Para la libertad, Miguel Hernández
¡Estoy casi seguro!
Estoy casi seguroque antes de ahora, fuí otra persona.Sí, que andaba y hablabay pensaba, opinaba y decíay a veces, soñaba y maldecía,pero mi pelaje era otro,mis ideas subían y bajaban al ritmo de las mareas,mis estados de ánimo eran inseguros,mi sinceridad lo era a ratos,mis dependencias eran bestiales,mi yo era en apariencia grande e inmensopero por dentro era de aire,y me rayaba muchas veces,y venga a darle vueltas al mismo temay las decisiones, que tanto me obsesionaban,no eran tomadas.Por tanto, me reafirmo...estoy casi seguroque antes de ahorafuí otra persona.
ESE VIEJO DEL ESPEJO
Claro que...claro que cuando me miro en el espejo,me siento como un ser extraño,y tengo que comprobarme de cuerpo entero,y me digo...que sí... que soy yo el que me estoy mirando,que sí...que soy yo y no soy el otro, que sí... que soy yo, solo que soy yo pero un mucho más viejo.Que soy el yo auténtico, el yo genuino,el pensador de ideas vanas,el escritor que no dice nada... ese soy yo,además de eso... soy:el legendario luchador, el beduíno en busca de espejismos,el alquimista y altruísta, y ese que yo describo... ese soy yo,solo que soy yo pero un mucho más viejo.No me sienta mal del todoese look de vaquero fumador de malboro,ese cigarro sempiterno siempre entre mis labios,esa sonrisa de pícaro y de como si nunca hubiera roto un plato.No me sienta nada mal esa piel arrugada,al revés,parecen surcos arados en un campo de trigo,eso le da caché a mi caray le da un aire a venerable sapiencia de roble.Si yo me miro de soslayo y de lado,hasta me encuentro a gusto con mi cara,es más, si veo de nuevo mi reflejo en el espejo,y me fijo en que mis ojeras cuelgan como dos nidos de cigüeñatengo que reconocer que las veo y las reivindicoy hasta juro...que les encuentro su encanto.Ahora delante de mi espejo mágico,veo rasgos vagamente reconocidos,veo señales de guerras y de mil batallas,veo mi piel de estropajo duro y reseco,y aún así... me veo,me conozco y hasta me reconozco,y por fin y con una sonrisa pícara y socarronay como si nunca hubiera roto un plato me despido de ese viejo,de ese viejo que vive...que vive detrás del espejo.
A VECES ES FINLANDIA (Hernán Casciari)
**Un relato escalofriante, que nos habla de la fugacidad de todo aquello que damos por sentado.**
DEBÍ CALLARME...
Debí callarme cuando te miraba,
mirarte en la quietud del silencio
entenderte y comprenderte sin hacer ni un gesto,
ser mudo e inexpresivo,
y ante tanta belleza
convertirme en estatua de sal.
Y es que al final,
¿cuántas palabras y saliva
me hubiera ahorrado?
JULIO CORTÁZAR
Qué vanidad imaginar
DESOLACIÓN DE UNA QUIMERA (Antonio Muñoz Molina)
"Alguien ha escrito que no se puede amar impunemente la belleza. Los perros de Acteón persiguieron y desgarraron a su dueño, que había cometido la audacia de contemplar a Diana mientras se bañaba desnuda. En una de sus narraciones en prosa, Luis Cernuda, que amaba Grecia porque también en ella está el imposible Sur, cuenta la fábula de Apolo y Marsias, secreta metáfora de sí mismo, y de su propio destino: Marsias, con exaltada inocencia, reta a Apolo y le disputa la primacía en el ejercicio de la música, y el dios, vengativo y celoso, lo condena a un suplicio atroz, porque la poesía y la música son dones que sólo a los dioses pertenecen, y el hombre que los arrebate para sí merecerá el mismo castigo que Prometeo. La soledad es Luis Cernuda, y también el destierro, y la huida, y el oficio inútil de escribir y no resignarse a la muerte en vida de quien ha sido abandonado por una pasión y un cuerpo: No es el amor quien muere, escribió, somos nosotros mismos. Pero el suyo fue un destierro íntimo y definitivo, una señal de ceniza que iba siempre con él como el color de sus ojos o los gestos de sus manos y que lo separaba de los otros hombres mucho antes de que la guerra y la distancia lo alejaran de España".
HAY DÍAS
A veces,
disparo y no miro a quién lo hago
y tampoco me importa demasiado.
Otras veces me encojo tanto
que después y por mucho que me busque
no acabo por encontrarme.
Hay días
en que salgo nublado
y aturdido como una mañana de resaca.
Hay otros en que me siento antojo
y el ombligo me crece
y como si fuera un periscopio.
Hay tardes, como la de hoy,
donde el sol es de caldera
y el sopor es un chute de calor.
Yo, si viviera en otra tribu
Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...
