GABRIELA MISTRAL


 

"Hay sonrisas que no son de felicidad, sino de un modo de llorar con bondad".
Gabriela Mistral

PRIMAVERA


"Crecen los pétalos

salen los brotes.

Un palo se llena de hijos

a los que tendrá que cuidar

y la mañana de primavera sonríe

y te hace sonreír a ti".

LAS SOMBRAS...



 "Puede que las sombras

estén antes que el sol que nos calienta

y entonces, lo que vemos y sentimos

fue concebido en el vientre de la noche".

JORGE LUIS BORGES


 

Buscar la serenidad me parece una ambición más razonable que buscar la felicidad. Y quizá, la serenidad sea una forma de felicidad.
Jorge Luis Borges

TAL VEZ...



"Tal vez la felicidad sea esto,

un instante de paz infinita".

JULIO CORTÁZAR


"Cada vez iré sintiendo menos y recordando más".

Julio Cortázar

 

PIEDAD BONNETT


 

"Para mis días pido,
Señor de los naufragios,
no agua para la sed, sino la sed,
no sueños
sino ganas de soñar.
Para las noches,
toda la oscuridad que sea necesaria
para ahogar mi propia oscuridad".

Piedad Bonnett

VIVO...

 


Hace ya largo tiempo

que he vuelto a salir a mi encuentro.


Ahora vivo dentro de mi

y  si espero algo de alguien

será solo de mí y de mi parte.


Vivo entre mis ecos y murmullos,

hablo mucho sólo

me como las uñas hasta los huesos

y cuando me quiero querer

dejo fluir mis sentimientos

y de ese encuentro

nace un amor egocéntrico.


Hay quién dice:

"vivo sin vivir en mí"

y yo digo: 

"vivo conmigo mismo"

y vivo feliz y contento.


TRAFICANTES DE TIEMPO (Irene Vallejo)


TRAFICANTES DE TIEMPO (Irene Vallejo)

Artículo publicado en El País Semanal el 6/12/2020
«Igual que tú, el niño siente la impaciencia del deseo —lo quiero ya—, pero no puede comprender la razón de la prisa. Para qué sirve la rapidez, cuando el placer consiste en entretenerse, remolonear y ser lentos. Qué inexplicables le parecen vuestras bruscas urgencias, los espabila, los venga vamos, los así no llegaremos nunca. Experto en demoras, se recrea en cada juego, en el peldaño de cada escalera, en cada excursión, como una historia interminable. Tu hijo intuye que el amor exige prodigalidad temporal. Si quieres a alguien, le das tu sosiego, tu desaceleración, tu olvido de los relojes.
Sin embargo, tu pequeño sibarita tiene serios competidores: cada instante, los dispositivos digitales y sus voraces pantallas batallan por secuestrar nuestras horas. Los gigantes tecnológicos codician miradas absortas para subastarlas en un frenético mercado de la atención. Las aplicaciones y las redes sociales son gratuitas solo en apariencia. No pagamos por ellas porque el producto es en realidad otro: nuestro tiempo. Hechizados por imágenes palpitantes y estímulos adictivos, regalamos información sobre nuestros gustos, movimientos, opiniones, miserias y sueños. Cuanto más, mejor: alimentamos bancos de minutos y bases de datos que las empresas venderán al mejor postor y que retornarán en forma de publicidad y propaganda personalizadas. Somos nosotros quienes estamos en venta.
En los años setenta, antes de la expansión de Internet y los primeros móviles, un autor de literatura infantil, Michael Ende, escribió una fábula visionaria sobre el saqueo de nuestro tesoro temporal. Los habitantes de una gran ciudad empiezan a recibir la visita de unos misteriosos hombres vestidos de gris, agentes de la Caja de Ahorros del Tiempo. Estos persuasivos recién llegados prometen suculentos intereses a la gente que deposite en su banco las horas ahorradas cada día: en lugar de media hora, dedique un cuarto de hora a cada cliente; reduzca el contacto cotidiano con su anciana madre a unas breves palabras; mejor aún, alójela en un buen asilo, pero barato, donde cuidarán de ella; no pierda ni una fracción de sus preciosos días en cantar, leer o en compañía de sus amigos. Los traficantes de tiempo van conquistando calladamente la sociedad, sin ninguna resistencia. La ansiedad, la urgencia y una prisa obsesiva se apoderan de la gente, que sigue ciegamente los consejos de los trajeados hombres grises tomándolos por decisiones propias. “Un negocio difícil, sangrarles el tiempo a los hombres, segundo a segundo. Nosotros nos lo quedamos, lo necesitamos, lo ansiamos. No sabéis lo que significa vuestro tiempo. Pero nosotros lo sabemos y os lo chupamos hasta la piel. Y necesitamos más, cada vez más”. Solo Momo, una niña huérfana que vive entre las ruinas de un anfiteatro romano, y la mágica tortuga Casiopea consiguen desenmascarar y derrotar a los grises banqueros que aspiran el humo de instantes usurpados.
Frente a nuestro empeño en digitalizar la educación, los gurús informáticos de Silicon Valley están criando a sus hijos sin pantallas. En los carísimos colegios privados de la meca tecnológica, los niños hacen sus cuentas con lápiz, cuartillas y arcaicas pizarras provistas de tizas de colores. Algo huele a podrido en California, cuando los propios cocineros prohíben a su familia saborear el mismo plato que nos ofrecen.
En la mitología clásica existió una divinidad llamada Momo, como la niña de Ende. La legendaria Momo encarnaba la burla irreverente hacia todos, incluso contra los habitantes del Olimpo: opinaba con ironía que la creación de los seres humanos estaba sobrevalorada. A su juicio, los dioses deberían haber previsto una pequeña puerta en el pecho que permitiera vigilar nuestras verdaderas ideas y sentimientos sinceros. No imaginaba que, algunos milenios más tarde, regalaríamos con ligereza datos vitales sobre nuestra salud, nuestras ideas políticas y nuestros secretos, auténticas semillas de control. Hoy, esa portezuela que soñó Momo existe, y ciertas empresas la abren para hurtarnos el tiempo y la intimidad con la ganzúa de nuestras horas cautivas».

