miramos,
hicimos el amor hasta el desmayo,
hablamos de nuestra luna llena,
soñamos el mismo sueño
el que siempre narraba aquella noche de verano,
nos acariciamos tanto que nos quedamos en carne viva,
y aquella noche,
con el suave viento del norte
nos envolvió el amor como una crisálida,
fuimos durante ese instante,
una curva astral en el espacio tiempo,
un equinoccio de verano,
y un rayo de fuego lanzado por nuestras manos,
fuimos tanto y tan ardientes,
que hasta los recuerdos por dentro,
ardieron.





















HAY ESPINAS...


 Hay espinas que se clavan en el fondo de tus entrañas.

Hay amores pasados por agua pero que nunca serán olvidados.

Hay pasiones que se esconden en el cajón de la mesilla.

Hay recuerdos que serás incapaz de digerir,

ni tragando mucha saliva,

ni que los pases por la batidora

ni que los desgloses en pequeños capítulos

y porque el epitafio final, 

estaba previamente escrito,

serán tuyos y siempre formarán parte de ti.













Caminante, no hay camino. Antonio Machado.

 

Caminante, son tus huellas el camino y nada más.

Caminante, no hay camino: se hace camino al andar.

Al andar, se hace camino, y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar.














Hay una lucha interna entre los buenos momentos y el paso del tiempo.

 

Hay una lucha interna entre los buenos momentos

y el paso del tiempo.

El tiempo poco a poco los quiere borrar

y tú vuelves con insistencia, una y otra vez al pasado,

pero claro, no puedes instalarte en él.

Si por mi fuera

los viajes interestelares al futuro

serían al pasado

y volvería a crecer desde el principio

seguiría desnudo como nací

correría con mi perro con la marea baja

le tiraría un palo cuanto más lejos mejor

volvería a montar en el viejo tranvía

que siempre se estaba quejando con sus agudos chirridos,

subiría a los mismos árboles de mi infancia,

comería su rica fruta

y me tumbaría en su rama más gorda

y para ver el azul del cielo. 

Montaría en la misma bici,

una bici heredada de mi hermano

y con ella recorrería los senderos de mi infancia,

estrechos, amables, rodeados de viñas

y de maravillosos atardeceres

y mientras el sol se escondía por mis islas Cíe

yo esperaba que el mañana siempre sería mejor.

















Ernesto Sabato

  "Queda tan muerto como queda una casa cuando se retiran para siempre los seres que la habitan y, sobre todo, que sufrieron y se amaro...