 

GALEGOS


 

DEJO VESTIDO MI INFORME DIARIO



 Dejo vestido mi informe diario:


He sido bueno.


He sido malo o peor.


He sido tranquilo y sedado.


He sido un alboroto y un terremoto.


He escalado montañas crueles

y he comido con los dedos 

y hasta he tropezado con mis propios deseos.


He escupido hacia el cielo

y me he mojado.


He andado lo desandado

y he cubierto de hojas todas mis pérdidas.


He quedado en una cita a ciegas,

yo llevo la venda en los ojos

la otra persona saldrá de una cámara oscura

y nuestro abrazo será oscuro y tierno.


He saltado

y casi toco el cielo de mi boca.


He aprendido a decir que no,

¿quieres esto?...no, no quiero

¿quieres que te deje en casa?

tampoco quiero....


Sólo quiero quedarme en paz

y en un rincón de mi casa

agazapado y sonriente,

entrañable de muecas y gestos

y decidido en despachar asuntos terrenales.


Asunto resuelto

y que pase el siguiente.

CLARO, ¡QUE HAY QUE PARARSE!

 



Claro, ¡que hay que pararse!
y juntar y tirar de los hilos
y desatar nudos
y soñar despiertos y soñar dormidos.

Claro, que hay que coger aire,
respirar a fondo,
intoxicarse de oxígeno,
y sentir el gran peso de los problemas,
y decidir... y decidir cuanto antes...

Decidir sintiendo o maldiciendo
y porque sin decisiones,
no se podrá volar más alto
o más bajo y acariciando el suelo o la tierra.

Claro que hay que pararse a pensar
y tomar las decisiones que habrá que tomar.


LA TERAPIA DEL ODIO



Lo siento y mucho por todos los puristas del alma, pero el odio es una terapia que te cagas. Es decir, si odias te sientes vivo y creativo y buscas todas las herramientas necesarias para joder bien y a fondo al otro. Digamos que es la forma más sublime del descontrol emocional y cuanto más daño haces, más disfrutas del tema. Y mira que a lo largo de nuestra historia al odio le han metido caña y es que normalmente los ideólogos del tema iban de santurrones, de gandis de la vida, de maría
teresa de Calcuta, de controladores aéreos haciéndose los distraídos, de papas y de obispos teólogos, de jipis con harapos y mucho olor a pachulí condensado y paz y no a la guerra y amor al prójimo y de que tenemos que querernos todos.
Pues que me perdonen todos los santurrones, pero si el mundo ha evolucionado es a base de mucho odio y de ganar guerras y de vencer en pequeñas batallas diarias. Porque el odio es muy humano y es tan necesario como el agua de mayo y claro, para que no todo se cubra de odio, (cosa que tampoco quiero), se ponen capas y capas de tiernas pinturas. Y es que el odio es el motor de la historia y gracias a él, ahora podemos presumir de nuestros buenos actos. Y prefiero el odio a las falsas palabras y al poner el culo cuando realmente te lo están reventando. Y el odio no es solo externo y porque mi lema es: "odia al prójimo tanto como te odias a ti mismo".
Y es que si odias a fondo, después amas y te relajas amando y queriendo..., Pero claro, todos sabemos que tanta bondad tiene un límite y por eso se dice: que del odio al amor hay un paso y al revés, también funciona. Y mira que se ha derramado teología, psicología y filosofía sobre el tema y con el famoso lema de "perdona a tu enemigo e intenta comprender que le pasa". Pero el tema es mucho más sencillo y al enemigo lo que le pasa es que está inundado de odio, vamos, como lo que te pasa a ti y creo que no es cuestión de llevártelo directamente a la cama. No es la solución del tema problema, ni comértelo a besos, ni fundirte con él en maravillosos abrazos, ni comerle la boca y las babas, ni besarle el culo...Y odio y sangre y saborear la victoria. Ya habrá tiempo para perdones y no me toques más los cojones, pero primero liquida al enemigo y cuando yazca destrozado en el puto suelo, le das una bendición papal . Y entonces yo reivindico tanto el amor como el odio y el uno sin el otro, no son nada y el verdadero arte creo que está en dar una de cal y otra de arena...y buscar su justo momento.

HAY ALGO DENTRO DE MI

 


Hay algo dentro de mí

que me sabe a amor y a desamor.


Soy tan incompleto

que hasta en la distancia huelo

a mi otro trozo en descomposición...

y es un trozo lleno de odio y repleto de sin razón.


Me huelo

y me odio dentro de mis vísceras.

Soy como un oso enfurecido

que busca el lado más oscuro

  dentro de su infinita incomprensión.


Si yo tuviera sentido

y hubiera sido un poco pragmático...

simplemente...me hubiera olvidado de ti.


Ahora que eres volátil y etérea

y dado que mi memoria es frágil como el cristal

tendría que decir

que los tiempos de amor han pasado

 que la cosecha fue escasa  y mala

y que ahora mismo 

tocaría escribir lo sucedido

en cualquier esquina de mi memoria.

Con una mención en tu honor

y ¡a tomar por culo!.

James Thurber


 

"Hay dos tipos de luz: la luz que ilumina y el resplandor que oscurece" (James Thurber).

🎨"Sombras" de Daniel Garber

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...